VI Domingo de Pascua, Ciclo B

San Juan 15, 9- 17: Permaneced en mi amor

Autor: Padre Miguel Esparza Fernández

 

 

 “En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor... Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.” (Jn 15, 9ss)

Suena con fuerza, en los textos de este domingo, la palabra amor. Y un amor al estilo de Dios, como lo vemos en Jesús: hasta dar la vida. O sea, sin reservas, sin cálculos, sin acepción de personas...

Somos muy dados a establecer medidas y comparaciones de cada uno de nosotros para con los demás. Y, cuando lo hacemos, acabamos construyendo una escalera de proximidad/lejanía de Dios con innumerables peldaños. En ellos, de más a menos, vamos colocando a cada uno de los demás según su “valor”. Así establecemos, como consecuencia, si merecen mayor o menor atención, crédito y servicio.

Sin embargo, cuando esa medida la establecemos comparándonos con el mismo Dios, todos nos descubrimos igualmente pequeños y necesitados. Y desde ahí nace un estilo igualitario en las relaciones de unos para con otros: un cristiano no piensa que vale más que un pagano, ni un hombre más que una mujer, ni un rico más que un pobre, ni un europeo más que un oriental o un africano, ni un sacerdote más que un laico... El más o el menos no pasan de ser meros signos aritméticos, pero no elementos que deben alterar el mundo de las relaciones humanas. Las diferencias entre unos y otros, vistas desde aquí, afectan sólo a la función, al trabajo que cada uno debe desarrollar, a la vocación de cada uno... y no a la dignidad o valor.

Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. También nosotros debemos amar, hasta dar la vida por los demás, es decir, por todos.