XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 7,31-37:
Proclamar la fe

Autor: Padre Miguel Esparza Fernández

 

 

"En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron a un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le pidieron que le impusiera la mano... le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua... Y, al momento, se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad..." (Mc 7,31-37)

Quizás por el contexto de nuestra acción pastoral en la Diócesis, de manera muy espontánea, el texto evangélico de este domingo me lleva a reflexionar sobre el testimonio cristiano. Como algo esencial e inevitable para el auténtico descubridor de Jesucristo. La gran limitación de aquel que llevan a Jesús es que no puede hablar. Y la gran curación consiste en devolverle esa capacidad: "se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad". Esto, claro está, después que Jesús le abrió los oídos. Con lo que tenemos que aquel que se aproxima a Jesús y recibe e profundidad su impacto, habla desde Él a los demás.

Eso es el testimonio: hablar a los otros de lo que uno sabe. En este caso, como cristianos, hablar a los demás del mismo Jesús.

La fe no es algo que debamos reservar para nosotros mismos. Hemos de publicarla. Para que llegue a cuantos más mejor. Y esa es nuestra responsabilidad: ser instrumentos a través de los que debe darse ese anuncio y propagación. Por eso, allí donde estemos, hemos de estar hablando de Jesús de Nazaret como el Salvador. Y sólo así Él se hará presente en determinados ambientes.

Ese hablar consiste en una manera de vivir. No se trata de "echar sermones", que, si es necesario, también. Se trata de dejar claro ante los que nos vean que nuestras convicciones coinciden con los calores del Evangelio, y que, para nosotros, eso da sentido a nuestra vida.

¿Entendemos ahora un poco mejor la concreción de nuestro trabajo pastoral diocesano: "Desde Jesucristo, en la Iglesia, para el Mundo"? Ojalá y se nos "suelte la lengua" y hablemos sin dificultad, sin miedos, sin complejos de aquello que creemos. Aunque, para ello, siguiendo el Evangelio de hoy, hemos de escuchar mucho y muy atentamente a Jesucristo, para que nuestra vida esté realmente llena de él.