Solemnidad. Todos los Santos (1 de Noviembre)
Autor: Padre Luis Rubio Remacha OCD
Decimos algo del
Origen de esta Solemnidad y después intentaremos exponer qué es un
santo, no fijándonos en al Espiritualidad, sino en la riqueza de la Liturgia de
la Palabra y en el contendido de la Eucología, especialmente del Prefacio.
La fiesta de honrar a Todos los Santos con una fiesta común, se remonta en Oriente al siglo IV. La fiesta se celebraba en el primer domingo después de Pentecostés, como continúa observándose entre los griegos-
Gregorio IV (827-844) trasladó la fiesta al l de Noviembre. Quizá el
final del año litúrgico era un lugar apropiado, dando a entender la
consumación del reino de Cristo y la última venida del Señor
En todas las Eucaristías recordamos a la Jerusalén del Cielo, por lo tanto
podemos decir que todos los días celebramos la festividad de todos los
Santos; pero hoy, 1 de Noviembre, de un modo especial.
No sé por qué, ahora quiero recordar dos cuadros: el
juicio final de Miguel Angel,
de la capilla Sixtina; y el entierro del conde
Orgaz, del Greco. Las cosas maravillosas, bellas,
no se contemplan, solamente con los ojos y se escuchan con los oídos y se
comprenden con la razón, sino que es todo el ser, quien interviene en esta
captación. Como dice el papa Benedicto en la encíclica “Dios
es Amor”, cuando se habla de amor, no se le puede
clasificar como un sentimiento, sino como una empatía, una seducción del ser
amado en el amante. Los místicos dirán que a Dios, al trascendente, se le
percibe con todo el ser.
Hablar de esta Fiesta de Todos los Santos es poner en conexión a todo el ser para que se embriague de esta realidad. Nos quedamos admirando atónitos ante el Juicio Final de la Capilla Sixtina y el entierro del Conde de Orgaz, pues desde aquí intuimos la belleza de la Jerusalén del Cielo.
El corazón del Prefacio es una maravilla; creo conveniente desarrollar un poco sus ideas: “Porque hoy nos concedes celebrar la gloria de tu ciudad santa, la Jerusalén celeste, que es nuestra madre, donde eternamente te alaba la asamblea festiva de todos los Santos, nuestros hermanos”
“Hacia ella, aunque
peregrinos en país extraño , nos encaminamos alegres, guiados
por la fe y gozosos por la gloria de los mejores hijos
de la Iglesia; en ellos encontramos ejemplos y ayuda
para nuestra debilidad” ( Prefacio)
Quizá alguien se pueda escandalizar, como si lo que voy a decir sonase a “fundamentalismo”. El cristiano es un peregrino, vive en un país extraño. Cómo relacionar esto con lo que a veces decimos: la encarnación del cristiano en el mundo para hacerlo mejor; todos los hombres son mis hermanos.
La condición de peregrinaje del cristiano es parte constitutiva de su ser. Su patria definitiva no es la tierra, vamos de camino, nuestra morada definitiva no es este mundo. El cristiano camina, no se debe parar, ni cansar. No ha llegado a la meta definitiva en este mundo; su condición trasciende la realidad de este mundo. No se puede apegar.
“vivir en un país extraño”. El talante de extrañez del cristiano es un aspecto muy desarrollado por los místicos. El cristiano vive en este mundo; pero no es totalmente el suyo. Quizá se gane antipatías el cristiano por esta condición, como si fuera distinto a los demás. Es distinto a los demás, siempre que los demás nieguen esta dimensión.
¿Cómo debe vivir el cristiano? Recorriendo el camino de las Bienaventuranzas. El cristiano hace que su jornada trascurra en la alegría y apoyado en la fe. La fe es el báculo del cristiano para caminar. No es la inteligencia, no es la sola razón, no es el puro sentimiento, no es la conveniencia, ni el amor de concupiscencia, sino el amor de benevolencia, el amor oblativo.
En este caminar siempre le acompaña un recuerdo y una intercesión. El recuerdo de sus hermanos, los Santos, la obra perfecta de Dios, y el saber que hay personas, que nos pueden ayudar, pues nos comprenden, pues también ellos pasaron por dificultades.
