XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD
No son siempre
muy populares las enseñanzas que nos va
transmitiendo Jesús, según el evangelio de Lucas. Si los
domingos anteriores eran mensajes tan difíciles
como el uso de las riquezas, hoy nos habla de otras
actitudes como la fe, la paciencia, la humildad, la sencillez y la
confianza en Dios, que tampoco están precisamente en el
primer puesto de las preferencias del hombre
de hoy.
Primera lectura:
Habacuc, 1, 2-3; 2, 2-4
La última
frase del texto profético es la que motiva la elección
del fragmento para este domingo. Es una frase que la
literatura paulina repite con predilección, porque
resume muy bien la importancia de la fe para la vida en
común con Dios. Es bueno notar que la palabra fe aquí
significa, muy claramente, la adhesión a Dios como realidad
más segura, adhesión humilde, por otro lado.
La queja
del profeta: no hay justicia (1, 2-4)
2. ¿Hasta cuando
clamaré, Señor, sin que me escuches? ¿Te gritaré “Violencia”,
sin que me salves?
3. ¿Por qué me
haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y
catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas?
El profeta interpela a Dios, exigiendo una respuesta explicativa de la situación. La descripción de la situación es genérica, aunque centrada en pecados de injusticia interhumana
Se ha discutido mucho a qué ámbito se refiere Habacuc en estos primeros versículos ; si está pensando en una situación interna de Judá, donde esta injusticia se da entre los diferentes grupos que componen el pueblo; o en las relaciones internacionales de Judá, relaciones injustas en perjuicio de Judá. Probablemente se refiera el profeta a la situación interna de Judá; la situación que el Señor “le hace ver”, para que pueda finalmente comprender.
Al profeta le duelen las injusticias ( rapiña, violencia, pleitos y contiendas), pero le duele aún más la aparente pasividad del Señor ( tú contemplas impasible la opresión). Le pesa el silencio de Dios, cuando la situación reclama su urgente intervención, porque la justicia está pervertida. El hasta cuándo del profeta, expresión dolorida de su impaciencia, se refiere fundamentalmente al término del silencio de Dios. Con su queja intenta provocar la intervención divina.
La angustia de un
pueblo pisoteado encuentra expresión en la pregunta
quejumbrosa. Habacuc no ve modo de entender la
tolerancia del Señor para con los malvados. No puede
soportar la inactividad de Dios, ruina... miseria...
destrucción... disensión... discordia:
La respuesta del Señor 2,
1-5.
En actitud de escucha y
vigilancia, Habacuc espera la respuesta. Una respuesta
que va a ser importante; por eso, hay que registrar la visión
por escrito, con letra legible. Su cumplimiento
habrá que esperarlo para el momento oportuno, pero no
fallará. La respuesta se contiene en Hab 2, 4,
donde se contrapone el destino final del malvado y del
justo: muerte y vida
2. El Señor
me respondió así: Escribe la visión, grábala en tabillas, de modo
que se lea de corrido.
El Señor no
quiere que sus palabras sean escuchadas únicamente
por Habacuc. El mensaje deberá ser consignado en letras
tan grandes que “puedan ser leídas por todo el que
pase” y, con el tiempo , pueda comprobarse si la visión
se cumplió o no. “Ahora ven, escríbelo en una
tablilla, grábalo en un libro, y que dure hasta el último día,
para testimonio hasta siempre” (Is 30, 8)
3. La visión
espera su momento, se acerca su término y no fallará; si tarda,
espera, porque ha de llegar sin retrasarse.
Es como si la visión estuviera presionando, en virtud de su propio dinamismo interno, hacia una futura realización que tendrá lugar el momento determinado por Dios: “Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié” ( Is 55, 10-11)
4. El injusto
tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe.
Estas célebres palabras resumen toda la visión.
La versión griega de los LXX tradujo “fe” donde el texto hebreo leía “ fidelidad”, provocando así un ligero desplazamiento de acento. De aquí que La noción hebrea de “fe” es aplicada al justo, pero no según nuestra idea teológica de fe, sino más bien en el sentido de fidelidad, lealtad y constancia.
El “hombre justo”, si se mantiene firme en la ley de Dios, llegará a ver la retribución y recobrará su honor.
La vida del justo es consecuencia de su fidelidad, de la confianza que ha puesto en el Señor.
