Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos

Juan 14, 1-6  

Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD

 

 

Lamentaciones 3,17-26
Salmo 129
Romanos 6,3-9
San Juan 14, 1-6
 

 

Uno de os monumentos de mármol del célebre cementerio de Génova representa a una madre muerte, colocada en un ataúd, y delante de él a su hija que está de rodillas. Pero entre la madre muerta y aquella hija deshecha por el llanto, está Cristo que extiende sus manos en actitud de consolar a ambas, a la vez que pronuncia estas palabras, como un rayo de esperanza que irrumpe del otro mundo: "Yo soy la resurrección".

Sí, Cristo es la resurrección, y ella es el eje de nuestra existencia, y en ella se centra la razón de nuestra vida. Por eso, ser cristiano, antes que nada, es creer en la resurrección de Jesús.

Fijaos bien, no somos cristianos por el hecho de creer en el pecado, ni en la muerte, ni en el más allá, ni en la misma cruz. Somos cristianos, porque creemos en el perdón, en la liberación del pecado. En una palabra: Somos cristianos porque creemos en la Resurrección de Cristo.

Por eso, el cristiano no es el hombre que nace y vive para morir. Yo soy un hombre, no destinado a la muerte. Yo soy un hombre destinado a la vida.

Un día Marta a los pies de Cristo, le pide por su hermano Lázaro. Y Cristo le dice: "Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?".

Esta es, pues la cuestión que Cristos plantea "¿Crees tú, nos dice a todos y a cada uno de nosotros, que yo soy la Resurrección? ¿ Crees tú que yo puedo dar la vida a un muerto, a ese muerto que eres tú, y a todos los muertos que te rodean?

Por eso, no me servirá de gran cosa, creer en la resurrección de Cristo, si no creo en mi propia resurrección Y lo interesante, no es resucitar dentro de diez, de veinte, de treinta años.. etc. Lo interesante, es resucitar hoy del estado de muerte al estado de vida, del estado de pecado al estado de gracia.

Hemos nacido para resucitar. Hemos nacido para vivir eternamente.

Pero, atención, no hemos nacido para resucitar en la otra vida, sino en ésta. No os escandalicéis, yo no creo en la otra vida. En una plegaria de los difuntos decimos: "La vida presente no termia, se transforma".

Yo creo en esta . En esta vida, que por un misterio insondable, un día se transformará en una vida perdurable, en una vida eterna. Por eso dije, que no creo en la otra vida, sino en la vida eterna. Es decir, en esta vida. En la que ahora estoy viviendo, que en un momento se hará eterna. Y si ahora soy luz , si ahora soy amor por una eternidad, viviré una vida de luz, una vida de amor. Por el contrario, si ahora mi vida es oscuridad y tiniebla, un día viviré una existencia llena de tinieblas y oscuridad. Si ahora en mi vida hay odio y rencor por toda una eternidad, viviré una eternidad de odio y de rencor. Y no lo olvidéis: el infierno no es más que "un lugar donde no se ama, donde no hay amor". Quien no ama aquí, ya está en el infierno.

Esforcémonos en amar, y jamás iremos a infierno. Amemos, amemos y jamás tendremos miedo al infierno.

Decía San Agustín, que "el tempo es semilla eternidad". Lo que sembremos en esta vida recogeremos , no en la otra, sino en la eternidad. Sembremos, pues, aquí, luz y amor, resucitaremos en una vida que ya ha comenzado, que ya es, pero que un día se convertirá en una vida perdurable, eterna; porque si tuvo principio, ya como decimos en el "Credo", no tendrá fin.

No ha mucho fue jubilado un sacerdote en la provincia de Salamanca. Había bautizado, dado la comunión, casado y enterrado a un sin número de generaciones. Como suele decirse: una institución. El pueblecito antes de despedirlo, un más que merecido homenaje,. El sacerdote, visiblemente emocionado, les sorprende en la homilía con estas sencillas, pero jugosas palabras: "Voy a revelaros un secreto que ni siquiera conoce mi familia. En mi. testamento he dejado escrito, mandado, que me entierren aquí entre vosotros". Y esto, por qué. ¿Para seguir viviendo entre vosotros? No. ¿Para seguir ayudándoos ? No. Que me entierren aquí, sencillamente, por esto: Porque deseo resucitar con vosotros.

Como no necesita comentario: deseo enterrarme aquí entre vosotros, porque deseo resucitar con vosotros, yo no añado ni una palabra más. Y termino , sencillamente, con la verdad fundamental de nuestro Credo: "Creo en la Resurrección de los muertos