XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23: La Gente Joven y un Joven Mapuche

Autor: Mons. Miguel Esteban Hesayne

           

En este fin de semana, desde hace décadas acontece en la Patagonía un hecho insólito. Los “Medios” no lo publicitan, al menos lo suficiente. Millares de peregrinos principalmente jóvenes- chicas y muchachos- recorren también millares de kilómetros y acampan en un pueblito muy pequeño de la Pcía de Río Negro: Chimpay…¿A que van?

A una “fiesta”. No de boliches y borracheras. Sino a la “fiesta” de encontrarse con la vida de un jovencito mapuche que buscando cómo ser útil a su gente, encontró su vocación. Para él fue ser sacerdote salesiano. Entendió que lo mejor que podía hacer era entregar su vida para que su gente conociera la Buena Noticia de Jesús…No lo pudo hacer en esta vida , porque murió jovencito. Y lo está haciendo desde el Cielo…

He pensado compartir con Uds. el mensaje que hice llegar a los peregrinos de estos días, a pedido del actual Obispo de Viedma, Esteban Laxague. La Argentina necesita de chicas y muchachos que sacudan la indiferencia o la esclavitud  del simple placer y entreguen su juventud a dar la Buena Nueva de Jesús en los ambientes dónde actúen y desde la vocación a la que están llamados.

            “A todos les digo que ruego, incesantemente, para que sean felices. Y lo serán, porque el Papito-Dios así lo quiere, puesto que existimos porque Dios ha pensado con cariño divino en cada uno de nosotros para vivir felices.  Como lo hizo nuestro   Beato Ceferino es cosa de descubrir esa  idea que Dios tiene para cada uno. Es lo que llamamos la propia vocación. Es lo  más importante que podemos hacer en esta vida porque Dios que es puro Amor no puede pensar, para cada uno de nosotros, otra cosa que  lo mejor para cada uno. Lo mejor entonces que nos puede pasar, es encontrar el proyecto de Dios sobre cada uno. Sencillamente, es descubrir que “quiere Dios de mi…”,  ha de pensar cada uno. Es la primera preocupación de quién quiera ser realmente feliz…es decir, vivir contento…lográndose como ser humano viviendo con fidelidad su propia vocación…

Por eso, les pido a la gente grande  que se comporten con la gente joven, como se comportó S.Juan el Bautista, que habiendo conocido a Jesús se los mostraba a sus  jóvenes discípulos, como el Salvador  de sus propias vidas… Uds. Papás y Mamás, maestros y maestras, gente mayor cristiana, movilicen a chicas y muchachos para que descubran a Jesús, El es el único Camino que los hará fuertes y alegres y les hará comprender que la juventud no está hecha para el placer que degrada sino para el heroísmo que  engrandece; él es la Verdad que les dará la verdadera libertad que tanto ansían, él les infundirá un torrente de  Vida que les dará una vida alegre y emprendedora de bienestar para quiénes los rodean...

Chicas y Muchachos!!! escuchen a quiénes les muestren a Jesús y les aseguro que apenas Uds. quieran encontrarse con Jesús…Jesús, que los ama tanto hasta entregar su propia vida por cada uno en de Uds., les irá comunicando, en forma silenciosa e inesperada, qué tienen  hacer para ser felices…Con seguridad total, los va a librar de los intereses  perversos de los que se llenan de plata con la ruina de Uds., Arruinan el vigor juvenil con la droga, la cerveza y el vino…fuera y dentro de boliches nocturnos donde sus dueños ganan mucha plata y  la gran mayoría de Uds. –chicas y muchachos- desperdician sus vidas y hasta encuentran una muerte prematura.

 Sean libres con la libertad de las hijas e hijos de Dios, realizándose en el proyecto de vida que Jesús conoce para cada uno de Uds. Como el Beato Ceferino, busquen ese proyecto y lo encontrarán como lo él lo encontró,  orando a Jesús y acompañándose de María Santísima Nuestra Madre espiritual

            Los dejo con  un consejo que en mis 86 años no me ha fallado: todos los días pregúntele a Dios diciéndo: JESUS, QUE QUERÉS QUE YO HAGA CON MI VIDA y luego un saludo a su Madre y Madre Nuestra con un Ave María o con una simple invocación de su nombre…como lo hacía nuestro querido  Beato Ceferino…”