Juan 6,51-58:
Te alimentó con el maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres * El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo * Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebidaAutor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Te alimentó con el
maná, que tú no conocías ni conocieron tus padres * El pan es uno, y así
nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo * Mi carne es verdadera
comida, y mi sangre es verdadera bebida
Textos para este día:
Deuteronomio 8,2-3.14b-16a:
Moisés habló al pueblo, diciendo: "Recuerda el camino que el Señor, tu
Dios, te ha hecho recorrer estos cuarenta años por el desierto; para afligirte,
para ponerte a prueba y conocer tus intenciones: si guardas sus preceptos o no.
Él te afligió haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú
no conocías ni conocieron tus padres, para enseñarte que no sólo vive el hombre
de pan, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. No te olvides del Señor, tu
Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel
desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota
de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el
desierto con un maná que no conocían tus padres.
1 Corintios 10,16-17:
Hermanos: El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con
la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de
Cristo? El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo
cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.
Juan 6,51-58:
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: "Yo soy el pan vivo que ha
bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo
daré es mi carne para la vida del mundo." Disputaban los judíos entre sí: "¿Cómo
puede éste darnos a comer su carne?" Entonces Jesús les dijo: "Os aseguro que si
no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en
vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo
resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es
verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que
come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo; no como el de
vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para
siempre."
Homilía
Temas de las lecturas: Te alimentó con el maná, que tú no conocías ni
conocieron tus padres * El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos,
formamos un solo cuerpo * Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera
bebida
1. Un Alimento nuevo para un nuevo desafío
1.1 Moisés, en la primera lectura, les recuerda a los hebreos que han
conocido un alimento nuevo: el maná. Se han saciado con una comida que no
conocieron sus padres y la fuerza que han recibido les ha permitido superar la
escasez propia del desierto. En esto hay una enseñanza para nosotros.
1.2 Podemos comparar nuestra vida, o parte de ella, con ese desierto, no tanto
por las incomodidades sino por la imposibilidad real que a veces encontramos
para seguir adelante. Hay incomodidades en todas partes; lo propio, en cambio,
del desierto es que se extiende delante de nosotros como una amenaza a la vida
misma. Quien alguna vez haya sentido que se le extingue la vida, o el sentido de
la vida o las ganas de seguir viviendo, entiende también el significado profundo
de este desierto en el que Dios concedió un pan que era absolutamente nuevo para
ellos.
1.3 Nosotros aplicamos ese relato al alimento eucarístico porque comprendemos
que el impulso de amor que llevó a Cristo a dar su vida por nosotros es el mismo
impulso que puede darnos vida cuando todo lo demás parece alejarse o
extinguirse. Ejemplo real de esto encontramos particularmente en los mártires:
enfrentados al momento espantoso de ser torturados hasta la muerte, muchos
hallaron su fortaleza comiendo el Pan del Cielo: su último acto fue comulgar, y
con ese viático, verdadero "alimento para el camino," cruzaron el puente y
entraron a la vida que nadie puede arrebatarnos.
2. La Comunión es Personal pero no Individual
2.1 Ahora bien, es un mismo Cristo quien nos alimenta a todos. Por eso
es verdad que somos uno en él. Nuestra comunión es personal, porque Cristo se da
a cada uno y a cada una, pero no es individual, porque no nos encierra ni nos
aísla del resto de los hermanos y hermanas.
2.2 San Pablo nos recuerda estas verdades en el breve texto de la segunda
lectura de hoy. "El pan que partimos, ¿no nos une a Cristo por medio de su
cuerpo?" Llegar a descubrir que somos en Cristo es ya un paso pero hay que dar
un paso más: descubrir que los demás están conmigo en Cristo. Este pensamiento
es particularmente útil para santificar el afecto que tenemos por las personas
que ya amamos, así como para vencer las antipatías o malos sentimientos que
pudiéramos tener por alguien. Mirar a mi enemigo bañado en la misma Sangre que a
mí me redime es seguramente un medio espiritual e incluso psicológico muy
potente para superar divisiones y aversiones.
3. El Pan Vivo que da Vida
3.1 Aunque el Ciclo A de lecturas para el domingo toma la mayor parte
de los textos para el evangelio de la versión según san Mateo, hoy hemos
escuchado un pasaje de Juan que aparece después del milagro de la multiplicación
de los panes. Conviene recordar, a este respecto, que aunque este milagro está
en los otros evangelios, es en Juan donde se hace la transición del pan material
al pan que da vida, de modo que el milagro mismo queda como prolongado,
magnificado y a la vez acercado a nosotros con la meditación o predicación que
le sigue.
3.2 Es cosa admirable ver que unas hogazas de pan alimentan a una multitud pero
es más admirable ver que un mismo Cristo alimenta a todos los creyentes. Es
maravilloso ver que comieron cerca de cinco mil familias pero es mucho más
grande ver que la familia de Dios se sienta alrededor del altar y recibe de allí
su alimento. Es grande que Cristo entregue ese pan bendecido pero es mucho más
grande que se entregue a sí mismo en la Eucaristía.