Epifanía del Señor, Ciclo A

Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD

 

 

Entonces unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el Rey de los judíos? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a  adorarlo. San Mateo,ap. 2.

 

No cabe la menor duda que el 6 de enero, es el día de las ilusiones: el día de los Reyes Magos. Pero yo tengo un poquito de miedo, a que algunos o muchos cristianos, se queden en la periferia de esta gran fiesta y no lleguen a calar en el sentido profundo de la misma.

 

No puede uno menos de ensanchársele el corazón viendo el gozo y la alegría con que los niños juegan con los juguetes que les han traído lo Reyes. Nada, quede claro, contra ello. Pero, ¡cuidado! Tengamos presente los mayores, que la Iglesia,  en la liturgia, ni una sola  vez habla de los ”Reyes Magos”.

 

El nombre “sagrado”, que a Iglesia da a esta festividad, es el de “Epifanía del Señor”. Epifanía es una palabra griega, que significa: “aparición”, “manifestación”.

 

En su día, un ángel se apareció a los pastores y les llevó al Portal de Belén, donde encontraron a  José , a María, y a Jesús envuelto en unos pañales,  recostado en el pesebre. Jesús acababa de nacer. Y, como acabamos de ver, el ángel se aparece, antes que a nadie a unos pastores. En ellos estaba representado el pueblo “escogido”. No estaban representados los gentiles que éramos todas las gentes, todos los pueblos restantes.

 

Jesús ha venido a salvar a todos. Por eso, una estrella se aparece en Oriente a los Magos. Y en ellos, sí, estábamos todos representados. Es lo que celebramos en la Festividad de hoy, en la Epifanía: manifestación de Jesús a todos los pueblos, a todas las gentes. Casi, casi me atrevería a decir, que celebramos en la Epifanía, el “nacimiento” de Cristo para todos y cada uno de nosotros. Por eso, os decía al principio, que esta Festividad tiene un calado mucho más profundo que el folclore de unos regalos.

 

Los Magos, guiados por la estrella, llegan a Belén, y encuentran, a Jesús, igual que los pastores, reclinado en un pesebre. Yo me pregunto, qué fe la de estos Magos. La estrella les da a entender que ha nacido el Salvador.  Podían haberse sentido defraudados al ver a Dios, hecho Niño, y tiritando de frío entre  unas pajas. ¡Qué ejemplo para todos y cada uno de nosotros!

 

¡Cuántas veces no nos desanimamos, porque Dios se oculta, y no aparece como nosotros nos habíamos imaginado. Los Magos le ven desnudito, y le ofrecen cuanto llevan: Oro, como a Rey, incienso como a Dios, y mirra como hombre.

 

La fiesta de la Epifanía, como veis, está cargada de sentido. Pero corre el peligro  de que la convirtamos en un juego de niños, haciendo de la misma un canto al consumo.

 

Por eso, tristemente, con toda razón, alguien ha podido decir: “ La Fiesta de los Reyes se nos está  yendo de las manos: a juzgar por la propaganda de estos días, no hace más que estimular la venta de juguetes y regalos, que muchos de ellos, a los pocos días, aparecen  abandonados por los rincones, postergando la razón de la misma al más oscuro de los olvidos.

 

Nada contra el gozo y la alegría que  esta fiesta de los Reyes Magos despierta en todos, de modo especial en los niños. No olvidemos que los pastores y los Magos, fue un Niño pobre y desvalido lo que encontraron en Belén, y le ofrecieron lo que llevaban: los pastores unos corderos y los Magos, como hemos dicho: oro, incienso y mirra.

 

Este día, en medio de la algazara, debiera ser un día  para meditar y hacer pensar a los padres. Y me atrevo a hacerles esta pregunta: ¿qué tiempo dedicáis a la televisión? ¿qué tiempo dedicáis a la educación de vuestros hijos? ¿Quién es más interesante para vosotros, vuestros hijos o la televisión?

 

El día de los Reyes Magos es un día que debiera hacernos  pensar a todos. ¡Qué contraste entre los pastores de Belén y los Magos de Oriente! Un niño pobre, indefenso, iba a decir, y abandonado. Estos niños pobres, indefensos y abandonados, tristemente no se han acabado. Al contrario, han aumentado, no por cientos, sino por miles. En el fondo de nuestro corazón, secretamente, envidiamos a los pastores y a los Magos que tuvieron la dicha ofrecer de sus dones al Niño en el Portal de Belén. ¿Por qué les envidiamos? ¿No tenemos a nuestro lado a niños, a hombres que viven en la miseria, y lo mismo hay días que no tienen un pedazo de pan que llevarse a la boca? ¿Quién tiene la culpa de toda la hambruna que se padece en el mundo? Puede que parte la tengan ellos. Pero, seamos sinceros ¿tú y yo no tenemos algo? Si quedo insensible ante el hambre de estos niños, con la mano en el pecho, pregunta escalofriante: ¿de que nos sirve venir a misa?   Es sólo una pregunta.

 

Y perdona que insista, ¿qué has gastado en juguetes para tus hijos y nietos? Ni la más pequeña crítica a ello. Ahora, eso sí, ¿por qué una mínima parte de lo que has gastado, no la separas y se la entregas al Niño de Belén, representado en ese niño que no ha recibido ni una pelotita, y te extiende la mano pidiendo una limosna?

 

No gozarías viendo a tus hijos, a tus nietos, convertidos en Reyes Magos? Parte de esos juguetes que han recibido estos días, y ya casi ni los miran, recuérdales, eso, que ha habido niños, como acabo de decirte, que no han recibido ni una pelotita.

 

Esta es la festividad de los Reyes Magos. Esta es la celebración de la Epifanía: la manifestación de Dios a todos y en  los hombres, de modo especial , iba a decir, en los pobres.