IV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
Himno a la caridad: 1ª Corintios 12, 31- 13,13

Autor: Pablo Cardona

Fuente: almudi.org (con permiso)  suscribirse

 

1º. No exagero al decir que ésta es una de las páginas más bellas de la Sagrada Escritura, y una de las más hermosas que se han escrito sobre el amor o, no sólo por su contenido, sino incluso por su forma literaria, escrita en estilo rápido y lleno de vida: un verdadero himno al amor.

Cada cualidad es un capítulo, todo un reto a nuestra capacidad de amar.

Para entender mejor este himno al amor, habría que tener en cuenta estos tres principios importantes:

1º: El amor significa entrega, donación, olvido de sí mismo: el que ama vive para la persona amada. Busca sólo el bien de la persona amada. No busca su egoísmo.

2º: El amor del que habla aquí San Pablo no tiene sólo como objetivo al prójimo, sino también a Dios, puesto que el amor se fundamenta y tiene su raíz en Dios: en ese amor que antes ha tenido y tiene por nosotros.

3º: El amor del que habla San Pablo, nada tiene que ver con el deseo egoísta de posesión sensible o pasional, ni tampoco se limita a la mera filantropía, que nace de razones humanas. Se trata de un amor tal y como lo entendió Cristo: como Cristo nos amó: hasta morir por nosotros en la Cruz.

2º. Tres partes podemos distinguir, bajo el aspecto doctrinal, en este elogio que San Pablo hace del amor:

1ª: Primeramente alude el Apóstol a la necesidad que tenemos del amor y a su absoluta superioridad sobre todos los demás dones que Dios nos pueda conceder. Es decir: el amor es un don tan excelente y necesario, que sin él los demás dones que Dios nos pueda conceder pierden su razón de ser. San Pablo nos habla del don de lenguas, de profecía, de sabiduría y ciencia, de fe que hace milagros, de obras de beneficencia con todo su heroísmo... Todos esos dones pueden ser concedidos por Dios, pero no aprovechan para nada si no tenemos amor, si están separados del amor. De nada nos servirán a nosotros en orden a conseguir la vida eterna... Son como una campana que suena unos instantes y después se apaga su sonido.

2ª: La segunda parte del himno, va descubriendo las propiedades o características del amor que constituye su belleza moral.

El Apóstol indica quince propiedades. La mayoría de los términos con que se designan esas propiedades son ya, de por sí, suficientemente claros. Con todo, veamos una pequeña explicación de cada una de estas características:

"El amor es comprensivo": Para comprender a los demás hay que ponernos en su lugar. Muchas veces juzgamos a las personas desde nuestra perspectiva, y por eso solemos equivocarnos. O a veces juzgamos por lo que hemos oído decir...

"El amor es servicial": La persona que ama está siempre al servicio de la persona amada. No olvidemos que el amor es entrega, donación, olvido de sí mismo: el que ama vive para la persona amada. No supone nunca egoísmo.

"El amor no tiene envidia": Ante el bien, el triunfo, la prosperidad de los demás, debemos alegrarnos. Pero... ¿qué nos pasa a nosotros?... La envidia. Y de la envidia nacen multitud de pecados contra el amor: la murmuración, y llegar al extremo de gozarse en lo adverso que les ocurre a los demás...

"El amor no presume ni se engríe": Nos impide pensar y decir que todo lo hacemos bien, que los demás lo hacen mal, y que los demás nos han de tomar como modelo. En muchas faltas de caridad han existido previamente otras de vanidad y orgullo, de egoísmo, de deseos de sobresalir. El orgulloso no logra mirar más allá de su propia persona, de sus cualidades, de sus virtudes, de su talento. Y en este panorama tan mezquino ni siquiera aparecen los demás: no hay sitio para ellos.

"El amor no es mal educado ni egoísta": Evita que insultemos y maltratemos a los demás. No pide nada para uno mismo. Da sin calcular recompensa alguna. Sabe que ama a Jesús en los demás, y esto le basta. Busca el interés y el bien de los demás. Busca el bien de la persona amada.

"El amor no se irrita ni lleva cuentas del mal": Hace que dominemos nuestro genio, que no nos enfademos. Que callemos en muchas ocasiones. Que no tengamos deseos de venganza. Ni guardemos una lista de agravios personales. No se molesta si no es correspondido.

"El amor no se alegra de la injusticia sino que goza con la verdad": Trabaja con diligencia para que impere la justicia en el mundo. Alimenta hacia todo afecto y amor. No disfruta de la ruina de los adversarios.

"El amor disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites": Sabe perdonar siempre y olvidar. Con serenidad, con buena cara. Es mucho lo que podemos dar: fe, alegría, cariño… No nos molestemos si no somos correspondidos: el amor no busca lo suyo. No busquemos nada y habremos encontrado a Jesús.

En verdad, puede muy bien decirse que el amor resume en sí todas las demás virtudes, que a su vez son modalidades diversas de un mismo amor.

3ª: La tercera parte del himno es la más solemne y emotiva. En ella canta el Apóstol la duración de por sí del amor: Todo pasará: el don de profecía, el de lengua, de ciencia..., incluso la fe y la esperanza. La fe y la esperanza no permanecen en el Cielo: la fe será sustituida por la visión de Dios. La esperanza será sustituida por la posesión de Dios. Sólo el amor permanecerá eternamente, gozándose de la unión con su objeto amado que es Dios.

Y en el último versículo se recalca la idea del principio, esto es, la superioridad del amor sobre las demás virtudes.

El amor será el distintivo por el que conocerán que somos discípulos de Cristo.

Es una virtud que, para bien o para mal, estamos poniendo a prueba en todo momento. Porque a todas horas: podemos socorrer una necesidad, tener una palabra amable, evitar una murmuración, dar una palabra de aliento, ceder el paso, interceder ante el Señor por alguien necesitado, dar un buen consejo, sonreír, ayudar a crear un clima amable en nuestra familia o en el lugar de trabajo, disculpar, formular un juicio más benévolo, etc.

Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.