Fiesta: La Transfiguración del Señor, Ciclo B.
San Mateo 17,1-9: Su vestido era blanco como nieve * Esta voz del cielo la oímos nosotros * Su rostro resplandecía como el solAutor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Su vestido era
blanco como nieve * Esta voz del cielo la oímos nosotros * Su rostro
resplandecía como el sol
Textos para este día:
Daniel 7,9-10.13-14:
Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó;
su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono,
llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba
delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó
la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi
venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y
se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones
y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
2 Pedro 1,16-19:
Queridos hermanos: Cuando os dimos a conocer el poder y la última
venida de nuestro Señor Jesucristo, no nos fundábamos en fábulas fantásticas,
sino que habíamos sido testigos oculares de su grandeza. Él recibió de Dios
Padre honra y gloria, cuando la Sublime Gloria le trajo aquella voz: "Éste es mi
Hijo amado, mi predilecto." Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros,
estando con él en la montaña sagrada. Esto nos confirma la palabra de los
profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla
en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros
corazones.
San Mateo 17,1-9:
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano
Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos,
y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como
la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces,
tomó la palabra y dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré
tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Todavía estaba
hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la
nube decía: "Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo." Al oírlo,
los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y,
tocándolos, les dijo: "Levantaos, no temáis." Al alzar los ojos, no vieron a
nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: "No
contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los
muertos."
Homilía
Temas de las lecturas: Su vestido era blanco como nieve * Esta voz del
cielo la oímos nosotros * Su rostro resplandecía como el sol
1. Sentido de la Fiesta de Transfiguración
1.1 Escribe el Papa Juan Pablo II en su Carta sobre la Vida Consagrada,
n. 15 : "El episodio de la Transfiguración marca un momento decisivo en el
ministerio de Jesús. Es un acontecimiento de revelación que consolida la fe en
el corazón de los discípulos, les prepara al drama de la Cruz y anticipa la
gloria de la resurrección."
1.2 "Este misterio es vivido continuamente por la Iglesia, pueblo en camino
hacia el encuentro escatológico con su Señor. Como los tres apóstoles escogidos,
la Iglesia contempla el rostro transfigurado de Cristo, para confirmarse en la
fe y no desfallecer ante su rostro desfigurado en la Cruz.
1.3 "En un caso y en otro, ella es la Esposa ante el Esposo, partícipe de su
misterio y envuelta por su luz."
2. Resonancia de la Transfiguración en la Vida Litúrgica
2.1 Y en Orientale Lumen, n. 11, nos dice: "En la acción sagrada
también la corporeidad está convocada a la alabanza, y la belleza, que en
Oriente es uno de los nombres con que más frecuentemente se suele expresar la
divina armonía y el modelo de la humanidad transfigurada, se muestra por
doquier: en las formas del templo, en los sonidos, en los colores, en las luces
y en los perfumes. La larga duración de las celebraciones, las continuas
invocaciones, todo expresa un progresivo ensimismarse en el misterio celebrado
con toda la persona. Y así la plegaria de la Iglesia se transforma ya en
participación en la liturgia celeste, anticipo de la bienaventuranza final.
2.2 "Esta valorización integral de la persona en sus componentes racionales y
emotivos, en el éxtasis y en la inmanencia, es de gran actualidad, y constituye
una admirable escuela para comprender el significado de las realidades creadas:
no son ni un absoluto ni un nido de pecado e iniquidad. En la liturgia las cosas
revelan su naturaleza de don que el Creador regala a la humanidad: Vio Dios
cuanto había hecho, y todo estaba muy bien (Gn 1, 31). Aunque todo ello está
marcado por el drama del pecado, que hace pesada la materia e impide su
transparencia, ésta es redimida en la Encarnación y hecha plenamente teofórica,
es decir, capaz de ponernos en relación con el Padre: esta propiedad queda de
manifiesto sobre todo en los santos misterios, los Sacramentos de la Iglesia.
2.3 "El Cristianismo no rechaza la materia, la corporeidad; al contrario, la
valoriza plenamente en el acto litúrgico, en el que el cuerpo humano muestra su
naturaleza íntima de templo del Espíritu y llega a unirse al Señor Jesús, hecho
también él cuerpo para la salvación del mundo. Y esto no implica una exaltación
absoluta de todo lo que es físico, porque conocemos bien qué desorden introdujo
el pecado en la armonía del ser humano. La liturgia revela que el cuerpo,
atravesando el misterio de la cruz, está en camino hacia la transfiguración,
hacia la pneumatización: en el monte Tabor Cristo lo mostró resplandeciente,
como el Padre quiere que vuelva a estar".