XV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 6, 7- 13: Jesús fue enviando a los 12 de dos en dos. Ellos salieron a predicar la conversión. Echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. Marcos, cap. 6Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD
Amós 7, 12-15
Salmo 84
Efesios 1, 3-14
San Marcos 6, 7- 13
Jesús fue enviando a los 12 de dos en dos. Ellos salieron
a predicar la conversión. Echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos
enfermos y los curaban. Marcos, cap. 6
Al leer el evangelio de hoy, sin quererlo, me han venido a la memoria, unas
palabras de San Juan de Avila, natural de Almodóvar del Campo, al trazar las
líneas generales de cómo marchaba la Iglesia de su tiempo, y de cómo debía
machar.
Al parecer, según veía las cosas, había clérigos, dice, que vivían como grandes
señores de la época. Y todavía osaban aducir razones para justificar aquel lujo
y boato: El común parecer de ahora es que conviene ser los eclesiásticos ricos,
porque pueden tener sus pensiones y casas autorizadas con criados, mulas,
atavíos y cosas semejantes. Lo cual, dicen, es cosa honra de la Iglesia y de
Cristo cuyos ministro ellos son"
No te fijes en la materialidad de las palabras, que son de siglos anteriores,
sino en su espíritu, y pueden verse retratados los tiempos un tanto
materialistas de hoy.
A Juan de Avila, como digo del S. XVI, estos hechos con el evangelio en la mano,
le parecían infundados, por no decir, escandalosos. Primero, porque
escandalizaban a los pobres. Y segundo, porque iban abiertamente contra el
espíritu del evangelio. Y termina diciendo:" La honra de los ministros de Cristo
es seguir a su Señor". Palabras extensivas a todos y a cada uno de nosotros.
Penetra en su sentido, y verás, dejando a un lado, la materialidad de las
expresiones, propias de la época, y verás, que su espíritu es plenamente
evangélico.
Jesús cuando envía a sus apóstoles a anunciar la Buena Nueva, qué les pide;
mejor, ¿qué les manda? , que llevaran un bastón, y nada más, pero ni pan, ni
alforjas, ni dinero suelto en la faja; que llevaran sandalias, pero no una
túnica de repuesto. Hoy nadie critica esto Todo el mundo ve claramente su
espíritu. Está claro que no podemos intentar la aplicación de estas consigna de
Jesús a un mundo tan complejo como el nuestro. Pero ello no significa que no
tengan un sentido hoy. En medio de nuestra sociedad de la abundancia, hay muchos
cristianos que se esfuerzan por llevar a la práctica el espíritu de las palabras
de Jesús.
Pero, en lo que sí hemos de prestar mucha atención - por eso lo recordamos - es
en la insistencia de Jesús en la pobreza: "ni pan, ni morral, ni dinero, sino
sólo el calzado corriente, un bastón y un solo manto". ¡Señor, danos luz para
comprender el sentido de tus palabras, y fuerza para seguirlas!
Este estilo de predicar confiere credibilidad por sí mismo. Ante todo, libertad
y ligereza:, un discípulo cargado de equipaje, se hace sedentario, conservador,
incapaz d captar las novedades de Dios, y demasiado hábil para encontrar razones
utilitarias y considerar irrenunciable la "casa" donde se ha instalado y de la
que no quiere salir y demasiadas maletas que hacer, y demasiadas seguridades a
las que renunciar. ¡Creo que me entiendes!
Pero la pobreza es también fe: es la señal de que uno no confía en sí mismo, de
que no quiere estar asegurado a todo riesgo.
La misión es una comunión compartida. Los elegidos, convocados por Jesús, son
delegados, y participan de su autoridad, sobre los espíritus inmundos, el mal
halla ya en la tierra. Cuanto hagan y cuanto digan, será prolongación y
multiplicación de su hacer o decir: "No seréis vosotros los que habléis será el
espíritu de vuestro Padre quien hable por vosotros".
Siempre fue así, pero de modo especial en estos tiempos descreídos, abiertamente
antirreligiosos, donde no solapada, sino "abiertamente" se manifiesta una
declaración de guerra contra todo loo religioso. Se prescinde, se "arranca" a
Cristo de las escuelas, se le quiere hacer desaparecer del seno de la familia,
de la sociedad, de la vida pública y privada. Y lo triste es que se está
logrando. Tenemos un mundo deshumanizado. Desterrado Dios de la vida, ésta, se
vuelve inhumana. Ya ha algún tiempo, alguien dijo - no sé si acertadamente-
"Homo homini lupus". (El hombre para el hombre es un lobo). Si esto ayer tuvo
alguna razón de ser, hoy extendamos nuestra mirada por toda la geografía, y
veremos cómo los hombres en un sin numero de lugares y naciones, se están
despedazando como si fueran fieras.
Ciertamente el mundo no es humano, y no lo dudéis, la razón es porque Dios está
ausente. Pero, no miremos sólo a los otros, mirémonos a nosotros mismos, los que
nos decimos cristianos, y con la manos en el corazón, respondamos con
sinceridad, sin mirar a nadie, qué clase de mensaje damos cada uno de nosotros.
Qué equipaje llevamos en nuestro peregrinaje.
Pensemos que Dios no dejó el mundo abandonado a su suerte, sino que envió a sus
discípulos - a cada uno de nosotros- para ser en él su lugarteniente, frente al
espíritu del mal.
Tengamos presente que la fe no se defiende "conservándola" para uso propio,
viviendo a solas, alimentándola en la intimidad, sino "viéndola y dándosela" a
los demás con los que convivimos.
Y termino, la fe en Cristo, es pobreza, es libertad, y libertad es alegría. Esto
es lo que hoy el hombre necesita ver en la vida y escuchar y de los labios de
los profetas, en Cristo está la verdadera alegría y la verdadera libertad. Si
quieres ser libre y vivir alegre, ya lo sabes: sigue a Cristo.