XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 7,31-37: La indiferencia ante la violencia

Autor: Mons. Miguel Esteban Hesayne

           

La sociedad argentina se está sumiendo, nuevamente, en una violencia social. Es una observación que salta a la vista. No nos podemos quedar con el lamento en los labios y el temor o la angustia en el corazón. Es ya violencia la indiferencia ante una situación de violencia. Al menos lo es por silenciosa complicidad. La persona humana no es una isla. La Persona humana es un “adentro”:un “yo”…y un “afuera”: un “nosotros”. Lo quiera o no lo quiera…Cuando no se acepta esta doble dimensión del ser humano irrumpe el desorden, desde el conyugal familiar al social político. Es lo que  acontece en la Argentina actual. Por eso, no puede extrañarnos que la violencia sea “noticia” diaria…Hay mucha indiferencia de muchos, hasta tanto no se les “toca”…sobre todo el bolsillo…No conozco ningún cacerolazo por la droga al alcance de la adolescencia y juventud o  por papás y mamás  sin trabajo, con la muerte,  en puerta,  para sus chicos por indigencia  y desnutrición. Tampoco hay medidas gubernamentales eficaces, al respecto. Y, en general, en la Argentina crece nuestra niñez y se desarrolla nuestra juventud, en un mundo de violencia, es decir,  falto de Paz real. Y los adultos hipócritas los culpan o los instrumentalizan, para llevar adelante sus ideologías de izquierda ó de derecha ó de centro, buscando su propios interéses de dinero, de poder dominador y hasta de placer sin límites.

. Para revertir  la actual situación familiar-social-política de la Argentina, hemos de recuperar el contenido de las palabras…de los substantivos y de los verbos que se usan corrientemente. La decadencia moral que sufre una sociedad, se inicia en el corazón de la ciudadanía  engendrando la corrupción de costumbres y de las relaciones humanas. La manifestación más evidente, es la corrupción de las palabras.

¿Que tenemos que hacer?   Me dirijo, en primer término, a seguidores de Jesús y su Evangelio y ofrezco el mensaje cristiano a toda persona que lo quiera recibir. Nosotros los cristianos sabemos o deberíamos saber, que cualquier tipo de violencia venga de donde venga, no la debemos tolerar ¿Porqué? Porque somos discípulos de Jesús, el “Príncipe de la PAZ”, en cuyo nacimiento el Cielo cantó “PAZ a los hombres de buena voluntad” y en todas sus apariciones de Resucitado abre sus labios para saludar anunciando la PAZ, como consigna del Mundo Nuevo que El  inició.

Lo primero que tenemos que hacer, entonces, es recuperar el verdadero sentido de la palabra Paz,  en clave cristiana. El mismísimo Jesús aclaró que El da “su” PAZ ; es decir, con el sentido anunciado ya por el profeta Isaías, que, al describir, proféticamente, el Reino del Príncipe de la Paz, anuncia: “…(Los hombres) edificarán casas y las habitarán y plantarán viñas y comerán de su fruto. No acontecerá que ellos edifiquen y sea otro el que habite; ni plantarán para que el otro sea el que coma…no se fatigarán en vano mis escogidos ni tendrán hijos que los conturben…”[1] Y el profeta Zacarías completa diciendo “ En aquel día, convidará cada uno a su vecino a la sombra de su parra y de su higuera” Es que   la PAZ de Jesús no es una  simple ausencia de conflicto.  El contenido real de la Paz de Jesús es  una armoniosa convivencia humana, en un perfecto juego de derechos y obligaciones  De ahí que,  S.Pablo,  llega a identificar el Shalom(PAZ) con el mismo Jesús Resucitado: “ Pues Él es nuestra PAZ ( Shalom) el que ha roto el muro de separación, la enemistad”. (Efesios 2, 14´15) En la Argentina, de hoy, en la que se han levantado muros ideológicos, creando enemistades y exclusiones, el desafío, para los seguidores de Jesús, es buscar caminos de una auténtica Paz social-política, codo a codo con hombres y mujeres sinceros, honestos, solidarios,  creyentes o no, para que los enemigos se reconcilien y la  justicia social sea realidad con trabajo, educación, salud  techo y Dios.   


[1] Isaías 65. 17.21-23