Marcos 7, 1-13

Autor: Pablo Cardona

Fuente: almudi.org (con permiso)  suscribirse

 

« (…) Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no se comportan conforme a la tradición de los antiguos, sino que comen el pan con las manos impuras? Él les respondió: Bien profetizó Isaías de vosotros los hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está bien lejos de mí. En vano me dan culto, mientras enseñan doctrinas que son preceptos humanos. Abandonando el mandamiento de Dios, retenéis la tradición de los hombres. Y les decía: ¡Qué bien anuláis el mandamiento de Dios, para guardar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y quien maldiga al padre o a la madre, sea reo de muerte. Vosotros, en cambio, decís: si dice un hombre al padre o a la madre, “lo que de mi parte pudieras recibir sea Corbán”, que significa ofrenda, ya no le permitís hacer nada por el padre o por la madre; con ello anuláis la palabra de Dios por vuestra tradición, que vosotros mismos habéis establecido; y hacéis otras muchas cosas semejantes a éstas». (Marcos 7, 1-13)

1º. «Abandonando el mandamiento de Dios, retenéis la tradición de los hombres».

Jesús, algunos cristianos no católicos han creído ver en este texto una prueba de que la Tradición en la Iglesia no tiene ningún valor, pues     -dicen- no es más que «tradición de los hombres».

Para ellos, la única fuente de revelación es la Biblia, y creen que lo que cada uno interpreta en la Biblia está inspirado por el Espíritu Santo.

Jesús, aunque Tú me enseñas a querer a todos -y con más motivo si son cristianos-, quieres que defienda la verdadera fe.

Para empezar, debo saber que aunque Tú rechazas las tradiciones de los fariseos, no rechazas las de la Iglesia, especialmente las que proceden directamente de Ti, como es la Eucaristía: «haced esto en memoria mía» (Lucas 22,19).

Además, en el Nuevo Testamento queda claro el valor de la Tradición y del magisterio de la Iglesia para los primeros cristianos.

San Pablo escribe: «manteneos firmes y guardad las tradiciones que habéis aprendido de nosotros, de palabra o por carta»(2 Tesalonicenses 2,15).

Y San Pedro advierte que «ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta propia» (2 Pedro 1,20), pues «hay algunos puntos difíciles de entender que los ignorantes e inconscientes tergiversan  lo mismo que las demás Escrituras  para su propia perdición»(2 Pedro 3,16).

2º. «Ya hace algunos años vi con claridad meridiana un criterio que será siempre válido: el ambiente de la sociedad, con su apartamiento de la fe y la moral cristianas, necesita una nueva forma de vivir y de propagar la verdad eterna del Evangelio: en la misma entraña de la sociedad, del mundo, los hijos de Dios han de brillar por sus virtudes como linternas en la oscuridad» (Surco.-318).

«Este pueblo me honra con sus labios, pero su corazón está bien lejos de mí».

Jesús, aunque muchos pueblos mantienen ciertas tradiciones cristianas (como la Navidad), en realidad se hallan muy lejos de Ti.

Hace falta recristianizar de verdad la sociedad; y para ello, hace falta una nueva forma de propagar el Evangelio: en medio del mundo: viviendo santamente -con ejemplaridad- la misma vida terrena de tantos y tantas; compartiendo ilusiones, sufrimientos y alegrías, pero con afán de servicio, con visión sobrenatural.

En la misma entraña de la sociedad, del mundo, los hijos de Dios han de brillar por sus virtudes como linternas en la oscuridad.

Jesús, para brillar como esperas de mí e influir en el ambiente con mi vida cristiana, necesito virtudes: laboriosidad, generosidad, optimismo, fortaleza, justicia, sobriedad.

Ayúdame para que no me canse en la lucha por adquirirlas.

Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.