XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 7, 30-37: Jesús les preguntó: De qué discutíais por el camino? Y añadió: quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos. San Marcos, cap. 9.

Autor: Padre Marcelino Izquierdo OCD 

 

Sabiduría 2, 12.17-20
Salmo 53
Santiago 3,16-4,3
San Marcos 9, 30-37:

 

Jesús les preguntó: De qué discutíais por el camino? Y añadió: quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos. San Marcos, cap. 9.

El Señor en el evangelio que acabamos de proclamar, adelanta a sus discípulos por segunda vez, la noticia de su muerte en la cruz y de su resurrección, pero aquellos hombres no entienden, como nos puede ocurrir a nosotros, lo que significa la cruz y la resurrección, y además les da miedo preguntarle sobre ello.

Siguen pensando en otro "Mesías", en el "Mesías" glorioso, triunfador poderoso.

Por eso, mientras Jesús les habla del servicio a los demás hasta el sacrificio, ellos están enzarzados en una discusión sobre quién era el más importante.

Entre aquellos hombres también entre los de hoy- había unos más listos, otros más radicales, otros más poderosos ¿quién sería el más importante?

También nosotros podríamos preguntarnos: ¿de qué discutimos? ¿Cuáles son nuestros anhelos e ilusiones? Merece la pena detenerse algún momento en ello.

No ha mucho apareció en el semanario Cattholique ilustrée francés, una encuesta sobre qué era lo más importante para los jóvenes. El 90% respondió que lo más importante era "triunfar en la vida". Parece noble. Pero el triunfar se constituye "sin más"como ideal; entonces se pasa entre la gente dando codazos para abrirse camino, siendo el primero y que los demás le sirvan. Ideal diametralmente opuesto al e Jesús, que nos dijo abiertamente: "No he venido a ser servido sino a servir".

Y un interrogante, ¿nosotros los cristianos, por qué no aprendemos del maestro Jesús...?

Llegados a Cafarnaún, ya en casa de Pedro, Jesús les pregunta : ¿Qué discutíais en el camino?. Ellos nos dice el evangelista , no contestaron , pues por el camino habían discutido, quién era más importante. Es curioso, mientras Jesús les dice, que ha e subir a Jerusalén, y que allí será entregado en manos de los hombres, que lo matarán; y a los tres días resucitará... Ellos discutiendo, ¿quién es el mayor?

A Cristo no le parece mal que hayan discutido quién es el más importante. Lo que le duele a Cristo, es que los hombres hayamos perdido el punto de mira, que el metro para medir las cosas, "no es su importancia, su grandeza, tal como el mundo lo mira"

Está claro, hay dos estilos de vida por una pare, el de Jesús, que reafirma llegará hasta el final por y por los demás. Es el camino pascual que han de seguir todos sus discípulos. Por otra parte, está el estilo de vida de los "mundanos" encarnado, por el momento, en los apóstoles. Ellos -y nosotros- vamos a lo nuestro. Con estas ambiciones en su corazón, no acaban de entender las palabras de Jesús .Y nada tiene de extraño, que no le contestaran.

Jesús nos advierte que no es su puntote mira. Que hemos de levantar el listón. No perdamos el tiempo, calculando nuestra altura con esos pobres y raquíticos criterios humanos, que no tienen nada de cristianos. ¿No acabamos de entender, que desde el momento, en que Dios ha "bajado" del cielo es ridículo pretender, "sobresalir"?.

Por eso, Jesús, acercando un niño, le pone en medio de ellos, lo abraza, y dice a sus discípulos:" El que acoge a un niño como este en mi nombre , me acoge a mí".

Pero, mucho cuidado con la interpretación de estas palabras, de este hecho. Tengamos presente, que la condición del niño en la Sociedad palestina, era muy distinta de la nuestra.

Hoy, lo sabemos todos, el niño corre el peligro de ser mimado, de ser idolatrado. En tiempos de Jesús, los hijos eran acogidos como una "bendición" de Dios para la familia. En las ceremonias nupciales, ante el umbral de la casa o de la tienda de los esposos, frecuentemente se partía una granada, significando los numerosos hijos que se deseaba a la pareja. (Me da la sensación de que algo ha cambiado en nuestros tiempos)

En este caso, pues, la figura blanca del niño, no es símbolo de inocencia y ternura, sino de marginación e indefensión. Los niños, sobre todo en las clases populares, eran pequeños esclavos de los adultos. En la familia hebrea se apreciaba más el "número que la valía personal".

El niño era un ser débil, pobre, y, sobe todo "necesitado". Cristo se identifica con un pobre, y, sobre todo, no lo perdamos de vista, con un "necesitado". "Cuando acogéis a uno de estos pobres, a uno de estos necesitados... , me acogéis a mi" .

No les puso como ejemplo al rico , al poderoso, al guerrero, sino al débil, sencillo, humilde y desarmado.

Ponerse al servicio de los demás, y acoger a un niño, con lo que eso significaba en tiempos de Jesús, es acoger al Señor.

"Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos".

Esto es seguir a Cristo. Es decir, ser en verdad cristiano. No nos engañemos