La Fiesta de Todos los Santos es una invitación a recordar, a hacer
memoria de lo que somos y también de cómo han vivido ya algunos, que
hemos conocido, que no están con nosotros; pero que los veremos.
Una Iglesia que no produzca Santos, es una Iglesia infecunda, que no realiza su vocación. El cristiano tiene una forma de pensar, que no le separa del hombre, sino que proyecta sobre el hombre una luz para que el hombre descubra su vocación.
Nosotros que estamos rodeados de tanta mediocridad, que respiramos un aire
contaminado, que estamos hechos para la trascendencia, para una dignidad, que
nunca podremos realizar sin Dios, necesitamos esta celebración, que es un canto
a lo que somos: Hijos de Dios.
La primera lectura es del Apocalipsis, este libro que es como una apoteosis, es
la contemplación de los redimidos, junto a su libertador. Los cristianos
profesamos la trascendencia, el más allá. Nuestra relación con las
personas, que nos han precedido, no se rompe y no solamente
permanece en el recuerdo (todos confesamos esta realidad), sino que esperamos un
día ver cara a cara a nuestros hermanos.
Vamos a examinar esta bella lectura, teniendo presente la Solemnidad de Todos
los Santos.
El texto de la Primera Lectura es: Del libro del Apocalipsis, 7, 2-4.9-14.
La Liturgia no
se hace eco del versículo primero; pero creo que es muy conveniente tenerlo
presente para poder comprender los versículos proclamados.
1 Después de esto, vi cuatro ángeles de pie
sobre los cuatro ángulos de la tierra. Sujetaban a
los cuatro vientos para que no soplase viento alguno
sobre la tierra, ni sobre el mar ni sobre los árboles.
1. Los cuatro extremos de la tierra:
La tierra es considerada como una superficie rectangular
(Is 11, 12). Los
cuatro vientos: Se suponía que los vientos
favorables procedían de los lados de la tierra, mientras
que los desfavorables soplaban desde los ángulos. Los
cuatro vientos soplando desde los extremos de la
tierra simbolizan las fuerzas destructivas de este mundo
y son un anuncio del último día.
Cuatro ángeles:
Así como un ángel
recibe poder sobre el fuego ( 14,18) y otro dominio
sobre el agua ( 16,5), así estos cuatro ángeles
están encargados de la furia de los vientos. Árbol: Los
árboles, particularmente vulnerables a los azotes del
viento, representan a todos los seres vivos.
Versículo que nos ayuda a comprender la suerte de los santos, la condición del
hombre en la tierra, expuesta al pecado, pues también a la salvación
2 Y vi otro ángel
que subía del oriente ; llevaba consigo el sello del
Dios vivo y gritó con voz potente a los cuatro ángeles
encargados de dañar a la tierra y al mar:
2. Del oriente: El
ángel protector aparece por el este, fuente de la luz y
emplazamiento del Paraíso (Gn 2, 8). También
se esperaba que el Mesías viniera del Oriente.
El sello del Dios vivo:
Siguiendo una costumbre muy común entre
los antiguos , los señores orientales imprimían el sello
de su anillo en los objetos de su propiedad; cuanto ostentaba
esta marca pertenecía al Señor y se hallaba bajo su
protección. Quien lleva “sello del Dios vivo” es propiedad
suya. Esto no impide que los cristianos puedan
sufrir persecución y muerte; pero los oprimidos
recibirán de Dios fuerza para perseverar.
3 No hagáis daño a la tierra, ni al mar ni a los árboles hasta que marquemos en la frente con el sello a los servidores de nuestro Dios.
3. Hasta que marquemos a los servidores de nuestro Dios: Esta
marcación simbólica está inspirada en
Ez 9, 4 donde un ángel marca en la frente a quienes
han evitado la idolatría, una marca por la que se
les perdona la vida. Y
Yahveh le dijo: «Pasa
por la ciudad, por Jerusalén, y marca una cruz en la frente de los hombres que
gimen y lloran por todas las abominaciones que se cometen en medio de
ella.»
En el Ap, la marcación no simboliza la protección “de” la muerte, sino la protección en la muerte.
En la frente: El
sello puede equivaler al nombre de Dios escrito sobre
la frente de los creyentes (3, 12).
4 Y oí el número de los marcados con el
sello: eran ciento cuarenta y cuatro mil
procedentes de todas las tribus de Israel.
