San Marcos 3,22-30:
Se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados. La segunda vez aparecerá a los que lo esperan * Satanás está perdidoAutor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas:
Se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados. La segunda vez
aparecerá a los que lo esperan * Satanás está perdido
Textos para este día:
Hebreos 9,15.24-28:
Hermanos: Cristo es mediador de una
alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados
cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la
promesa de la herencia eterna.
Pues Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres -imagen del
auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por
nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces -como el sumo sacerdote, que
entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido
así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo-. De
hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir
el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es
morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera,
Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda
vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para
salvarlos.
Marcos 3,22-30:
En aquel tiempo, los escribas que
habían bajado de Jerusalén decían: "Tiene dentro a Belzebú y expulsa a los
demonios con el poder del jefe de los demonios." Él los invitó a acercarse y les
puso estas parábolas: "¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra
civil no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir. Si Satanás se
rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está
perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su
ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. Creedme, todo
se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que
digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás,
cargará con su pecado para siempre." Se refería a los que decían que tenía
dentro un espíritu inmundo.
Homilía
Temas de las lecturas:
Se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados. La segunda vez
aparecerá a los que lo esperan * Satanás está perdido
1. Eucaristía como sacrificio
1.1 Hoy solemos insistir en la dimensión fraternal de la Eucaristía. Es
frecuente, por ejemplo, que se presente la Misa como el banquete que celebramos
en torno a Jesús, o como una comida de familia, o como una cena en que departen
los amigos. Todo esto es cierto y de nada puede decirse con tanta verdad como de
la Eucaristía. Pero el misterio eucarístico no se limita al encuentro fraterno y
pretender limitarlo a ello terminaría por desfigurarlo.
1.2 En la Eucaristía hay Uno que con la perfección de su amor puede asumir,
purificar y levantar nuestros amores. No somos hermanos porque nos digamos
hermanos sino porque la Sangre que Él derramó en la Cruz declaró nuestra
iniquidad, hizo posible el arrepentimiento de nuestras obras muertas y nos llamó
a creer en la gracia que viene de lo alto. Acogiendo entonces con humilde fe el
regalo inmenso de su divino Espíritu, hemos llegado a ser hijos en el Hijo y por
eso, sólo por eso, somos hermanos.
1.3 Dicho con otras palabras, aunque en la Santa Misa están presentes tanto la
dimensión "fraternal" de banquete como la dimensión "sacrificial" de la
inmolación, es ésta la que soporta a aquélla: es el sacrificio el que hace
posible el amor entre nosotros, pues por nuestras solas fuerzas no podíamos
aceptarnos y amarnos al grado que requiere nuestra propia miseria.1.4
Cólmese, pues, de gratitud el alma cristiana y al recibir devotamente la Hostia
Consagrada, descubra allí el mismo don y el mismo misterio del Calvario.
2. Un sacrificio perfecto
2.1 Todo es posible esperarlo del amor de Cristo y es infinita la
gracia de la Eucaristía. Lo sabemos porque el sacrificio del Señor es perfecto,
y así nos lo ha enseñado la Carta a los Hebreos el día de hoy.
2.2 El santuario es el cielo, la víctima es su propio Cuerpo, y el sacerdote es
Él mismo. Va vestido en su propia sangre y ora con humildad perfecta en
obediencia plena al designio de su propio Padre, ante quien ruega por nosotros.
Por eso podemos esperar todo de la Cruz del Señor; por eso podemos confiar
infinitamente en su plegaria y en la eficacia de su intercesión. ¡Aleluya!