III Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C.
San Lucas 1-1-4; 4, 14-21: Jesús de Nazaret, la Buena Noticia

Autor: Padre Miguel Esparza Fernández

 

 

"En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea, con la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan...El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos a la libertad, y para anunciar el año de gracia del Señor... Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él" (Lc 4,14ss)

Desde entonces, han cambiado mucho las cosas. Esa escena que nos narra el Evangelio, y que destaca la atención que todos te prestaban, Señor, hoy no se da. Son muchos, cada vez más, los que se manifiestan indiferentes para contigo. Abundan los que incluso se las dan de no creer en Dios. Los hay que se ponen nerviosos con tu Iglesia y con los que más se comprometen con ella. No faltan aquellos que hacen lo posible por contradecir y eliminar lo que tenga que ver con la fe, con tu persona y con tu mensaje.

Entre nosotros, no se lleva eso de ser creyentes. Y mucho menos eso de ser cristianos. Porque todavía quedan los que dicen creer en "algo"; pero en ti, Jesús de Nazaret... Y tildan de anticuados a los que aún mantienen con fidelidad sus creencias. Y hablan de la necesidad de modernizarse, ahora que estamos en el siglo XXI. Y hablan de la inseguridad de los datos históricos que se manejan como fundamento de nuestras afirmaciones. Y hablan de la dignidad del ser humano, que no debe someterse a nadie. Y hablan de la fuerza de la razón. Y hablan de aprovechar la vida que se nos escapa. Y hablan...

Todo esto, Señor, hace mella en los mismos creyentes. Y son cada vez menos los que profesan su fe. Ha disminuido muchísimo la práctica religiosa. Ha descendido alarmantemente el número de los que se entregan de modo radical y de por vida a tu seguimiento. No contamos con demasiadas familias que transmitan los valores del Evangelio. Escasean los cristianos que mantengan el tipo en medio de sus ambientes de trabajo, de vecindad, de ocio...

Nos preguntamos, Señor, por qué. Si tu mensaje es el mismo, si tu persona es la misma, si tu proyecto de salvación es el mismo. ¿Por qué hoy no interesas a tantos? Cuando hago esta pregunta, algunos me responden refiriéndose a la cultura en que vivimos. Y es verdad. Algunos se fijan en el progreso que disfrutamos. Y es verdad. Algunos se refieren a la fuerza del mal. Y es verdad... Pero, si te soy sincero, la respuesta que más me impacta es la de aquellos que señalan como causa muy fuerte de la increencia de nuestro tiempo la falta de testimonio de los mismos cristianos. ¡Y es verdad! Porque, tantísimas veces, no vivimos de acuerdo con aquello que decimos creer. Como si ni a nosotros nos convenciera. Y, por eso, no atraemos, nuestra vida no cuestiona a nadie... y Tú no eres dado a conocer.

Ayúdanos, Señor, a vivir con coherencia nuestra fe. Ayúdanos a hacerla vida. Ayúdanos a tener siempre claro que ser cristiano es el mejor servicio que podemos hacer a toda la humanidad. Ayúdanos a descubrir como esencial en nuestra fe la entrega y el servicio a todos, especialmente a los más pobres y necesitados. Sólo así el mundo te reconocerá como la Buena Noticia de la Salvación.

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