II Domingo de Navidad, Ciclo C.
San Juan 1,1-18:
Palabras de Palabra

Autor: Padre Miguel Esparza Fernández

 

 

""En el principio, ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios...Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros... A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer" (Jn1,1-18)

"A Dios nadie lo ha visto jamás". Es tan superior a nosotros, que resulta imposible. Somos incapaces de abarcarlo. Nos supera y excede. Él es el creador, la vida, la luz, la verdad, la sabiduría, la belleza, el todopoderoso...

Pero ese Dios tan otro, encontró la manera de acercarse a nosotros y de hacérsenos asequible. "La Palabra se hizo carne". Así. Tomó nuestra misma naturaleza, se hizo uno de nosotros. Y, de este modo, pudimos verlo, tocarlo, oírlo... Se hizo palabra inteligible para nosotros. Habló en nuestro dialecto. Y pudimos descubrir asombrados el abismo insondable del ser de Dios.

Dios, en Jesucristo, fue "dado a luz". Ese es el misterio de la Navidad, el de un Nacimiento, el de un "salir a la luz" y darse a conocer a todos los que lo contemplen. Apoyándonos en el concepto de palabra, que hoy nos aporta la Liturgia, diríamos que Jesucristo es para nosotros una "traducción" del ser de Dios. O, si queréis, es como una "edición", un libro en el que se contiene toda su intimidad y por el que podemos acceder a ella. Sin duda, una edición de lujo. Y fidelísima al original. Casi un facsímil. "Quien me ha visto a mí ha visto al Padre".
Ya nadie tiene excusa para decir que Dios le queda lejano. Ya no vale decir que no nos ha hablado. Ya no podemos afirmar que desconocemos sus planes. Ya no es serio instalarse en la indiferencia. Por lo menos, tendríamos todos que hacer la experiencia de acercarnos a Jesús, la "edición típica" para nosotros del ser de Dios. Y leerlo, y conocerlo a fondo. Y sólo después (porque nuestra libertad, también después de Jesucristo, sigue intacta para Dios: "los suyos no lo recibieron"), decidir si con Él o lejos de Él. Hay que hacer la experiencia. El trato con Jesús, el conocimiento de su persona y de su mensaje, la valoración de su proyecto de vida son tarea inevitable para el que quiera decidir seriamente en su vida.

Y una cosa más. Ninguna edición tiene un solo ejemplar. Ninguna edición, por lo general, es tampoco única. Suele haber múltiples y variadas ediciones de una misma obra. Y la diversidad proviene, entre otras cosas, de la calidad. Calidad objetiva, que, sin embargo, no coincide siempre con la calidad subjetiva. Hay ediciones lujosas, riquísimas, costosísimas. Y hay ediciones en rústica, en cartoné, en plástico. Y las hay de bolsillo, pequeñitas. ¡Y todas valen! Lo normal es, incluso, que las más pobres sean las más prácticas y útiles. Sin ellas, no podríamos acercarnos a la "edición típica".

¿Por qué digo esto? Porque cada uno de los que aceptan a Cristo, se convierte, a su vez, en palabra que revela el ser de Dios. Todo cristiano es una "edición" de la Palabra hecha carne. Nuestras vidas se convierten en cercanía y aproximación del Dios de Jesucristo para todo el que nos trata y contempla. Y no vale decir que nuestra vida no tiene importancia, que es muy corrientita, que no ocupamos puestos de relevancia y de influencia... Serás una edición "barata", serás una edición "de bolsillo", serás una edición de "papel reciclado", serás una edición compartida con miles de ejemplares... pero, al fin, manifestación de Jesús de Nazaret, la Palabra de Dios hecha carne por y para nosotros.

Ojalá y todos los que nos consideramos cristianos sepamos hablar en nuestros ambientes un lenguaje que revele a todos al Dios Salvador.

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