San Marcos 12,35-37:
Si antes Dios me castigó, ahora veo a mi hijo * ¿Cómo dicen que el Mesías es Hijo de David?
Autor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Si antes Dios me castigó, ahora veo a mi hijo *
¿Cómo dicen que el Mesías es Hijo de David?
Textos para este día:
Tobías 11,5-17:
En aquellos días, Ana estaba sentada, oteando el camino por donde
tenía que llegar su hijo. Tuvo el presentimiento de que llegaba, y dijo al
padre: "Mira, viene tu hijo con su compañero."
Rafael dijo a Tobías, antes de llegar a casa: "Estoy seguro de que tu padre
recuperará la vista. Úntale los ojos con la hiel del pez; el remedio hará que
las nubes de los ojos se contraigan y se le desprendan. Tu padre recobrará la
vista y verá la luz." Ana fue corriendo a arrojarse al cuello de su hijo,
diciéndole: "Te veo, hijo, ya puedo morirme." Y se echó a llorar. Tobit se puso
en pie y, tropezando, salió por la puerta del patio. Tobías fue hacia él con la
hiel del pez en la mano; le sopló en los ojos, le agarró la mano y le dijo:
"Ánimo, padre." Le echó el remedio, se lo aplicó y luego con las dos manos le
quitó como una piel de los lagrimales. Tobit se le arrojó al cuello, llorando,
mientras decía: "Te veo, hijo, luz de mis ojos." Luego añadió: "Bendito sea
Dios, bendito su gran nombre, benditos todos sus santos ángeles. Que su nombre
glorioso nos proteja, porque si antes me castigó, ahora veo a mi hijo Tobías."
Tobías entró en casa contento y bendiciendo a Dios a voz en cuello. Luego le
contó a su padre lo bien que les había salido el viaje; traía el dinero y se
había casado con Sara, la hija de Ragüel: "Está ya cerca, a las puertas de
Nínive." Tobit salió al encuentro de su nuera, hacia las puertas de Nínive. Iba
contento y bendiciendo a Dios, y los ninivitas, al verlo caminar con paso firme
y sin ningún lazarillo, se sorprendían. Tobit les confesaba abiertamente que
Dios había tenido misericordia y le había devuelto la vista. Cuando llegó cerca
de Sara, mujer de su hijo Tobías, le echó esta bendición: "¡Bienvenida, hija!
Bendito sea tu Dios, que te ha traído aquí. Bendito sea tu padre, bendito mi
hijo Tobías, y bendita tú, hija. ¡Bienvenida a ésta tu casa! Que goces de
alegría y bienestar. Entra, hija." Todos los judíos de Nínive celebraron aquel
día una gran fiesta.
Marcos 12,35-37:
En aquel tiempo, mientras enseñaba en el templo, Jesús
preguntó: "¿Cómo dicen los escribas que el Mesías es hijo de David? El mismo
David, inspirado por el Espíritu Santo, dice: "Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies." Si el mismo
David lo llama Señor, ¿cómo puede ser hijo suyo?" La gente, que era mucha,
disfrutaba escuchándolo.
Homilía
Temas de las lecturas: Si antes Dios me castigó, ahora veo a mi hijo *
¿Cómo dicen que el Mesías es Hijo de David?
1. Una Historia con Final Feliz
1.1 El relato del libro de Tobías llega hoy a su feliz conclusión: lo
que parece al final es una catarata de bendiciones y una sensación de bienestar
y paz duradera. Más allá del gozo, sin embargo, lo que brilla aquí es una
convicción: había un plan. Detrás de las tragedias aparentemente inexplicables
había una explicación, pero necesitábamos tiempo para llegar a la etapa nueva en
que los problemas quedan atrás, por fin, y las explicaciones brillan con propia
luz.
1.2 El tiempo de oscuridad es el tiempo en que no le vemos sentido al dolor que
padecemos, la lucha que afrontamos, la soledad que nos envuelve, las burlas o
ataques de los demás. Tobit y su familia tuvieron que pasar por ello, y supieron
mantener la fe y arroparse en la esperanza. No quedaron defraudados.
1.3 No debemos olvidar, sin embargo, que este relato tan edificante se enmarca
todavía en el modo usual de pensar en el Antiguo Testamento, es decir, bajo la
expectativa de una recompensa o castigo en los límites temporales de la vida
presente. El final feliz que hoy nos alegra sucede todavía en vida de Tobit. El
Nuevo Testamento, por su parte, dará un paso más, sobre todo con la vida y
ministerio de Jesús de Nazareth. Es posible, según nos muestra Jesucristo, que
ese momento feliz llegue después de la muerte, porque al fin y al cabo, morir es
como atravesar el último bastión de las tinieblas. Vencida la muerte, nada
queda, sino la Pascua de Cristo.
2. Un Profesor pone a pensar a sus alumnos
2.1 De los pasajes de los Evangelios, tal vez ninguna escena más
didáctica, en el sentido moderno del término, que la que encontramos hoy. Cristo
obra aquí como un maestro que desarrolla de modo interesante un tema,
proponiendo incluso dificultades, preguntas y acertijos. En el caso de hoy el
interrogante es cómo puede ser el Mesías, a la vez, descendiente de David y
señor de David.
2.2 Pero no estamos ante un ejercicio de curiosidad. Cristo no usó su tiempo
para divertirnos con rompecabezas ingeniosos tomados de las Escrituras. ¿por qué
entonces propone este pequeño enigma? Hay varias claves que podemos seguir.
2.3 Primera: la escena se sitúa en el contexto de la polémica son las
autoridades judías de aquel tiempo. Cristo cita a los escribas, que se ufanaban
de ser los depositarios del conocimiento de la Escritura. El propósito es
mostrar que detrás de esa apariencia de erudición se esconde una incapacidad
enorme para entender la Palabra de Dios y sobre todo para entender el anuncio
del Mesías.
2.4 Segunda clave: la gente "lo escuchaba con gusto," nos dice el pasaje de hoy.
Queda sugerido que hay una sensación de libertad y de gozo en el pueblo sencillo
que por fin se encuentra alguien que para hablar no se apoya en la muleta de las
escuelas o tradiciones rabínicas vigentes en ese tiempo. Un diálogo con los
escribas era imposible porque en la constante alusión a estas escuelas ya
descartaban como ignorante al que no pudiera hablar como ellos. Así cerraban el
sentido de la Escritura, sin entrar ni dejar entrar. Cristo, en cambio, habla
con franqueza y libertad. Es un nuevo aire.
2.5 ¿Y cómo no recordar, en tercer lugar, que este mismo Cristo, siendo apenas
un muchacho ya dialogaba con esa libertad y franqueza ante los doctores de la
ley? En esos mismos corredores del templo de Jerusalén, según nos cuenta Lucas
en su capítulo segundo del evangelio, Cristo mostraba que para acoger la Palabra
de Dios hay que acoger al Dios que ha enviado su Palabra.