Creo que es muy conveniente tener presente la traducción de los LXX a la hora de explicar y comentar la frase de Habacuc: “El justo vivirá por su fidelidad “
De esta versión griega depende Pablo en el uso que hace del texto en Rom 1, 17 “Porque en él se revela la justicia de Dios, de fe en fe, como dice la Escritura: “ El justo vivirá por la fe”
Gal 3, 11 “Y que la ley no justifica a nadie ante Dios es cosa evidente, pues el justo vivirá por la fe”.
Pablo, al hablar de la fe, acentúa la acogida de la misma por parte del entendimiento; Habacuc, al entenderla como fidelidad, desarrolla más el papel de la voluntad.
El acento del
texto hebreo, puesto sobre la fidelidad, invita a pensar
en la autenticidad que se manifiesta en toda la vida, y no se
agota en la confesión de los labios.
Estribillo del
salmo: “Ojalá escuchéis la voz del
Señor: No endurezcáis vuestro corazón”
La seguridad de
la fe proviene de la firmeza de “la
Roca que nos salva”, no de nuestra
decisión. Por eso es tan importante escuchar la Palabra
que nos viene de Dios y no oponer un corazón
endurecido-una roca- a la Roca salvadora. Cualquier otra actitud
no sirve para vivir.
Segunda Lectura: 2
Tim 1, 6-8. 13-14
La exhortación del apóstol a su discípulo está en plena coherencia con el texto profético y con el evangelio de hoy: por un lado, el testimonio que dio Jesucristo, como suprema seguridad del creyente; por otro lado, la exhortación a “vivir en la fe”.
En la cadena transmisora del mensaje cristiano, Pablo
es un eslabón esencial y un punto de referencia. Tanto
Timoteo como toda la Iglesia cristiana deben
mantenerse fieles a las enseñanzas del apóstol, que son
las del Señor.
6. Querido hermano: Reaviva el don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos;
El autor de la carta comienza presentando los motivos que deben impulsar a Timoteo al fiel cumplimiento de su tarea apostólica. El primero, el recuerdo de su ordenación en la que le fue conferida la gracia de Dios que, reavivada constantemente, le seguirá proporcionando estímulo para mantener las cualidades con las que superará su juventud y timidez.
Al parecer, Timoteo era más bien tímido:” Si se presenta Timoteo, procurad que esté sin temor entre vosotros, pues trabaja como yo en la obra del Señor. Que nadie le menosprecie. Procurad que vuelva en paz a mí, que le espero con los hermanos” (1 Cor 16,10-11).
En 1 Tim 4,
12 leemos: “Que nadie menosprecie tu
juventud. Procura, en cambio, ser para los creyentes modelo en la palabra, en el
comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pureza”.
El apóstol le recuerda tres de ellas: la fortaleza frente a las dificultades, el amor que lo impulsará a una entrega total a Cristo y al bien de los hombres, y la prudencia necesaria para el gobierno de la grey. Así pertrechado podrá dar un valiente testimonio de Cristo.
Y lejos de avergonzarse de la prisión de su maestro, se sentirá dispuesto a soportar, juntamente con él , todos los sufrimientos que le depare su tarea apostólica.
7. porque
Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un
espíritu de energía, amor y buen juicio.
8. No tengas
miedo de dar la cara por nuestro Señor y por mí,
su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio según
las fuerzas que Dios te dé.
Un segundo motivo que tiene que impulsarle a cumplir su misión es la voluntad salvífica de Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad ( 2 Tim 1, 9).
La Liturgia de la
Palabra no hace uso de los vv. 9-13
Como haciendo una
síntesis, le recuerda Pablo a Timoteo:
13. Ten delante
la visión que yo te di con mis palabras sensatas, y vive
con fe y amor cristiano.
En su predicación y en su conducta personal, Timoteo debe atenerse a las verdades que ha aprendido de Pablo
Algunos exégetas
la palabra visión la traducen como “norma”, que puede
tener un sentido moral y un sentido teológico. Un sentido moral es el
comportamiento de Pablo, su vida; sentido teológico sería su
enseñanza, el depósito de la fe.
Palabras sensatas:
Sana doctrina:
ésta y otras expresiones semejantes son características de las
Pastorales:” sana doctrina”; “palabras sanas”; “sanos en la
fe”, “lenguaje sano”. Esta terminología aparece
frecuentemente en autores contemporáneos para describir
una enseñanza sabia, prudente y consonante con la razón. Pablo
quiere subrayar que la doctrina cristiana, al mismo tiempo
que es trascendente , concuerda con la sensatez
intelectual y moral: “Por lo demás, hermanos, todo
cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable,
todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta”
( Flp 4, 8)
14. Guarda
esta tradición con la ayuda del Espíritu Santo que
habita en nosotros.
