IV Domingo de Adviento, Ciclo C
San Lucas 1,39-45:
El regalo de la vida

Autor: Padre Miguel Esparza Fernández

 

 

"En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura de gozo en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en frito: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!" (Lc 1,39-45)

Leyendo este pasaje, hoy, he pensado en todas las mujeres que, en estos momentos, están embarazadas. Como la Virgen, han experimentado en su seno el estremecimiento que supone la presencia de una nueva vida. Las hay primerizas, que, sobre todo, viven el acontecimiento con ilusión y con los nervios de lo desconocido. Las hay experimentadas, que aguardan serenas el momento del alumbramiento... Las hay acomodadas, que tienen todo dispuesto, hasta el último detalle. Las hay con dificultades económicas, que tendrán que estrecharse aún más (incluso en la casa) para acoger al recién nacido... Las hay felizmente casadas, que contarán con la cercanía y ayuda de los suyos. Las hay que, por diversos motivos, no van a tener a nadie a su lado en ese momento importante... Las hay alegres y felices, que están deseando estrechar entre sus brazos al que va a nacer. Las hay tristes y contrariadas, que no brindarán una sonrisa a su nuevo hijo o que, incluso sin verlo, se lo darán a otros... Las hay que sueñan ya con un futuro, para el que acompañarán sin regateos. Las hay que, en cuanto puedan, interrumpirán su embarazo...

No es fácil nacer, ¿verdad? Y esto me llevaba a pensar en el niño que se encuentra en el vientre de todas esas madres. Es curioso: muchas veces, es en el que menos pensamos. Nos preocupa la madre: su salud, su trabajo, su futuro... Y está muy bien. Pero, ¿y el niño?

No creo que sea un disparate. Hoy, leyendo el Evangelio, he vuelto a ver muy claro que el niño, en el vientre de su madre, ya está siendo consciente de su situación. "Saltó la criatura de gozo en el vientre". ¿Nos hemos preguntado alguna vez qué experimentan los niños, qué viven en esa etapa de su vida? Los hay que se sienten queridos y que experimentan la alegría que vive su madre. Los hay que perciben cómo se quieren sus padres. Los hay que oyen a su madre rezar y se suman poco a poco a sus oraciones. Los hay que sufren por el cansancio de la mamá. Los hay que están deseosos por ver a sus hermanos, a los que ahora sólo oyen. Los hay que se preguntan qué es eso de jugar, que tanta alegría proporciona. Los hay que se mueren de ganas por celebrar un cumpleaños. Los hay que se han aprendido el nombre que le van a imponer... Y, a veces, se acurrucan tranquilos y confiados; y, otras, se mueven contentos. Y los hay... que no saltan de gozo... que participan de la tristeza que se vive a su alrededor... que temen incluso por su vida...

Hoy se nos invita a acoger agradecidos y alegres la vida que Dios nos regala en cada niño que nace. Primeramente, los padres, y, de manera muy particular, las madres. Pero también todos nosotros. Porque la sociedad entera tiene que saberse comprometida a crear un ambiente en que se crezca con la dignidad que merece toda persona humana, sin excepciones.

Pregúntate: ¿Consideras tu manera de ser y de vivir, el ambiente propicio que necesita y merece todo recién nacido?

Ojalá y acojamos con gozo al Niño de Belén. En Él, aprenderemos a querer y a apreciar la vida que se nos regala.

¡FELIZ NAVIDAD!
 


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