VI Domingo de Pascua, Ciclo A
Juan 14, 15-21

Autor: Pablo Cardona

Fuente: almudi.org (con permiso)  suscribirse

 

«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros siempre: el Espíritu de la verdad, al que el mundo no puede recibir porque no le ve ni le conoce; vosotros le conocéis porque permanece a vuestro lado y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, yo volveré a vosotros. Todavía un poco y el mundo ya no me verá, pero vosotros me veréis porque yo vivo y también vosotros viviréis. En aquel día conoceréis que yo estoy en el Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre y yo le amaré y yo mismo me manifestaré a él.» (Juan 14, 15-21) 

1. Jesús, los discípulos debían estar tristes ante tus palabras de despedida: un poco y el mundo ya no me verá.

Ellos lo habían dejado todo, habían recorrido Palestina de arriba a bajo, habían visto tus milagros, oído tus palabras; habíais caminado, comido, reído juntos. Y los ibas a dejar.

¿Cómo no sentirse hundidos, destrozados, desconcertados?

Ante esta situación, les aseguras: No os dejaré huérfanos, yo volveré a vosotros. Jesús, vas a volver después de la Resurrección y vas a estar con ellos durante cuarenta días.

Pero luego asciendes al Cielo, al lugar donde te corresponde: a la derecha del Padre. ¿Cómo permanecer unido a Ti, cuando estás otra vez tan lejos?

Has dejado dos medios imponentes que nos unen a Dios, uniéndonos también entre nosotros: la Eucaristía y el Espíritu Santo. Hoy me hablas del Espíritu Santo, el Espíritu de la verdad, al que el mundo no puede recibir porque no le ve ni le conoce; vosotros le conocéis porque permanece a vuestro lado y está en vosotros.

El Espíritu Santo, que es el Amor y la Verdad de Dios, está en mí, en mi alma en gracia. Dios dentro de mí: soy Templo de Dios, sagrario del Espíritu Santo. Por eso me puedo dirigir a El en todo momento.

¿Le tengo presente en mi comportamiento diario?

Así como la Eucaristía une a los miembros de la Iglesia en un mismo cuerpo, el Espíritu Santo nos une en un mismo espíritu.

«Todos nosotros que hemos recibido el mismo y único espíritu, a saber, el Espíritu Santo, nos hemos fundido entre nosotros y con Dios (...). Y de la misma manera que el poder de la santa humanidad de Cristo hace que todos aquellos en los que ella se encuentra formen un solo cuerpo, pienso que también de la misma manera el Espíritu de Dios que habita en todos, único e indivisible, los lleva a todos a la unidad espiritual»(San Cirilo de Alejandría).

2º. «Cuando te parezca que el Señor te abandona, no te entristezcas: ¡búscale con más empeño! Él, el Amor no te deja solo.

-Persuádete de que «te deja solo» por Amo, para que veas con claridad en tu vida lo que es suyo y lo que es tuyo» (Forja.-250).

Jesús, a veces me parece que me dejas solo: tu presencia se me hace casi imperceptible. Y entonces me cuesta seguir luchando: hacer esas normas de piedad que antes cumplía con ilusión y ganas; trabajar cuidando los detalles; pensar en los demás...

¿Qué puedo hacer?

No te entristezcas: ¡búscale con más empeño! Él, el Amor, no te deja solo.

Jesús, que me convenza de que Tú no me abandonas.

Tal vez soy yo el que me he alejado poco a poco de Ti por no luchar suficientemente contra la tibieza, la comodidad, la pereza.

O tal vez es que Tú me has quitado conscientemente esas recompensas del sentimiento que me ayudaban a luchar, para que mi amor a Ti sea más puro. En todo caso, he de volver a empezar con más empeño, con brío renovado, aunque falten las ganas.

«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre y yo le amaré y yo mismo me manifestaré a él».

Jesús, independientemente de cómo me sienta y de las ganas que tenga de seguirte, te amo más cuanto mejor cumplo tus mandamientos.

Sólo entonces te manifiestas a mí.

Por eso es un engaño pensar que haré más cuando lo sienta más.

Porque «esto» funciona al revés: lo sentiré más -te manifestarás más a mí-, cuando haga más: cuando me decida a vivir mejor los mandamientos y las normas de piedad.

Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.