Juan 15, 26 -16, 4

Autor: Pablo Cardona

Fuente: almudi.org (con permiso)  suscribirse

 

 

«Cuando venga el Paráclito que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí. También vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis conmigo. Os he dicho estas cosas para que no os escandalicéis. Seréis expulsados de las sinagogas; aún más, llega la hora en que todo el que os dé muerte pensará que hace un servicio a Dios. Y esto os lo harán porque no han conocido a mi Padre ni a mí. Pero os he dicho estas cosas para que cuando llegue la hora os acordéis de que ya os las había anunciado. No os las dije al principio porque estaba con vosotros.» (Juan 15, 26 -16, 4) 

1º. Jesús, has venido a mostrarnos el camino, la verdad y la vida de Dios.

Has venido a marcar, con tus pisadas, el camino que conduce a Dios;

has venido a enseñar, con tus palabras y tus milagros, cuál es la verdad sobre mi fin en la tierra y en la eternidad;

has venido a darme la vida de Dios, tu propia vida, a través de los sacramentos.

Pero ahora has de volver a la derecha del Padre.

¿Quién va a dar testimonio de ese camino, verdad y vida divina?

«El Paráclito que yo os enviaré departe del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mi.»

Toda la Trinidad -Padre, Hijo y Espíritu Santo- se pone en movimiento para que yo no me pierda; y envías, Jesús, de parte del Padre, al Espíritu Santo para que me recuerde constantemente el Camino, la Verdad, y la Vida.

«El Espíritu Santo es enviado a los apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre. El envío de la persona del Espíritu Santo tras la glorificación de Jesús, revela en plenitud el misterio de la Santísima Trinidad» (C. I. C.-244)

Dios Espíritu Santo, tengo que aprender a oírte porque Tú hablas bajo y hay mucho ruido en el exterior.

He de aprender a escucharte porque yo también debo dar testimonio de Jesús, ser apóstol suyo: «También vosotros daréis testimonio.»

Dios no quiere dejarte a Ti, Espíritu Santo, todo el peso del apostolado; sino que espera que yo también dé ejemplo de camino cristiano, de verdad coherente con la fe, de vida eterna.

He de aprender a oírte en el silencio de la oración, y también en el ajetreo de la vida diaria. 

2º. «También los primeros Doce eran extranjeros en las tierras que evangelizaban, y tropezaban con gentes que construían el mundo sobre bases diametralmente opuestas a la doctrina de Cristo.

-Mira: por encima de esas circunstancias adversas, se sabían depositarios del mensaje divino de la Redención. Y clama el Apóstol: «¡desventurado de mí si no lo predicare!» (Forja.-668).

Jesús, muchas veces tengo que dar testimonio de vida cristiana en un ambiente adverso, con gente que a lo mejor no me va a perseguir y matar como hicieron con los apóstoles, pero que tampoco me va a alabar por ello.

Es más, será frecuente que, algunos de los que no entienden se metan conmigo, y que se rían e intenten desprestigiarme.

Son personas que construyen el mundo sobre bases diametralmente opuestas a la doctrina de Cristo.

«Y esto os lo harán porque no han conocido a mi Padre ni a mí»

Los que se burlan de mi apostolado, lo hacen porque no te conocen, Jesús, ni conocen al Padre.

No los puedo juzgar, puesto que no sé lo que han recibido.

Tal vez Tú esperas que esas personas puedan conocerte a través de mi ejemplo, devolviendo cariño por burla, amor por desprecio.

«Por encima de esas circunstancias adversas, se sabían depositarios del mensaje divino de la Redención.»

Nada puede detenerme en el apostolado si me doy cuenta de que soy testigo del camino, la verdad y la vida que Tú, Jesús, has venido a mostrar al mundo.

Aún más cuando sé que, en esta labor, está colaborando el Espíritu Santo por deseo expreso de la Trinidad.

Que me dé cuenta de que las dificultades externas no son nunca un obstáculo si, por dentro, me mantengo encendido, vibrante, lleno de amor a Ti: lleno de la luz y el fuego y el amor del Espíritu Santo.

Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.