II Domingo de Cuaresma, Ciclo B
Marcos 9, 2-10:
Volvernos a Jesús (II)

Autor: Mons. Miguel Esteban Hesayne

 

 

En la homilía de la semana pasada concluimos  que frente a la crisis mundial la Iglesia (Pueblo de Dios, Comunidad de los creyentes en Jesús muerto y resucitado) tiene por única y gran  misión ofrecer la Fe en Jesús Salvador. Nada más y nada menos. Y tal es así que la fidelidad al mandato de Jesús sintetizado en Mateo 28, 19  “vayan y háganme discípulos…” marca el nivel de una auténtica evangelización de la gente. Por eso, un teólogo notable ha formulado un juicio tan severo para la Iglesia al afirmar que la descristianización de Europa se debe a que la Iglesia ha venido enseñando un cristianismo sin Cristo[1]

            Gracias a una intervención del Espíritu Santo en la boca de Juan XXIII dando la voz de orden de volver a la Fuentes, el Concilio Vaticano II, urge a la gente bautizada a que abra con frecuencia los Evangelios para redescubrir la verdadera imagen de Jesús… desdibujada -con rostros atrayentes quizá- pero que no reflejan lo más profundo de su personalidad. Necesitamos conocerlo de manera más viva y concreta… Tarea de una vida, como es el conocimiento de persona a persona. Si no vamos a las Fuentes, seguiremos con la imagen que nos hicimos de Jesús desde niños o jóvenes a raíz de estampas, estatuas o películas… Y corremos el riesgo aún de leer los Evangelios desde esas imágenes y no a la inversa, que la lectura orante de las narraciones evangélicas nos hagan percibir quién es Jesús, desde lo meramente y elemental humano hasta el hondón maravilloso de su persona divina.

            Dije tarea de toda la vida. La Fe Cristiana, es la mismísima Fe que el mismo Jesús exigía a cuantos lo rodeaban en su tierra palestina. Es la Fe que viene de lo alto que potencia nuestra razón para penetrar la transcendencia y hacerla nuestra inmanencia. Es la experiencia del discípulo de Jesús. Es la experiencia que tuvo S.Pablo  y que la manifestó,  en forma precisa, a los gálatas (2,20) “Y ya no soy el que vive sino que es Jesucristo quién vive en mi”. Experiencia que no la tuvo de un momento para otro, como  cuando el mismo Jesús se le apareció camino a Damasco y se transformó de perseguidor de la Iglesia a apóstol de esa misma Iglesia. Con los años logró una simbiosis misteriosa con Jesús Resucitado  tal como refleja en todas sus cartas. Con toda naturalidad como habla de su relación con Pedro y  demás apóstoles, comenta las nuevas actitudes y nuevos criterios, la nueva mentalidad  que resultan en el  trato personal con Jesús Resucitado. Comentando su  experiencia  con Jesús Resucitado en sus largos momentos de encuentros orantes, llega a ser terminante: “ Y mi vivir humano, ahora, es un vivir de la FE en el Hijo de Dios” (Gal.2,20) Es la experiencia del encuentro a nivel Fe a la está llamado a vivir el creyente en Jesús Resucitado.

Si los católicos argentinos cambian la imagen de Jesús reducida, en muchos, a un ícono cultual y se ponen a buscar  la realidad del Resucitado en sus propias existencias se sentirán llamados  a construir el Reino, aquí y ahora. Y el mundo nuevo no será un simple slogan sino que se irán creando espacios reales del ansiado mundo justo y fraternal. Esto acontece cuando dos o tres bautizados se van transformando en discípulos de Jesús. Y esta transformación sucede en el silencio de la lectura orante y reflexiva de los Evangelios en cuyas páginas se refleja la personalidad humano-divina de Jesús Salvador que  señala  el Camino de la Verdad y la Vida (Jn.14, 6) para quien lo busque con ganas de ser su fiel seguidor.

            Es un hecho, persona que se toma su tiempo para buscar con sincero corazón a Jesús en los Evangelios, proyectados a su vida personal, encuentra su propio camino y la Verdad de su propia Vida. Jesús, el “real,” no el fabricado por la imaginación religiosa, lo atrae hacia sí como un divino imán… (Cfr. Juan 3,14-15)


[1] Karl Adam en la Esencia del Cristianismo.