Ascensión del Señor

Mateo 28, 16-20

Autor:  Padre Oscar Balcázar Balcázar

 

 

Hch. 1,1-11; Sal. 46; Ef. 1,17-23;  Mt. 28, 16-20 

   Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Y al verlo le adoraron; algunos sin embargo dudaron. Jesús se acerco a ellos y les habló así: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. 

 La ascensión de Cristo ha dejado desconcertado a los discípulos, ver al Maestro elevarse sobre los cielos; nos lo presenta así la primera lectura de éste domingo. Durante cuarenta días el Maestro ha estado conviviendo con ellos, se han habituado a su presencia; pero ésta separación ahora es muy distinta que la primera, en esta separación contemplaban a un Cristo glorioso, diferente al del Calvario, pero igualmente es separación dolorosa, seguro como la primera, pero esta si es definitiva, porque regresa al Padre y, en este sentido, que todo lo escuchado por el Maestro durante su estadía en la tierra llegaba a su cumplimiento: " ... Padre te ruego por ellos,... yo voy a ti, pero ellos se quedan en el mundo, pero no son del mundo... ".

 Pero antes, de los acontecimientos de su pasión y su resurrección, Jesús les había anunciado: " ... en la casa de mi Padre hay muchas habitaciones , ... yo voy a prepararles un lugar, ... regresaré y los tomaré para que donde yo esté, estén también ustedes ... ". Estas palabras del Maestro tienen un doble significado, a la luz de la fiesta de la Ascensión: en primer lugar, el misterio de la Ascensión se transforma para el creyente en el misterio de la Esperanza. El mismo Cristo preparando a los suyos les manifestaba que no los dejaría huérfanos, no sólo porque les enviaría al Consolador, sino Él junto al Padre, ahora intercedería por ellos (nosotros), y como dice la literatura patrística en sus orígenes: " ... Él muestra al Padre sus llagas que lo llevaron a la muerte de Cruz, por amor a nosotros ..."; llagas que curaron la incredulidad del discípulo, éstas mismas, están testificando ante el Padre, que la deuda contraída por nuestros pecados y culpas, han quedado canceladas y, hemos sido retornados a la comunión con el Padre, en consecuencia el hombre que había sido desalojado del paraíso, por el pecado, Cristo que asciende hoy glorioso, en su cuerpo glorificado ha señalado el camino de retorno a la casa del Padre los hombres, a nosotros,  no estando mas las puertas cerradas del Paraíso.

 En segundo lugar, cuando en el evangelio de Juan, Jesús les dice a sus discípulos que les preparará una habitación o lugar, esta utilizando un lenguaje simbólico. Ésta expresión debemos comprenderla a su vez: enmarca nuestro ser contingentes, el que somos hombres de paso, peregrinos por este mundo, y a su vez indica, que en ésta vida temporal no se alcanza y encuentra la realización plena de la vida. No queremos hacer apología del cristianismo, pero el hombre que por esencia es un ser que transciende, es un espíritu encarnado, no se puede agotar en lo que tiene caducidad; por eso la vida del hombre no puede ser como la carrera del alpinista que al llegar a la meta, esto es la cima, luego de tanto esfuerzo y fatiga; se encuentra al finalmente ante un firmamento lejano de él y rodeado de nada por todas partes. Esta realidad la vivimos de una otra manera de diversas maneras, este vacío profundo de inconsistencia y a la vez de incomprensión, pero, nos hace presente que a través de Cristo nuestra esperanza, esta felicidad perfecta la comenzamos anhelar y degustar en este mundo y que tendrá su cumplimiento en la eternidad.

