Fiesta. Exaltación de la Santa Cruz
Juan 3, 13-17: Si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce quedaba curado * Cristo se humilló a sí mismo, por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas * El Hijo del hombre tiene que ser levantadoAutor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas:
Si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce quedaba curado * Cristo se
humilló a sí mismo, por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas * El Hijo del
hombre tiene que ser levantado
Textos para este día:
Números 21, 4b-9:
En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra
Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el
desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo." El
Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron
muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: "Hemos pecado
hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros
las serpientes." Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: "Haz
una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpiente
quedarán sanos al mirarla." Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en
un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de
bronce y quedaba curado.
Filipenses 2, 6-11:
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría
de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó
hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo
levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al
nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y
toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Juan 3, 13-17:
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino
el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la
serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que
todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a
su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen el él, sino que
tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo se salve por él."
Homilía
Temas de las lecturas: Si alguno era mordido y miraba la serpiente de
bronce quedaba curado * Cristo se humilló a sí mismo, por eso Dios lo exaltó
sobre todas las cosas * El Hijo del hombre tiene que ser levantado
1. El misterio salvífico de la Cruz
1.1 El Papa Juan Pablo nos regaló en
abril de 1999 una preciosa reflexión sobre el valor de la Cruz como insignia
para el mundo. De ese mensaje entresacamos nuestra reflexión de este día. La
numeración aquí es nuestra.
1.2 “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Éstas son las palabras, este es
el último grito de Cristo en la cruz. Con esas palabras se cierra el misterio de
la pasión y se abre el misterio de la liberación a través de su muerte, que se
realizará en la Resurrección. Son palabras importantes. La Iglesia, consciente
de su importancia, las ha asumido en la liturgia de las Horas, que cada día se
concluye así: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”.
1.3 Hoy queremos poner estas palabras en labios de la humanidad. Hoy queremos
poner estas palabras de Cristo en labios de todos estos hombres, porque estas
palabras, este grito de Cristo sufriente, sus últimas palabras no solamente
cierran; también abren. Significan una apertura al futuro.
1.4 “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Estas palabras abren.
Esperamos que estas palabras sean también las últimas palabras para cada uno de
nosotros, las que nos abran a la eternidad.
2. La Cruz, lugar de amor y profecía
2.1 Cristo por nosotros se hizo obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz» (Flp 2, 8). Con estas palabras, la liturgia
resume lo que aconteció en el Gólgota, hace ahora dos mil años. El evangelista
Juan, testigo ocular, narra los acontecimientos dolorosos de la pasión de
Cristo. Cuenta su dura agonía, sus últimas palabras: “Todo se ha consumado” (cf.
Jn 19, 30) y cómo un soldado romano traspasó su costado con una lanza. Del pecho
atravesado del Redentor salió sangre y agua, prueba inequívoca de su muerte (cf.
Jn 19, 34) y don extremo de su amor misericordioso.
2.2 “Despreciado y evitado”. como dijo Isaías, está Cristo en el hombre
afrentado y aniquilado en la guerra y en cualquier lugar donde triunfe la
cultura de la muerte; “triturado por nuestros crímenes” está el Mesías en las
víctimas del odio y del mal de todos los tiempos y en cualquier lugar. “Como
ovejas errantes” parecen a veces los pueblos divididos y marcados por la
incomprensión y la indiferencia.
3. Luz de esperanza
3.1 Sin embargo, en el horizonte de este
escenario de sufrimiento y de muerte, brilla para la humanidad la esperanza: “A
causa de los trabajos de su alma, verá y se hartará (...); mi Siervo justificará
a muchos”. La cruz, en la noche del dolor y del abandono, es antorcha que
mantiene viva la espera del nuevo día de la resurrección. Miramos con fe hacia
la cruz de Cristo, mientras por medio de ella queremos proclamar al mundo el
amor misericordioso del Padre por cada hombre.
3.2 Sí, hoy es el día de la misericordia y del amor, el día en el que se ha
llevado a cabo la redención del mundo, porque el pecado y la muerte han sido
derrotados por la muerte salvífica del Redentor.
4. Oración
4.1 Divino Rey crucificado, que el
misterio de tu muerte gloriosa triunfe en el mundo.
4.2 Haz que no perdamos el valor y la audacia de la esperanza ante los dramas de
la humanidad y ante cada situación injusta que mortifica a la criatura humana,
redimida con tu sangre preciosa.
4.3 Al contrario, haz que con renovada fuerza proclamemos: Tu cruz es victoria y
salvación, porque con tu sangre y tu pasión has redimido al mundo.