II Domingo de Cuaresma, Ciclo A
Mateo 17, 1-9: La autenticidad cristianaAutor: Mons. Miguel Esteban Hesayne
La Cuaresma es
tiempo de evaluar nuestra conversión a Jesucristo y su Evangelio. No perdamos
tiempo en simples prácticas piadosas que contentan nuestro sentimiento
religioso. De quedarnos en esta sensiblería cuaresmal estamos siendo infieles al
proyecto de Dios.- Hoy a nosotros, como hace siglos al Patriarca Abraham, Dios
al presentarnos a Jesús como Maestro y Modelo de nuestra existencia personal,
nos está llamando a vivir un nuevo proyecto. El proyecto de vida
personal-familiar-social-política coherente con los valores que presenta
el Evangelio de Jesús.
La Cuaresma es tiempo de hurgar en nuestra interioridad. De bajar a lo
más hondo de nuestro corazón para
investigarnos sobre nuestras más
íntimas motivaciones Es tiempo de sinceramiento personal para ir logrando una
vida cristiana de madurez en real seguimiento a Jesucristo.
Es tiempo de discernimiento haciéndonos preguntas despiadadamente
sinceras para con nosotros mismos. Si no somos coherentes con el
programa del Evangelio a secas, el seguimiento a Jesús no ha calado en la médula
de nuestra existencia. Es un polvillo o barniz que tranquiliza y hasta puede
servir de salvoconducto de “bueno” o “religioso” para utilidad social o
eclesiástica.-
Seguir a Jesús es un riesgo y una aventura. El riesgo de abandonar
una tierra llena de esclavitudes… a la que uno en cierta manera se ha hecho y en
la que se va tirando con ciertas componendas. “Todo el mundo
lo hace” - nos decimos. Y para no remar en contra corriente nos dejamos llevar
de la corriente sin discernir si es coherente o no con criterios o
actitudes del Maestro y Modelo absoluto: JESÚS, la Palabra de
Dios. Una mayoría de católicos - aún muchos piadosos, no
viven en un constante discernimiento. No piensan que el Bautismo de Jesús es
para hacernos capaces de encarar la existencia
humana entera con el Evangelio de Jesús sin componendas. Es Sí-Sí. No-No,
exigido explícitamente por Jesús a quien pretenda
seguirlo. Jesús no admite medianías. Habla de arriesgar toda la vida. “El que
pretenda conservar su vida, la perderá; en cambio, el que la pierde, la
recobrará”. ( Lc.17, 33)
Ser cristiano-cristiano es la más grande y auténtica osadía… es la
más grande aventura a la que se puede atrever una creatura
humana. Una aventura que ciertamente termina en una
ventura impensada,
siempre que no se “juegue” a ser cristiano. El que descubrió el
tesoro en
el campo, vendió todo cuanto poseía ( Mt.13, 44) Es la otra parábola evangélica
que exige una Fe en Jesús abarcativa de todas las dimensiones de la
existencia humana. S. Pablo lo expresa en forma lapidaria a los cristianos de su
tiempo: “mi vivir humano
de ahora es un vivir de la Fe en el
Hijo de Dios que me demostró su amor entregándose por mí ( Gal. 2,20)
Y les da un test de madurez y autenticidad de
la Fe Cristiana en una vivencia original, fresca,
dinámica, gozosa, creciente, comprometida, radical que nos
conduce a la
aventura de una experiencia liberadora, con
libertad de familia de Dios, capaz de lograr una convivencia solidaria
de comunión fraternal. “…procedan guiados por el
Espíritu y nunca cederán a deseos rastreros… las acciones de los bajos instintos
son: lujuria, inmoralidad, libertinaje, idolatría, magia, enemistades,
discordia, rivalidad, borracheras, orgías y cosas por el estilo… los que se dan
a eso, no heredarán el Reino de Dios. En cambio, nos advierte
el Apóstol, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz,
tolerancia, empatía, generosidad, fidelidad, sencillez, dominio de sí.” (Gal.5,
16 ss)
Test programático para cristianas/os de todos los tiempos. Test para
caracterizar la sociedad humana en general, y en especial a las comunidades
cristianas. ¿Qué prevalece? ¿Las acciones de los bajos instintos o
los frutos del Espíritu? En lo personal y comunitario, la Cuaresma es una
renovada
llamada divina a que abramos nuestros corazones
a la irrupción del Espíritu con sus frutos, para ser capaces de
transformar la historia empecatada en historia de salvación cristiana
viviendo los valores del Reino.