  Siguiendo con el mismo texto, dando un paso mas: " ... les prepararé un lugar ..."; éstas palabras, no solo son palabras que nos invitan a tener puesta nuestra esperanza en el Cristo, sino que ya desde este mundo a vivir en esta comunión con aquél que ha dicho de si mismo: " ... nadie puede ir al Padre sino es por mi ... "; y a esta afirmación no olvidemos que el mismo Cristo ha dicho de sí: yo soy el camino, verdad y vida; por eso la preparación de esta morada que Cristo va a prepararnos, se empieza desde aquí, de nuestra vida terrena. Podemos citar varios pasajes de los evangelios, al respecto, el mas sencillo que podemos citar (a nuestro humilde entender): " ... donde esté tu tesoro ahí estará tu corazón ..."; o " ... no todo el que me diga Señor, Señor entrará en el reino de os Cielos ... ". Pues el mismo Cristo en S. Juan, en la controversia sobre el templo les decía que Él construiría UN NUEVO TEMPLO en tres días, así tenemos que desde este mundo estamos llamados a ser morado de Dios, como dice S. Pedro somos piedras vivas del nuevo templo. Las palabras de la Lumen Gentium, nos dice que la Iglesia insertada en la temporalidad de los hombres camina mirando a su Salvador hasta el final de los tiempos, esto significa, que para todo creyente, la vida de Cristo debe ser su (mi) vida, el camino de Cristo debe ser su (mi) camino y Cristo que es la verdad debe ser la verdad en la cual su (mi) vida se debe fundar: " ... la piedra angular que los constructores han desechado se ha convertido en la piedra angular ... ". A este punto podemos entender un poco mas, el pasaje del evangelio cuando uno es sacado del banquete de bodas por no tener la vestidura correspondiente; esta vestidura en el libro del Apocalipsis se hace mención cuando dice: " ... y lavaron sus túnicas (vestidos) y las blanquearon en la sangre del cordero ... "; porque el ser morada de Dios, templo de Dios significa que Él, en Cristo, nos haya redimido por las aguas del bautismo, y regenerados vivamos una vida santa porque Santo, es aquél que nos creo y aquél que nos redimió.  

 Debemos decir que en la fiesta de la Ascensión del Señor no podemos dejar de mencionar lo que de trasfondo contiene y nos permite celebrar este misterio de nuestra fe: el misterio redentor de Cristo que se ha realizado a través del Misterio Pascual. Mencionar las palabras de S. Agustín en el contexto de esta fiesta, nos pueden motivar y avivar nuestra vida de esperanza: " ... el Dios se hizo hombre para que el hombre se haga Dios ... "; palabras que entendiéndola en su contexto, podemos decir que: Por Cristo el hombre participa de la vida divina, y recupera su dignidad originaria pues hemos sido creados a su imagen y semejanza.

 La Iglesia peregrina en la tierra, hoy continúa realizando la misión de Cristo, que en el evangelio de Mateo de este domingo, ha recibido como mandato a través de los discípulos:  ... " vayan e instruyan a las gentes, y bautícenlas ..., yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo ... ". Esto nos esta diciendo que la vida del hombre es una vida que se vive en Cristo, nuestra esperanza, y el mandato de anunciar la Buena Noticia del Reino, el evangelio, es para que el hombre pueda ser llamado a vivir su vida en plenitud y que en consecuencia esto lo llevará a encontrarse con la fuente de la vida que es Dios mismo. Las obras de bien social que la Iglesia puede realizar o cualquier creyente, no encierran en si mismas el fin o el objetivo final, sino que son la expresión de una vida que comunica y anuncia la vida de Dios que transforma el corazón de los hombres haciéndoles anhelar la vida futura, por eso S. Pablo dirá: " ... todo lo estimo nada con tal de ganar a Cristo ..."; al respecto S. León Magno en su discurso 74 dice: " ... por eso el Señor nos dijo: bienaventurados aquellos que sin haber visto han creído; porque hoy el Cristo ya no pasa de manera visible por nuestras vidas, sino por los signos sacramentales, donde la Fe se fortalece e ilumina por la predicación, ...".     

Pbro. Oscar Balcázar Balcázar
Rector Seminario Diocesano Corazon de Cristo
Diócesis del Callao - Perú