4. Ciento cuarenta y cuatro mil: el número de los sellados incluye 12.000 por cada una de las tribus de Israel. El empleo del tradicional elemento de las doce tribus nos da la impresión de elección. El número 12.000 de cada tribu intensifica este sentido de elección; un resto sobrevive, una minoría es fiel. Estos números no pretenden ser entendidos literalmente, sino que son utilizados por sus connotaciones simbólicas. Probablemente, la pertenencia a las doce tribus se entiende también simbólicamente, no literalmente; la pertenencia al pueblo judío no es principalmente una cuestión de nacimiento.
Después de la prueba final, la multitud de los cristianos,
triunfante de la persecución, aparece revestida de gloria. Los vv.
9-12 describen la victoria de los elegidos, mientras que los
vv. 13-17 explican los principales detalles
que simbolizan su felicidad
En los versículos 9-17 de este mismo capítulo 7 la Iglesia del cielo
glorifica a Dios; la Liturgia solamente usa los siguientes 9-14
9 Después de
esto, miré y vi una muchedumbre enorme que nadie
podía contar. Gentes de toda nación, raza, pueblo y lengua; estaban
de pie delante del trono y del Cordero. Vestían de
blanco, llevaban palmas en las manos.
9. Una muchedumbre enorme que nadie podía contar, procedente de toda nación: La gente en esta visión es deliberadamente puesta en contraste con la del relato anterior; el primer grupo está meticulosamente numerado , mientras que el segundo es innumerable. El primero procede del pueblo de Israel; el segundo, de todas las naciones.
Con palmas:
Signo de la victoria y la acción de gracias de los elegidos (2
Mc 10, 7).
10
y clamaban con voz potente, diciendo: a nuestro Dios, que está
sentado en el trono, y al Cordero, se debe la salvación.
10.
Salvación: Los elegidos
dan gracias a Dios y al Cordero, que los ha salvado.
Dios es llamado “el Dios salvador”; “el Cristo
salvador” Ese himno de alegría se repetirá con
motivo de la derrota del dragón ( 12, 10) y de Babilonia
( 19,1). El término sotería,
normalmente traducido por “salvación”, significa victoria en
este contexto
11Y todos los
ángeles que estaban de pie alrededor del trono ,alrededor
de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, cayeron
rostro a tierra delante del trono y adoraron a Dios,
En el versículo 11
contemplamos a toda la corte celestial que se une a la
aclamación de los santos
12
diciendo: Amén. Alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor,
poder y fuerza a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.
12.
Amén: colocado
al principio y al fin de la doxología, que consta de
siete miembros, el “amén” encuadra el himno y expresa
la plena incorporación de todos los ángeles a la alabanza
de los elegidos
13 Entonces uno
de los ancianos tomó la palabra y me preguntó: Estos que están
vestidos de blanco, ¿ quiénes son y de dónde han venido?
14 Yo le respondí: Tú eres quien lo sabe,
Señor. Y él me dijo: Estos son los que vienen de la gran
tribulación, los que han lavado y blanqueado sus túnicas en la
sangre del Cordero.
14.
De la gran tribulación:
Los cristianos, en unión con Jesús, están sometidos de
continuo al dolor( 1, 9); pero la gran
tribulación, descrita en 13,7-10, marcará el fin.
Esos son los que vienen:
Muchos estiman que se trata sólo de los mártires.
Pero quizá es más acertado identificar esta
multitud con todos los miembros de la Iglesia que han
permanecido fieles en la crisis final.
La “vestidura blanca” es peculiar a todos los cristianos. Han lavado sus vestiduras: La vestidura blanca suele significar la gloria celestial de los elegidos y de los ángeles. Pero esta vestidura no es consecuencia de la entrada en la gloria, sino una condición para la misma: “Dichosos los que laven sus vestiduras, así podrán disponer del árbol de la Vida y entrarán por las puertas en la Ciudad” (22, 14). La “vestidura blanca” tiene para el cristiano que vive en la tierra un aspecto moral.
En la sangre de Cristo:
La “sangre” es símbolo de la muerte de Cristo y
del varón salvífico de la misma
Como es tan adecuada esta lectura para la celebración de la Solemnidad de Todos los Santos, he querido dejar hablar a la lectura, haciendo algún comentario de los versículos quizá más difíciles.
