Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo

Mateo 25, 1-13

Autor:  Padre Oscar Balcázar Balcázar

 

 

Ez 34, 11-12, 15-17;     Sal 23, 1-3, 5-6;     1Cor 15, 20-26, 28;     Mt 25, 31-46 

«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria.  Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.  Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.  Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.  Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis;  estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme."  Entonces los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber?  ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos?  ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?"  Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis."  Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles.  Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;  era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis."  Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?"  Y él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo."  E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»

Mt 25:31-46 

En este último domingo del Tiempo Ordinario la Iglesia, a través de esta celebración litúrgica y por medio de la Palabra que hemos escuchado, nos invita a contemplar a Cristo como Rey del Universo. Podríamos hacer mención a la pregunta que Pilato le hizo a Cristo: “¿Tú eres rey?”; y la respuesta de Jesús no se hizo esperar cuando en forma de pregunta le dijo: “¿lo dices tú por tu cuenta o porque lo has escuchado de otros?”. Nosotros, al respecto, estamos llamados a reflexionar, en esta fiesta, sobre nuestra vida cristiana, pues debemos respondernos a nosotros mismos si ¿creemos en Cristo que es el Rey del Universo porque otros nos lo han dicho? o ¿creemos nosotros y vivimos en este Cristo Rey del Universo,  que es el Señor de la historia? Como dice San Pablo: “…si vivimos, vivimos en el Señor y si morimos, morimos en el Señor, y tanto en la vida como en la muerte somos del Señor…”.

Cristo en el evento de la Encarnación ha asumido la condición del hombre que hoy en el evangelio se describe: “…estuve desnudo; fui forastero; estuve sediento; estuve hambriento; estuve enfermo; estuve en la cárcel…”; pues, todas estas realidades describen lo que es la condición del hombre sin Dios: un hombre desnudo, o sea, desprovisto de todo, hambriento de la vida, sediento de amor y felicidad, enfermo por el pecado y la muerte, viviendo en un mundo donde se le ha puesto como administrador de todos los bienes y vive como extranjero, habiendo sido creado en la libertad por el amor de Dios y vive como un encarcelado a cadena perpetua. Cristo en su vida pública, en su ministerio mesiánico, ha hecho y hace hoy con nosotros, y con toda la humanidad: el darnos de comer, el visitarnos en la cárcel, el acogernos como forasteros, el vestir nuestra desnudez, el calmar y saciar nuestra sed y el curar nuestras enfermedades. El evangelio del  presente domingo cuando dice: “…cuando lo hicisteis con uno de estos pequeños, lo hicisteis conmigo…”; esto significa que el que está llamado a vivir la vida cristiana está llamado a actuar y a vivir como Cristo, es decir, revelando un amor que trasciende todo límite de amor humano.

Tenemos que decir que la vida cristiana expresará el haber nacido a una vida nueva si vivimos amando a Dios con todo el corazón, el alma, la mente y nuestras fuerzas, y  al prójimo como a uno mismo. Profundizando aún más en esta Palabra, no podemos decir que Cristo ha venido al mundo sólo para hacer el bien, sino que ha venido para recrear la unidad y la comunión en la cual el hombre ha sido creado y llamado a vivir con Dios y su prójimo. Pues, en muchos creyentes se da esta comprensión, un tanto equívoca, de creer que solamente están llamados a hacer el bien. El bien que ha hecho Cristo no ha sido un paliativo para la vida del hombre sino que ha  recreado nuestra existencia; por lo tanto el bien que está llamado a realizar todo creyente, todo hombre de fe, no debe quedarse en un simple paliativo a las necesidades o  a una especie de asistencialismo, sino a realizar el bien que encamina al hombre al encuentro con el Señor de la historia, con Cristo.

Como mencionaba la primera lectura, creer en Cristo Rey del Universo significa vivir como ovejas que son conducidas por su pastor, de esta manera la fiesta de este día tan especial, no debe llevarnos a caer en una concepción de celebrar la fiesta de un soberano con sus súbditos, sino a reconocer a Cristo que es Señor de la vida y de la muerte, y la Soberanía de Cristo la hemos contemplado cuando dice en otro capítulo del presente evangelio: “…porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir; nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos; cuando yo sea elevado en lo alto atraeré a todos hacia mí; es mejor que me vaya para que venga el Paráclito; y yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo…”. Podríamos enumerar o hacer referencia a otras citas bíblicas, pero esto es solamente para expresar que este Cristo Rey del Universo y Señor de la historia, es un Dios personal para cada uno de nosotros; San Pablo tiene una expresión, en la Carta a los Romanos, que nos puede ayudar a expresar nuestra vida en relación a este Cristo Rey del Universo y Señor de la historia: “…quién nos podrá separar del amor de Dios, la tribulación, la muerte, la angustia, el hambre, la desnudez, los peligros, todo esto lo venceremos en Aquel que nos amó…”. San Juan Crisóstomo en la Exhortación a Teodoro Caído (Capítulo I), dice lo siguiente: “…mientras estamos en este mundo, aún cuando cometamos muchos pecados, siempre es posible lavarlos por medio de la penitencia (la conversión de corazón-obras de caridad)…”.

Pbro. Oscar Balcázar Balcázar
Rector Seminario Diocesano Corazon de Cristo
Diócesis del Callao - Perú