XXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 8, 27-35:
Un Mesías sufriente

Autor: Padre Miguel Esparza Fernández

 

 

“En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a la aldea de Cesarea de Felipe; por el camino, preguntó s a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo?... Y vosotros, ¿quién decís que soy? Pedro le contestó: Tú eres el Mesías. Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y empezó a instruirles: El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho… y resucitar al tercer día…” (Mc 827-35)

Lo que expresa Pedro parece el sentir unánime de los apóstoles, que tanto habrían hablado entre ellos sobre Jesús. Cada vez más, se fueron convenciendo de que era el Mesías. “Tú eres el Mesías”. A diferencia de la gente, que sólo se guiaba por los milagros que el Maestro realizaba… sin más profundización en su persona y en su mensaje. “Unos, Juan Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas”. Para ellos sigue siendo sólo un precursor.

Pero la fe de Pedro aún no es completa. Porque sigue pensando en un Mesías político, triunfador y sin necesidad de pasar por dificultades. “El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho… Tú piensas como los hombres, no como Dios”.

También es aleccionador contemplar a Jesús en medio de la tentación. Porque el pasaje evangélico está atravesado por la dificultad de Jesús para aceptar su misión. Ya la experimentó en el momento de comenzar su tarea pública. Vuelve a experimentarla cuando asume su medianidad sufriente. Volverá a sufrirla en Getsemaní. Gritó su abandono en la misma cruz… Es decir, siempre que reasume su vocación mesiánica, se le hace presente la tentación del abandono. Esto puede estar indicando el “es necesario” con que hoy anuncia su pasión.

Se ve que la fe en Jesucristo es algo mucho más hondo y comprometedor de lo que tantas veces pensamos. No se es creyente cristiano sólo por haber oído hablar de Jesús, ni por utilizar expresiones y prácticas que expresen nuestro aprecio por Él. No se es creyente cristiano sólo por pertenecer a un ambiente en que se habla de Jesús. No se es creyente cristiano si no llegamos para con Él más allá de su atracción, buen hablar, cercanía para con todos… Mientras no veamos en Jesús de Nazaret al Hijo de Dios hecho hombre por los hombres, estaremos ante un personaje más de tantos como han existido en nuestra historia, con todas las cualidades que queramos, pero que no son El Salvador. Cuando tiene lugar este descubrimiento, todo cambia en nuestra vida… y, entonces, sólo entonces, somos auténticos creyentes cristianos.

Se ve que la fe en Jesucristo no nos exime de ningún esfuerzo y compromiso por nuestra parte. ¡Tantas veces concebimos al Mesías como el que nos soluciona todo y nos facilita todo! La cruz estará siempre presente. En Jesús y en nosotros, que habremos de completar en nuestra vida lo que falte a su pasión. Ser creyente cristiano es comprometerse en la consecución de un mundo nuevo. Y esto exige esfuerzo y sufrimiento.

Se ve que ser creyente cristiano es algo que se vive en medio de la duda y de la incertidumbre. La tentación de justificar nuestra falta de entrega es una constante en nuestra vida. Como los invitados a la boda, serán nuestras tierras u otros compromisos los que antepongamos para no continuar. Como los fariseos y publicanos, nos debatiremos en aquilatar la noción de prójimo para limitar el hasta quién y hasta dónde tiene que llegar nuestra entrega…. Es normal. Pero el ejemplo de Cristo tiene que lanzarnos, sabiendo que todo eso es “necesario”, inevitable en el descubrimiento de la voluntad de Dios en nuestra vida, en su aceptación y en nuestra entrega a nuestros hermanos.