I Domingo de Cuaresma, Ciclo C
San Lucas 4, 1-13Autor: Pablo Cardona
Fuente: almudi.org (con permiso) suscribirse
«En
aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante
cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado
por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo: -«Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se
convierta en pan. Jesús le contestó: -“Está escrito: “No sólo de pan vive el
hombre”. Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos
los reinos del mundo y le dijo: -“Te daré el poder y la gloria de todo eso,
porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas
delante de mí, todo será tuyo.” Jesús le contestó: -“Está escrito: “Al Señor, tu
Dios, adorarás y a él solo darás culto”. Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso
en el alero del templo y le dijo: -Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo,
porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también: “Te
sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”. Jesús le
contestó: -Está mandado: “No tentarás al Señor, tu Dios”. Completadas las
tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión».
(Lucas 4,1-13)
1º.
Jesús, te has retirado al desierto para prepararte antes de empezar tu
predicación.
Y te preparas con más oración y con más mortificación.
Siguiendo tu ejemplo, también yo he de preparar cualquier acción apostólica
rezando y ofreciendo pequeños sacrificios por aquéllos a quienes quiera hablar
de Ti.
«Sintió hambre.»
Jesús, eres perfecto Dios y también perfecto hombre.
Por eso tienes hambre y sed, te cansas después de caminar todo un día, o lloras
cuando se muere un amigo.
Tú me entiendes porque has experimentado los mismos cansancios, alegrías,
sufrimientos, dolores, sentimientos y afectos que yo me encuentro a lo largo de
mi vida.
Jesús, hoy experimentas la tentación del demonio.
No quieres dejar de vivir esta situación tan humana y, al permitir que te
suceda, me vienes a decir que sufrir la tentación, como una prueba a nuestra
virtud, no es algo necesariamente malo.
Puede ser incluso motivo de gran avance espiritual, y por eso la permites.
«El Espíritu Santo nos hace discernir entre la prueba, necesaria para el
crecimiento del hombre interior en orden a una «virtud probada», y la tentación
que conduce al pecado y a la muerte. También debemos distinguir entre «ser
tentado» y «consentir» en la tentación. Por último, el discernimiento
desenmascara la mentira de la tentación: aparentemente su objeto es «bueno,
seductor a la vista, deseable», mientras que, en realidad, su fruto es la
muerte»
(C. I. C.- 2847).
Lo
importante es luchar para vencer la tentación, sabiendo que siempre presenta una
falsa felicidad, una «pseudo ganancia» hueca.
Jesús, ¡no me dejes caer en la tentación!
2º.
«Jesucristo tentado. La tradición ilustra esta
escena considerando que Nuestro Señor; para darnos ejemplo en todo, quiso
también sufrir la tentación. Así es, porque Cristo fue perfecto Hombre, igual a
nosotros, salvo en el pecado. Después de cuarenta días de ayuno, con el solo
alimento -quizá- de yerbas y de raíces y de un poco de agua, Jesús siente
hambre: hambre de verdad, como la de cualquier criatura. Y cuando el diablo le
propone que convierta en pan las piedras, Nuestro Señor no sólo rechaza el
alimento que su cuerpo pedía, sino que aleja de sí una incitación mayor: la de
usar del poder divino para remediar; si podemos hablar así, un problema personal
» Habréis notado a lo largo de los Evangelios: Jesús no hace milagros en
beneficio propio. Convierte el agua en vino, para los esposos de Caná;
multiplica los panes
y los peces, para dar de
comer a una multitud hambrienta. Pero El se gana el pan, durante largos años,
con su propio trabajo. Y más tarde, durante el tiempo de su peregrinar por
tierras de Israel, vive con la ayuda de aquellos que le siguen.
»En la segunda tentación, cuando el diablo le propone que se arroje desde lo
alto del Templo, rechaza Jesús de nuevo ese querer servirse de su poder divina
Cristo no busca la vanagloria, el aparato, la comedia humana que intenta
utilizar a Dios como telón de fondo de la propia excelencia»
(Es Cristo que pasa, 61).
Esta
meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones
Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.