Por la presencia
del Espíritu, el depósito no es un repertorio de recuerdos que
se transmiten, sino que tiene el carácter de
la vida, que transmitiéndose permanece. “Y
la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”
(Rom 5, 5)
Evangelio: Lc.
17, 5-10
La serie de
recomendaciones que cierran la segunda parte de la
narración del viaje a Jerusalén- advertencia contra el
escándalo ( 17, 1-3a), actitud de perdón fraterno (
17, 3b-4), poder de la fe ( 17, 5-6)- se completa
con una exposición de los límites y condicionamientos
del servicio cristiano ( 17, 7-10).
La Liturgia de la
Palabra proclama los versículos 5-10. Vamos a presentar
primeramente los vv.5-6
5. En aquel
tiempo, los Apóstoles le pidieron al Señor: Auméntanos la fe.
6. El Señor
contestó: “Si tuvierais fe como un granito de
mostaza, diríais a esa morera: Arráncate de raíz y plántate en el
mar, y ella os obedecería.
La petición de los apóstoles sobre un fortalecimiento de su fe surge, en esta narración lucana del viaje, de una manera sorprendente y bastante abrupta. En los capítulos anteriores no hay la más mínima sugerencia que prepare esta verdadera irrupción de la temática de la fe; en cuanto característica de la vida cristiana, aparece aquí de repente- y por primera vez- en el curso de las instrucciones durante el viaje a Jerusalén.
Lo importante, viene
a decir el Maestro, no es la cantidad de fe, sino su calidad,
es decir, su grado de autenticidad. Aunque la fe no sea
mayor que un grano de mostaza, si es verdaderamente auténtica,
podrá realizar milagros.
La respuesta
de Jesús supone que la fe que por el momento tienen los apóstoles
no llega ni siquiera a un grano de mostaza, indica
suficientemente que la actitud fundamental del discípulo
es precisamente pedir: “Auméntanos la
fe”. Esa fe, con todas sus
posibilidades de desarrollo, tiene poderes ilimitados
si es genuinamente cristiana; un poder tan
ilimitado que- como se expresa en la imagen- puede “arrancar
una morera” y
“plantarla en el mar”.
Analizamos ahora
los siguientes versículos: 7-10:
7. Suponed que un
criado vuestro trabaja como labrador o como pastor, cuando vuelve
del campo, ¿quién de vosotros le dice: En seguida, ven y
ponte a la mesa?
8. ¿No le diréis: Prepárame de cenar, cíñete y sírveme
mientras como y bebo; y después comerás y beberás
tú?
9 ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque
ha hecho lo mandado?
10. Lo mismo
vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: Somos
unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos
que hacer.
Al distinguir entre la parábola propiamente dicha
( 7-9) y su aplicación (10) se ve que la primera
parte, directamente figurativa, se centra en el
personaje “amo”,
mientras que la segunda, de carácter exhortativo, expresa
fundamentalmente a actitud del “criado”
El sentido de la aplicación es el siguiente : si en el mundo de las relaciones humanas un amo puede exigir a su criado que cumpla con sus obligaciones humanas, cuánto más podrá esperar Dios de los discípulos, de los que consagran toda su servicialidad a la expansión del Reino.
El discípulo es como un servidor, cuya obligación
es cumplir lo que se le mande; ésa es su misión, su destino y
su orgullo, sin ulteriores pretensiones. Y así tiene que
reconocerlo: “Somos unos
meros servidores”; nada más.
El mensaje de la parábola, en su contexto actual,
es claro: el discípulo , en cuanto siervo, después de haber
cumplido su obligación, debe considerarse simplemente
como lo que es , un “pobre criado”
La recomendación de Jesús subraya dos aspectos:
a) La fidelidad
del discípulo en el cumplimiento de sus obligaciones no
comporta necesariamente una garantía de su salvación.
Después de haber realizado todo lo que se
espera de él, el discípulo no debe perder de vista
que su destino, su recompensa, es única y exclusivamente pura
gracia.
b) La vanagloria
humana es un sinsentido. Lucas pone en labios de Jesús
una idea que Pablo desarrollará con su propia
terminología.
“Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe” (Ef 2, 8-9).