IV Domingo de Pascua, Ciclo B
San Juan. 10, 11-18: Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. Jn. 10, 11-18
Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD
Hechos de los Apóstoles 4,8-12
Salmo 117
I Juan 3,1-2
Juan. 10, 11-18
Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. Jn. 10,
11-18
Todos los días son días del Señor Pero de
modo especial para el cristiano, lo es el Domingo. Eso quiere decir "Domingo":
SEÑOR. A él, al "Señor", al Domingo, el cristiano, lo dedica, o se dedica, de un
modo particular. Luego, dentro de la sacralidad de cada Domingo, alguno o
algunos, revisten algunas características cualificadas. Tal sucede con el
Domingo que celebramos hoy: "El Domingo del Buen Pastor". . El Domingo del Buen
Pastor. Llamado así, mejor, fundamentado en unas palabras del buen Jesús, que en
hoy en el evangelio nos dice literalmente: "Yo soy el buen Pastor".
Una hermosa imagen que nos dice, quién es Jesús, y también, cuales deben ser
nuestra cualidades para con Él. A nadie le resulta desconocida, esa estampa tan
entrañable de las ovejas que siguen al pastor, ya de vuelta al redil.
A los judíos del tiempo de Jesús, impresionados por el ambiente pastoril, y las
referencias constantes de los profetas, esta imagen, les resultaba querida ,
elocuente y familiar.
La imagen del Buen Pastor, es una de las imágenes más acariciada y adentrada en
lo más profundo del corazón del cristiano. Y eso, desde los primeros tiempos de
la Iglesia.
Ya en las catacumbas se podía contemplar, cómo una de las imágenes más preciada
y venerada, era la del Buen Pastor, con su oveja al hombro, sacada de unos
zarzales, y llevada con todo cariño sobre los hombros.
Cristo tiene conciencia clara del oficio "sagrado" del Buen Pastor. Por ello,
cuando en cierta ocasión la gente le ha seguido, y las encuentra un tanto
desorientadas, no puede menos de exclamar: "Me dan lástima estas gentes, porque
se encuentran como ovejas sin pastor".
Jesús es el buen pastor, ya que todas las noches, antes de encerrar las ovejas,
las cuenta. Y, si falta una, no lo duda, deja las noventa y nueve en el redil, y
va a buscar a la perdida. Y una vez que la ha hallado, no tiene el menor reparo,
en cargarla sobre sus hombros.
Al amanecer, las va buscar al aprisco y las va llamando. Las suyas le conocen, y
él las conduce a pastizales verdes y abundantes.
Para entender esto claramente, hay que tener en cuenta, que en tiempos de Jesús,
cada pastor no tenía su prisco , sino que había uno o varios comunes. Y al
amanecer, como acabo de decir, las iba a buscar, llamaba a sus ovejas, y como
conocían su voz, y él las conocía, las suyas le seguían. Nos lo dice bien claro
Jesús en el evangelio de hoy: "Yo conozco a mis ovejas y las mías me conocen a
mí"
San Pablo ,que históricamente no conoció a Cristo, afirma que se siente
íntimamente unido a él. Es más, afirma: "Me amó y se entregó por mí". Lo mismo
podemos decir nosotros: "Pensó en mí más aún- como si fuera el único ser en el
mundo. Te lo repito, él nos dice: "Yo soy el buen Pastor, que conoce y llama a
cada una por su nombre".
Pero antes de seguir adelante, un interrogante: ¿Nosotros conocemos a Jesús?
Claro, podríamos decir, que lo conocemos. Sabemos que se hizo hombre. Que nació
de María Virgen. Que convivió con nosotros durante treinta y tres años. Que por
doquier que pasaba, iba haciendo el bien, bendiciendo y amando a todos, que
murió en la Cruz perdonando a todos. Pero tengamos presente que en las Sdas.
Escrituras la palabra "conocer" es sinónimo de "amar". Es decir, yo conozco a
Dios en tanto en cuanto le amo.
Claro que me puedes decir: Cristo me conoce a mí y sabe que estoy bautizado.
Pero, no olvides esto: para ser buen cristiano no basta estar bautizado, sino
"vivir" el bautismo.¡Para pensarlo!
Todo sacerdote puede y debe preguntarse: ¿Soy un pastor como Dios quiere? Mis
ovejas me conocen, pero ¿conozco a mis ovejas? ¿Me preocupo de todas por igual?
Ahora, me vas a permitir, que con toda sensibilidad, dé un salo insospechado.
Padre de familia: ¿has llegado a sospechar, a pensar, que Dios hace de ti,
quiere de ti, quiere que desempeñes el oficio de "buen pastor?. Lo sé, jamás
había pasado por tu imaginación. Pues, no lo dudes. Dios te concede, te ha
concedido esta gran dignidad, a la vez, que una gran responsabilidad. Por eso os
pregunto: ¿Conocéis a vuestros hijos? ¿Sabes cuántas son sus necesidades, sus
preocupaciones, sus problemas? ¿Les dedicáis tiempo, les escucháis con atención?
¿Tenéis cuenta que educar no es solamente enseñar, sino sacar lo mejor que hay
en cada uno de ellos?
El Señor quiere que "todos" seamos pastores los unos de los otros.
¡Cuánta oveja no anda descarriada, sencillamente, por eso, porque no hay un
pastor que la conduzca al redil! ¿No lo podríamos hacer tú o yo, o ambos a la
vez?
Porque como te digo, hay muchas ovejas que no encuentran el redil, o se han
salido de él. La Iglesia tiene sus puertas abiertas, no fuerza a nadie, pero en
nombre de Jesús, invita a todos, porque todos forman parte de su rebaño.
Todos debiéramos, o de todos, debemos preocuparnos. Yo quizá diría, que de un
modo especial, debiéramos tener presentes, a tantos jóvenes, quizá
desorientados, que se alimentan de pastos consumistas abundantes, pero vacíos,
cuando no envenenados, influenciados por corrientes laicistas negativas;
víctimas muchas veces de ambientes familiares y sociales, enrarecidos, por no
decir, envenenadas.
Señor, que seamos conscientes de tu rebaño. Asimismo, danos que en muchos casos,
seamos conscientes de que somos tus pastores.
Y me veo en la obligación de terminar la homilía, con los últimos versos de S.
Juan de la Cruz, en su conocido poema: "Un pastorcito", que no es otro que
Cristo con el corazón abierto, y los brazos extendidos en la cruz:
Y al cabo de un gran rato se ha encumbrado
sobre un árbol , do abrió sus brazos bellos,
y muerto se ha quedado asido de ellos,
el pecho del amor muy lastimado