Después de la esta lectura, nuestros sentimientos de gratitud y de
alabanza quedan mucho más desarrollados.
Muy acertado el estribillo del Salmo Responsorial: “Este
es el grupo que viene a tu presencia, Señor”
La segunda idea está tomada de la Primera Carta de San Juan, 3, 1-3: Somos Hijos de Dios. Solamente la fe nos puede inculcar esto. La Festividad de Todos los Santos es un canto a la dignidad del cristiano. Somos Hijos de Dios y no debemos pecar. Hijos de Dios y todavía esto no ha llegado a su plenitud en el desarrollo total.
Nuestros ojos están hechos para ver la belleza, la claridad, la hermosura; pero están heridos de tanta suciedad, de tanta fealdad, de tanta tiniebla. Necesitamos un lugar donde podamos ver bien, donde nuestros ojos no queden manchados.
Nuestra Inteligencia está hecha para captar la verdad, para alimentarse de la coherencia, de la armonía; aquí no se puede alimentar de esto. Es mucha la mentira, la falsedad, el maridaje de conveniencia. Necesitamos una zona, una situación, donde la verdad sea posible. Nuestro ser queda sin alimentarse bien, pues los alimentos, que le presentamos no llenan.
La condición del hombre es ser imagen de Dios. Necesitamos soñar para que por lo
menos en el sueño respiremos nuevos aires, no contaminados, sino puros.
Lectura
de la Primera Carta
del
Apóstol
San Juan, 3, 1-3
Afirmar la
realidad operante del amor de Dios que convierte a los
cristianos en sus hijos tiene tres consecuencias. Los
cristianos no pertenecen al mundo, puesto que éste
ha rechazado a Jesús. Los cristianos deben llevar una
vida santa como la de Cristo. Los cristianos tienen puesta la
esperanza en una salvación futura aún mayor.
1. Mirad qué amor nos ha tenido el Padre: El don amoroso de Dios ha consistido en darnos a su Hijo como salvador del mundo. Este don ha sido precisamente el que ha hecho posible que “nos llamemos hijos de Dios”
Y lo somos:
La filiación divina puede considerarse como
una plenitud escatológica y – así en este caso- como una
realidad presente
2. Ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Se pone ahora de relieve la relación existente entre esta escatología realizada y la que ha de venir. El cristiano es ya hijo de Dios, pero hay una plenitud que él espera y en la que se completará su configuración con Dios.
Sabemos que
cuando aparezca seremos semejantes a él, porque
le veremos como es: El segundo
“le” se refiere indudablemente a Dios; siguen
siendo vagas las formulaciones de 1
Jn. La imagen de Dios manifestada al cristiano
en esta vida es contemplada a través de un medio que es
la fe. La visión de Dios a la que está destinado el
cristiano, sin embargo, es mucho más íntima e inmediata. Cuando
posea esta visión de Dios, el cristiano será como Cristo, cuya
relación con Dios es única.
3.
Todo el que tiene esperanza en él se purifica
a sí mismo, como él es puro. Esta visión
es por ahora una esperanza, cuya realidad se manifiesta en el
esfuerzo del cristiano por alcanzar la virtud. La vida
virtuosa del cristiano es la que más se acerca a la vida
eterna con Dios, pues mediante ella el cristiano empieza
ya a vivir esta vida, imitando a aquél, que es puro.
Creo que esta lectura nos ayuda mucho a comprender la dignidad del hombre, del
cristiano. Algunos hicieron todo lo que estaba de su parte para llevara la
práctica esta consigna: Son los Santos.
Evangelio: Mt 5, 1-12a
Desde el siglo VIII hasta nuestros días, el texto evangélico para la fiesta de Todos los Santos ha sido tomado de este pasaje concreto
En conjunto, son
un mensaje de esperanza, y una palabra de aliento, para descubrir
la presencia del reino y anhelar su llegada definitiva.
.
