Solemnidad. Natividad del Señor

Lucas 2, 1- 14: No temáis, os traigo una buena noticia, hoy en la ciudad de David, os ha nacido el Salvador. Lc. 2, 1-14 .

Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD 

 

Isaías 9, 1-3.5-6
Salmo 95
Tito 2, 11-14
Lucas 2, 1- 14

No temáis, os traigo una buena noticia, hoy en la ciudad de David, os ha nacido el Salvador. Lc. 2, 1-14

Esta mañana cuando nos hemos encontrado con los padres, los hermanos y los amigos, ha brotado de nuestro corazón un grito espontáneo: ¡ Feliz Navidad ¡ No preguntéis a nadie qué ha querido encerrar en ese grito. Ni sabría explicarlo. A lo sumo te diría, en él he querido encerrar todo lo bueno.

Alguien ha dicho que la Navidad es el mimo, el abrazo, el beso más fuerte de Dios al hombre. Y al igual que cuando alguien nos mima, nos abraza, nos besa de verdad, sentimos un "escalofrío" cálido, valga la paradoja, en todo nuestro ser; de la misma manera, en el día de Navidad, al sentirnos mimados, abrazados, besados por Dios, sentimos en todo nuestro ser, ese "escalofrío" cálido".

Ciertamente la cara de un Dios crucificado es una cosa muy seria. Pero yo me atrevo a decir, que no menos seria es la sonrisa de un Niño-Dios en la cuna. Por ello, se nos debiera helar la sangre, ante la remota idea, de que alguien pudiera reducir la Navidad a la alegría barata de panderetas, bombillas multicolores, y a un pedazo de turrón o mazapán.

Uno es libre para creer o no creer, que Dios se ha hecho hombre. Pero, a lo que no se tiene derecho, es a creer eso, sin echarse a temblar o, a pronunciar esa frase "Dios es ha hecho hombre", y pronunciarla como quien acaba de decir, "dos y dos son cuatro", o que "en invierno hace frío". Porque si se cree en esa verdad, a uno se le rompen todos los esquemas, se desajustan todos nuestros razonamientos, y se desconyuntan todos los conceptos humanos. Porque si Dios puede hacerse hombre, es que no son exactas todas las ideas que tenemos de Dios, Y, a la vez, estamos muy equivocados sobre lo que realmente es el hombre.

La Navidad nos trae un Dios distinto y un hombre distinto. Lo primero podríamos encerrarlo en estas pocas líneas: "Al ser recostado en un pesebre, y después servir y lavar los pies a sus discípulos, Dios se revela en lo más profundo de su divinidad, y nos da a conocer lo más hondo de su gloria".

Exacto, en la Navidad descubrimos, que Dios, mucho antes que, el "poder absoluto", es el "absoluto amor".

La Navidad nos demuestra que la verdadera grandeza de Dios, no está en haber creado al mundo, sino en su disponibilidad de renunciar a su grandeza por amor al hombre.. Todo el poder de Dios queda encerrado en un niño, arropado por unas frías pajas en un pesebre.

Este es el verdadero Dios que nos muestra la Navidad: el Dios rico en misericordia, el Dios loco de amor.

Pero al mismo tiempo la Navidad cambia también el concepto de hombre. Uno tiembla cuando hoy, quiere ponerse a la Humanidad por encima de Dios, cuando no relegarle al más absoluto de los olvidos. Sin embargo, los grandes pensadores, los grandes filósofos de ayer, no pensaron así.

Uno de ellos, Mateo Alemán, quizá un tanto irónico nos dice: "El mejor hombre, cuando es bueno es un poco de polvo: escoge qué polvo quieres ser: si tierra o ceniza, porque no hay otro". Por otra parte, Ganivet, casi contemporáneo nuestro, ironizaba diciendo que, " un hombre por mucho que valga, vale menos que la cantidad de aire que desaloja".

Por el contrario, la Navidad viene a decirnos que esas afirmaciones son falsas y equivocadas.

S. Juan de la Cruz, un hombre que ha sentido en su entraña, el soplo, la experiencia de Dios, nos dice que, "no ya el hombre, sino un solo pensamiento del mismo vale más que todo el mundo". Quizá Ortega y Gasset, lo expresó más sencillamente, más accesible a nosotros, cuando nos dice: "Si Dios se ha hecho hombre, es que ser hombre es lo más importante que se puede ser"

No entro a discutir si el hombre vale menos que la capacidad de aire que desaloja; pero en todo caso, el hombre es capaz de recibir dentro de sí, nada más y nada menos, que a todo un Dios. En Belén un niño proclama la grandeza de Dios, y al mismo tiempo nos señala la grandeza del hombre cuando éste se deja querer y amar de Dios.

Si esto es así, ¿cómo reducir la Navidad a un asunto de panderetas, turrón o mazapán?

Y termino con un pensamiento no menos poético que cristiano: "En la noche de Navidad cantaron los Ángeles y lloró el Niño-Dios. Son mucho más provechosas para el hombre las lágrimas del Niño-Dios en la cuna que el canto de los ángeles"