II Domingo de Pascua, Ciclo A

Juan 20,19-31

Autor:  Padre Oscar Balcázar Balcázar

 

 

He 2, 42-4; l Pe 1,3-9; Sal 117,2-4.13-15.22-24; Jn 20,19-31

Apariciones a los discípulos 

«Al atardecer de aquél día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz con vosotros.”  Dicho esto, les mostró las manos y el costado.  Los discípulos se alegraron de ver al Señor.  Jesús les dijo otra vez: “La paz con vosotros.  Como el Padre me envió, también yo os envío”.  Dicho esto, sopló y les dijo: “recibid el Espíritu santo.  A quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos.”

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.  Los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor.”  Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los calvos meto mi mano en su costado, no creeré.”  Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos.  Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: “La paz con vosotros.”  Luego dice a Tomás: “Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.”  Tomás contestó: “Señor mío y Dios mío.”  Dícele Jesús: “Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído.”

Jesús realizó en presencia de los discípulos otros muchos signos que no están escritos en este libro.  Éstos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre. » 

En este segundo domingo de Pascua la Iglesia nos sitúa en el cenáculo para que la vida de los que creen en Cristo Resucitado esté llamada a arrojar un primer signo que es la comunión ente los hermanos. 

Ya la primera lectura nos presenta la primera comunidad de creyentes que viven en comunión por la fe en el Resucitado, esta fe trasciende y se manifiesta en un signo como indica el mismo pasaje: “ponían todo en común, incluso sus bienes”. 

Pero, ¿por qué el hombre puede poner sus bienes al servicio de los hermanos? Porque la vida en Cristo lleva a descubrir que la vida no viene de las cosas que se pueden tener o conseguir, sino que todo tiene su sentido desde el propio Hijo de Dios. Ya el evangelista Mateo, en el capitulo 6, da esta afirmación: “no se puede servir a Dios y al dinero” y, mas aún, toma una frase conclusiva: “Buscad el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura”. Por eso tenemos que remarcar que la vitalidad de las primeras comunidades cristianas es la misma persona de Cristo Resucitado en ellos.  

Por eso, la fe cristiana no es una adhesión a un conjunto de doctrinas sino es, fundamentalmente, el encuentro existencial profundo del hombre con Cristo mismo. Es verdad, no se puede negar que por estudio se sistematice la presentación de la vida cristiana y los misterios de la fe que debemos abrazar; pero esto no suple la fe en la cual debe vivir todo creyente. 

En muchos episodios en los cuales Jesús se encuentra con sus discípulos se devela una relación personal y estrecha. Por eso, un discípulo es aquél que sigue a su maestro porque ha llegado a comprender que el maestro posee la verdad.   

Esta segunda semana de Pascua de Resurrección, la Iglesia a través de esta liturgia nos invita y nos llama a los creyentes a vivir en el amor y la unidad porque en Cristo, como dice San Pablo: “.. el mismo odio que separaba a los dos pueblos, a través de la cruz de Cristo ha sido destruido”. Por esto, la vida cristiana está llamada a reflejar el amor del Padre a los hombres, que no hace distinción ni excepción con ninguno y donde somos hermanos en Cristo.

Pbro. Oscar Balcázar Balcázar
Rector Seminario Diocesano Corazon de Cristo
Diócesis del Callao - Perú