1ª: Dichosos los pobres en el espíritu,
porque suyo es el reino de los cielos
Estos pobres son los que por una larga experiencia de la miseria económica y social han aprendido a no contar más que con la salvación de Dios. Se trata de una condición humana material y espiritual a la vez que el AT conocía ya. Son los anayim o ana ‘anawim del AT. Pobres en su espíritu, es decir, en lo más profundo y en lo más concreto de su condición, delante de Dios y de los hombres. El texto de Lc omite las palabras en espíritu, pero tiene probablemente el mismo sentido, quizá con mayor énfasis en la miseria social.
San Mateo con la frase Pobres de espíritu no se refiere a los que, a pesar
de ser ricos, están espiritualmente despegados de sus
riquezas. La expresión es muy probablemente un eco de
Is 61,1; designa la clase pobre, que
constituía la gran mayoría de la población en el mundo
helenístico-romano. En los escritos tardíos del AT y del
judaísmo, el nombre de esta clase, nawim,
pasó a convertirse casi en un término técnico para designar
a los judíos piadosos y observantes. La expresión “pobres de
espíritu” de Mt, carga el acento en la condición humilde de
los pobres más que en la efectiva carencia de riquezas.
.
2ª: Dichosos los que están tristes, porque Dios los
consolará.
Estos que lloran o se afligen lo hacen por cosas muy concretas; lloran a sus padres, a sus amigos, sus seguridades sociales desaparecidas o amenazadas. No se trata de melancólicos ni de personas que lloran sus pecados. En el AT y el pensamiento judío posterior, la aflicción y la consolación van con frecuencia unidas: Dios promete su ayuda a los atribulados. Este consuelo definitivo, esperado por los pobres de Israel se hace presente, si bien todavía no universal y manifiesto, en el ministerio de Jesús.
3ª: Dichosos
los humildes, porque heredarán la tierra.
Estos mansos, no violentos, lo son más por condición y necesidad que por inclinación; no tienen nada que decir; ningún medio de hacer triunfar sus derechos.
Heredar la tierra:
expresión clásica judía; a los que les había faltado
todo no carecerán de nada. (Salmo 37,11. Pongamos de relieve
el acento terrestre, concreto, de la bienaventuranza.
4ª: Dichosos los que tienen hambre y sed de hacer la voluntad de Dios, porque Dios los saciará.
El hambre y la sed
designan un deseo ardiente, una
necesidad del corazón y del cuerpo
5ª: Dichosos los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos.
El adjetivo designa
una actividad más bien que un carácter
innato; son los que ejercen la
misericordia y se compadecen de los
afligidos. A partir de este versículo, las
bienaventuranzas ponen en escena no a los
pobres, afligidos y pasivos, sino a los pobres activos.
6ª: Dichosos los
que tienen un corazón limpio, porque ellos verán a Dios
No se trata de hombres puros por su corazón (puro. No es cuestión tampoco del ideal inaccesible del corazón exento de pecado, sino, según la escuela del AT, del corazón no dividido, sincero, leal, servidor de Dios y de los hombres
Ver a Dios: en el reino eterno; ser admitido en su santa presencia sin morir por ello.
7ª: Dichosos los
que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios
No son los que
viven en paz, sino los que la hacen, la crean, primero, sin duda, a nivel de las
relaciones humanas y comunitarias de todos los días. Serán
llamados, es decir, declarados hijos en el último juicio; es la dignidad
escatológica suprema.
8ª Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Esta justicia no es la de Dios, sino la fidelidad a los preceptos de Dios, y aquí, del Dios revelado por Jesucristo
Si hiciésemos memoria de lo que ha supuesto este discurso en la Espiritualidad, veríamos que ha sido muy grande. No debemos considerar el Sermón de la Montaña en su dimensión moral, ascética, sino teológica, evangélica. Lo que distingue al cristiano es precisamente la práctica de este Sermón.
Con este Sermón podemos comprender un poco mejor los cuatro restantes discursos, antes indicados. Todo hombre busca la felicidad, el makarismo; en estas máximas se encuentra la verdadera felicidad, la dicha, la bienaventuranza.
Conclusión: Hemos indicado qué actitud tomar ante esta Solemnidad: la admiración; después hemos expuesto brevemente el origen de esta Fiesta; hemos presentado el contenido del corazón del Prefacio y después hemos dejado que las tres lecturas hablasen. Creo que ha merecido la pena recorrer este camino para darnos cuenta de la esta Solemnidad, que la nuestra, pues somos peregrinos y vamos de camino.