Marcos 9, 38-40

Autor: Pablo Cardona

Fuente: almudi.org (con permiso)  suscribirse

 

«Juan le dijo: Maestro, hemos visto a uno expulsando demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no viene con nosotros. Jesús le contestó: No se lo prohibáis, pues no hay nadie que haga un milagro en mi nombre y pueda a continuación hablar mal de mí: el que no está contra nosotros, está con nosotros.» (Marcos 9, 38-40) 

1º. Jesús, este pasaje es muy actual.

Con el avance de las comunicaciones y de los medios de transporte, el mundo entero se ha puesto a mi alcance.

Y puedo descubrir a mi alrededor diferentes culturas y religiones: muchas maneras de creer en Dios, incluso de creer en Ti.

Hoy me enseñas a respetar a todos los que buscan el bien.

No debo despreciar las buenas acciones de los demás simplemente «porque no vienen con nosotros;» porque no están en la Iglesia Católica o no tienen la misma cultura.

Jesús, hay muchas personas que creen en Ti, que hacen sacrificios y buenas obras «en tu nombre.»

Son cristianos, pero no siguen a los apóstoles: no obedecen al Papa ni a los Obispos en comunión con él, que son los sucesores de los apóstoles.

Entre éstos, hay dos grandes grupos:

-los ortodoxos, que se separaron de la Iglesia Católica en el siglo XI y están extendidos sobre todo en el Este de Europa;

-y los protestantes, que se separaron en el siglo XVI, siguiendo a Lutero y a otros reformadores.

Los protestantes se han ido dividiendo y en la actualidad hay muchas iglesias protestantes diferentes, especialmente en Estados Unidos y en el Norte de Europa.

Jesús, ¿qué debo hacer ante mis amigos o conocidos que pertenecen a comunidades cristianas no católicas?

Primero, no criticar las cosas buenas que hacen (que son muchas).

Sus prácticas -de culto, de caridad, de servicio a los demás- les unen también a la Iglesia Católica y a Dios: «el que no está contra nosotros, está con nosotros.»

Y a partir de esta unidad, me será mucho más sencillo explicarles que Tú has fundado una sola Iglesia, y que es allí donde te van a encontrar de manera más plena: en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía.

 

«Además, muchos elementos de santificación y de verdad existen fuera de los límites visibles de la Iglesia católica: la palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad y otros dones interiores del Espíritu Santo y los elementos visibles. El Espíritu de Cristo se sirve de estas Iglesias y comunidades eclesiales como medios de salvación cuya fuerza viene de la plenitud de gracia y de verdad que Cristo ha confiado a la Iglesia católica. Todos estos bienes provienen de Cristo y conducen a Él y de por sí impelen a la unidad católica» C. I. C.- 819) 

2º. «Ama y practica la caridad, sin límites y sin discriminaciones, porque es la virtud que nos caracteriza a los discípulos del Maestro. -Sin embargo, esa caridad no puede llevarte -dejaría de ser virtud- a amortiguar la fe, a quitar las aristas que la definen, a dulcificaría hasta convertirla, como algunos pretenden, en algo amorfo que no tiene la fuerza y el poder de Dios» Forja.-456).

Jesús, ¿no valdría la pena que cada confesión cediera un poco para encontrar un punto en común que permitiera volver a la unidad de los cristianos?

Así piensan algunos, con la mejor intención.

Pero la Iglesia Católica no puede ceder en detalles de fe, porque las verdades que enseña no se las ha inventado con el tiempo, sino que son las mismas que Tú dejaste a los apóstoles, y ellos a sus sucesores hasta hoy.

Los católicos hemos de amar y respetar a todos.

«Sin embargo, esa caridad no puede llevarte -dejaría de ser virtud- a amortiguar la fe.»

Porque la fe no se decide por consenso, o por el sentimiento.

La fe consiste en aceptar el mensaje que Tú has venido a enseñamos, y que has dejado en manos de tu Iglesia.

Jesús, esperas que con mi vida de cristiano coherente te ayude a transmitir la fe íntegra, sin dulcificarla.

Ayúdame a tener una fe recia, basada en la oración y en la recepción frecuente de los sacramentos.

De este modo, estaré contribuyendo también a que se incremente la unidad de todos los cristianos.

Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.