Memoria: Inmaculado Corazón de María.
San Lucas 2,41-51: Desbordo de gozo con el Señor * Conservaba todo esto en su corazónAutor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Desbordo de gozo con el Señor * Conservaba todo
esto en su corazón
Textos para este día:
Isaías 61, 9-11:
La estirpe de mi pueblo será célebre entre las naciones, y sus
vástagos entre los pueblos.
Los que los vean reconocerán que son la estirpe que bendijo el Señor.
Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido con
un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone
la corona, o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el
Señor hará brotar la justicia y los himnos ante todos los pueblos.
San Lucas 2,41-51:
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas
de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y,
cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedo en Jerusalén, sin que
lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a
buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a
Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros,
escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados
de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
“Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos
angustiados.”
Él les contestó:
“¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?”
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Homilía
Temas de las lecturas: Desbordo de gozo con el Señor * Conservaba todo
esto en su corazón
1. Un Corazón LLeno del Espíritu
1.1 Nos enseña el Papa Juan Pablo II: La Virgen de Nazaret fue elegida
para convertirse en la Madre del Redentor por obra del Espíritu Santo: en su
humildad halló gracia a los ojos de Dios (cf. Lc 1, 30). De hecho, en el Nuevo
Testamento vemos que la fe de María, por decirlo así, "atrajo" el don del
Espíritu Santo. Ante todo en la concepción del Hijo de Dios, misterio que el
mismo arcángel Gabriel explicó así: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc 1, 35).
1.2 Todos los acontecimientos relacionados con el nacimiento de Jesús y con sus
primeros años de vida estuvieron dirigidos de manera casi palpable por el
Espíritu Santo, aunque no siempre se le nombre. El corazón de María, en perfecta
sintonía con su Hijo divino, es templo del Espíritu de verdad, donde cada
palabra y cada acontecimiento son conservados en la fe, en la esperanza y en la
caridad (cf. Lc 2, 19.51).
1.3 Así podemos tener la certeza de que el corazón santísimo de Jesús en todo el
arco de su vida oculta en Nazaret encontró en el corazón inmaculado de su Madre
un "hogar" siempre encendido de oración y de atención constante a la voz del
Espíritu. Un testimonio de esta singular sintonía entre la Madre y el Hijo,
buscando la voluntad de Dios, es lo que aconteció en las bodas de Caná. En una
situación llena de símbolos de la alianza, como es el banquete nupcial, la
Virgen Madre intercede y provoca, por decirlo así, un signo de gracia
sobreabundante: el "vino bueno" que hace referencia al misterio de la Sangre de
Cristo.
2. Un Corazón que conoce el precio de la Sangre Redentora
2.1 Esto nos remite directamente al Calvario, donde María está al pie
de la cruz junto con las demás mujeres y con el apóstol san Juan. La Madre y el
discípulo recogen espiritualmente el testamento de Jesús: sus últimas palabras y
su último aliento, en el que comienza a derramar el Espíritu; y recogen el grito
silencioso de su Sangre, derramada totalmente por nosotros (cf. Jn 19,25-34).
2.2 María sabía de dónde venía esa sangre, pues se había formado en ella por
obra del Espíritu Santo, y sabía que ese mismo "poder" creador resucitaría a
Jesús, como él mismo había prometido.
2.3 Así, la fe de María sostuvo la de los discípulos hasta el encuentro con el
Señor resucitado, y siguió acompañándolos incluso después de su Ascensión al
cielo, a la espera del "bautismo en el Espíritu Santo" (cf. Hch 1, 5).