IV Domingo de Pascua, Ciclo A
Juan 10, 1-10

Autor: Pablo Cardona

Fuente: almudi.org (con permiso)  suscribirse

 

«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es un ladrón y un salteador. Pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero y las ovejas atienden a su voz, llama a sus propias ovejas por su nombre y las saca fuera. Cuando ha sacado fuera a todas sus ovejas, camina delante de ellas y las ovejas le siguen porque conocen se voz. Pero a un extraño no le seguirán, sino que huirán de él porque no conocen la voz de los extraños. Jesús les propuso esta comparación, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.

Entonces dijo de nuevo Jesús: En verdad, en verdad os digo que yo soy la puerta de las ovejas. Todos cuantos han venido antes que yo son ladrones y salteadores, pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si alguno entra a través de mí, se salvará; y entrará y saldrá y encontrará pastos. El ladrón no viene sino para roba, matar y destruir Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia.» (Juan 10, 1-10) 

1º. Jesús, has venido a buscarme, me has llamado por mi nombre y yo he oído tu voz.

Por eso te sigo.

Quiero seguirte a Ti, no a un extraño que se haga pasar por Ti.

Quiero seguir tu doctrina, la doctrina verdadera, la que has dejado a tu Iglesia.

Obedeciendo la doctrina y las indicaciones de los pastores de la Iglesia en unión con el Papa, encuentro pasto abundante, el verdadero alimento que me da vida, la vida de la gracia.

«La Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo. Es también el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como él mismo anunció. Aunque son pastores humanos quienes gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; El, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores, que dio su vida por las ovejas» (LG.-6)» (C. I. C.-754).

Jesús, oigo también otras voces que me llaman y que quieren que las siga.

Presentan otros caminos, otros pastos, otras felicidades y otros placeres.

«No te pases», «es un rollo», «me lo pide el cuerpo», «sé tú mismo», etc.

Son eslóganes sugestivos, y muchas ovejas siguen su voz.

«Yo vine para que tengan Vida y la tengan en abundancia.»

Que me dé cuenta, Jesús, de que Tú eres el buen pastor, el amo de las ovejas, y por tanto sólo quieres mi bien.

Y sabes mejor que nadie qué camino lleva a la felicidad verdadera, aunque cueste; aunque haga pendiente y sea más fácil quedarse en los pastos secos al lado del camino.

 

2º. «Son muchos los cristianos persuadidos de que la Redención se realizará en todos los ambientes del mundo, y de que debe haber algunas almas -no saben quiénes- que con Cristo contribuyen a realizarla. Pero la ven a un plazo de siglos, de muchos siglos...: serían una eternidad, si se llevara a cabo al paso de su entrega.

Así pensabas tú, hasta que vinieron a despertarte» (Surco.-1).

Jesús, Tú llamas continuamente a las almas, y les invitas a seguirte.

«Llama sus propias ovejas por sus nombres, camina delante de ellas y las ovejas te siguen porque conocen su voz»

Vas por delante, pero tu paso es un paso ligero porque es mucho lo que resta por hacer.

También a mí me llamas por mi nombre y me invitas a seguirte, a despertarme de esa postura cómoda que piensa que ya hay otros que te siguen, que ya hay otros que te ayudan a realizar la Redención en los diversos ambientes del mundo.

No, no hay otros.

Nadie puede sustituir mi generosidad.

Sólo yo puedo responder cuando me llamas por mi nombre.

Y me llamas, y me preguntas: ¿tú, qué haces por Mí?

Yo lo he dado todo y ahora te necesito; ¿qué respondes?

No digas que no puedes, porque Yo voy delante marcando el paso: el paso de Dios.

«Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia».

Jesús, Tú eres el Cordero de Dios: con tu muerte y resurrección nos has redimido.

De mí depende que tu Redención llegue a todos los lugares, empezando por los que están a mi alrededor.

Que oiga tu voz, tu llamada, y que la siga.

Y encontraré pastos abundantes para mí y para muchos otros.

Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.