Mateo 8, 1-4:
Marchó Judá al destierro * Si quieres, puedes limpiarme

Autor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web:
fraynelson.com  

 

Lecturas de la S. Biblia

Temas de las lecturas: Marchó Judá al destierro * Si quieres, puedes limpiarme

Textos para este día:

2 Reyes 25, 1-12:


El año noveno del reinado de Sedecías, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, vino a Jerusalén con todo su ejército, acampó frente a ella y construyó torres de asalto alrededor.

La ciudad quedó sitiada hasta el año once del reinado de Sedecías, el día noveno del mes cuarto.

El hambre apretó en la ciudad, y no había pan para la población.

Se abrió brecha en la ciudad, y los soldados huyeron de noche por la puerta entre las dos murallas, junto a los jardines reales, mientras los caldeos rodeaban la ciudad, y se marcharon por el camino de la estepa.

El ejército caldeo persiguió al rey; lo alcanzaron en la estepa de Jericó, mientras sus tropas se dispersaban abandonándolo.

Apresaron al rey y se lo llevaron al rey de Babilonia, que estaba en Ribla, y lo procesó.

A los hijos de Sedecías los hizo ajusticiar ante su vista; a Sedecías lo cegó, le echó cadenas de bronce y lo llevó a Babilonia.

El día primero del quinto mes, que corresponde al año diecinueve del reinado de Nabucodonosor en Babilonia, llegó a Jerusalén Nabusardán, jefe de la guardia, funcionario del rey de Babilonia.

Incendió el templo, el palacio real y las casas de Jerusalén, y puso fuego a todos los palacios.

El ejército caldeo, a las órdenes del jefe de la guardia, derribó las murallas que rodeaban a Jerusalén.

Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó cautivos al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la plebe. De la clase baja dejó algunos como viñadores y hortelanos.


Mateo 8, 1-4:


En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme". Extendió la mano y lo tocó diciendo: "¡Quiero, queda limpio!" Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: "No se lo digas a nadie; pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés".

Homilía

Temas de las lecturas:
Marchó Judá al destierro * Si quieres, puedes limpiarme

1. El Día Más Triste del Antiguo Testamento

1.1 El día nefando del destierro de los judíos a Babilonia, que hemos escuchado en la primera lectura de hoy, es probablemente lo más triste que podemos encontrar en todo el Antiguo Testamento. Fue aquel el día en que parecía imposible creer en un Dios que guardaba silencio mientras su templo era devorado por las llamas, mientras el rey huía como un cobarde para luego ser atrapado y humillado hasta el extremo.

1.2 ¿Qué podemos aprender de semejantes hechos? ¿Por qué se leen todavía en nuestras iglesias? El dolor pasado tuvo sus antecedentes y desconocer esos antecedentes y descuidar sus causas es disponernos a repetir lo mismo. Así como Europa conserva las ruinas de Auschwitz para no olvidar hasta dónde pueden llegar el racismo y la tiranía, así también nosotros leemos estos textos para entender adónde habrá de conducirnos el olvido de Dios y de sus mandatos si no nos enmendamos.

2. La fe como Confianza

2.1 Podemos aprender del evangelio de hoy cómo se ganan las batallas contra el mal. Sabemos que no es una cuestión de objetos, de cosas o de palabras de la magia. Depende, en su lugar, de la fe. El leproso de este pasaje suplicó a Cristo, y puso su necesidad en el corazón y en las manos del Señor. Vemos que consiguió lo que necesitaba.

2.2 Es bien notable lo que se nos dice, que el Señor "se compadeció." Hizo más de lo que el leproso había pedido. El señor "extendió su mano y lo tocó." Esto estaba prohibido por la ley de Moisés, por lo menos en la presunción de que la enfermedad fuera transmitida a la persona sana. Mas en sentido estricto Jesús no quebrantó la Ley, porque la Ley no consideraba el caso de la transmisión de la salud, sino solamente la propagación del mal.

2.3 Jesús está vivo. Él, hasta ahora, ha tocado millones y millones de personas. Su compasión está viva. Su poder está vivo. "Felices nosotros los invitados al banquete de bodas del Cordero."