San Marcos 10, 2-16:
Y serán los dos una sola carne * El santificador y los santificados proceden todos del mismo. * Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.Autor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas:
Y serán los dos una sola carne * El santificador y los santificados
proceden todos del mismo. * Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Textos para este día:
Génesis 2, 18-24:
El Señor Dios se dijo: "No está bien que el hombre esté solo; voy a
hacerle alguien como él que le ayude." Entonces el Señor Dios modeló de arcilla
todas las bestias del campo y todos los pájaros del cielo y se los presentó al
hombre, para ver qué nombre les ponía. Y cada ser vivo llevaría el nombre que el
hombre le pusiera. Así, el hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a
los pájaros del cielo y a las bestias del campo; pero no encontraba ninguno como
él que lo ayudase. Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo,
y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne. Y el
Señor Dios trabajó la costilla que le había sacado al hombre, haciendo una
mujer, y se la presento al hombre. El hombre dijo: "¡Ésta es hueso de mis huesos
y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque ha salido del hombre. Por eso
abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los
dos una sola carne."
Hebreos 2, 9-11:
Hermanos: Al que Dios había hecho un poco inferior a los ángeles, a
Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión y muerte. Así,
por la gracia de Dios, ha padecido la muerte para bien de todos. Dios, para
quien y por quien existe todo, juzgó conveniente, para llevar a una multitud de
hijos a la gloria, perfeccionar y consagrar con sufrimientos al guía de su
salvación. El santificador y los santificados proceden todos del mismo. Por eso
no se avergüenza de llamarlos hermanos.
Marcos 10, 2-16:
En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a
Jesús, para ponerlo a prueba: "¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su
mujer?" Él les replicó: "¿Qué os ha mandado Moisés?" Contestaron: "Moisés
permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio." Jesús les dijo:
"Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la
creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre
y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne". De modo que
ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el
hombre." En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les
dijo: "Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio
contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete
adulterio." Le acercaban niños para que los tocara, pero los discípulos les
regañaban. Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: "Dejad que los niños se
acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios.
Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en
él." Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.
Homilía:
Temas de las lecturas:
Y serán los dos una sola carne * El santificador y los santificados
proceden todos del mismo. * Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
1. Ojos de hombre; ojos de mujer
1.1 La primera lectura de hoy nos presenta la creación de la mujer como
un acto de amor con el que Dios completa la existencia de Adán.
1.2 Tiene una ternura infinita descubrir este Dios que se ocupa de la soledad
del hombre, aun después de hacer que desfilen ante sus ojos "todos los animales
del campo y todos los pájaros del cielo". Dios que "mira", que "cavila" en su
interior y que busca el camino de la felicidad para el hombre.
1.3 Como fruto de esa "mirada" entrañable, en la que no falta la compasión,
llega la mujer. Por eso en los ojos de la mujer hay algo de esa mirada divina
que, cuando mira, acaricia, protege, se preocupa, se implica.
1.4 Notemos la diferencia entre los ojos del hombre y los de la mujer. Dios
había presentado al hombre "todos los animales del campo y todos los pájaros del
cielo" y el hombre los había visto; los había visto y los había nombrado. El
acto de nombrar tiene una nobleza propia, que se acerca al acto de crear, pues
está escrito: "Dios... da vida a los muertos y llama a las cosas que no son,
como si fueran" (Rom 4,17). Mas esa nobleza también marca una distancia. Los
ojos del hombre son aptos para eso, especialmente, para definir una distancia,
que es la que permite considerar de modo más abstracto y objetivo, pero también
más "frío" e "impersonal" todas las cosas.
1.5 Por contraste, la mirada de la mujer, que emerge de cerca del corazón del
hombre pero primero de cerca del corazón de Dios, es diferente. Ella no da un
nombre sino que establece un vínculo. No hace del hombre una cosa ni quiere ser
una cosa para el hombre. No una cosa sino una casa. En ella, el hombre encuentra
la alegría que no sintió cuando nacía. En ella el hombre percibe la alegría de
la gratuidad de su propio ser.
2. El Plan de Dios
2.1 Por eso el relato bíblico es preciso: el encuentro entre el hombre
y la mujer no se da en una especie de "terreno intermedio", como si cada uno
saliera de "lo suyo" al encuentro del otro. Es el varón quien se pone en
movimiento. Lo dice la Biblia y lo confirma la experiencia. En aquellos lugares
y ambientes en que la mujer se siente más amada y donde el hombre se siente más
feliz de ser hombre, siempre el movimiento se da en la dirección de la búsqueda
de él hacia ella, y en eso encuentran ambos felicidad: él por la casa de amor
que halla; ella por sentirse valorada y preciosa ante él.
2.2 En el encuentro de esas dos miradas cada uno se descubre como un "incompleto
completable". A él le falta sentir el prístino murmullo de la vida, que se
esconde en las entrañas blandas de ella; a ella le falta descubrirse a sí misma
como posibilidad de vida en su sentido pleno... que comprende gozarse de la
contagiosa alegría de Adán. El gozo de él es encontrarla; el gozo de ella es
haber sido encontrada.
2.3 Pero ese encuentro no puede limitarse a un instante. De suyo, el encuentro
de la vida que se trasvasa en ese abrazo de miradas clama eternidad. Y quien
dice eternidad dice fidelidad. Por eso Cristo apela con toda naturalidad y
firmeza al plan original de Dios cuando le preguntan sobre el divorcio. De poco
vale y muy poco significa sentir que la vida llena de su energía un beso de
miradas o un abrazo de palabras dulces, si ello va a durar sólo una noche o sólo
unos meses. Un amor así, un amor que se rompe, que se deja doblegar y reventar,
no es "imagen de Dios".
2.4 Cristo, pues, está abogando por los intereses de Dios, ¡y también por los
del ser humano! Lejos de la playa de la fidelidad sólo existen las tormentas de
las pasiones. Y en esa vorágine tumultuosa naufraga el sentido mismo del amor, y
con él, toda posibilidad de dicha, de gratitud y de lucidez. Por eso Cristo sale
en defensa de la gloria divina, que es salvación del hombre, y en defensa de la
felicidad humana, que es alabanza a su Creador.
2.5 Bello espectáculo nos presenta aquí el Señor Jesús, tan dispuesto a sufrir
incluso la desaprobación de nosotros para no tener luego que reprobar nuestra
vida y nuestra eternidad.