“Que la paz de Cristo reine en vuestro corazón”.

XIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Padre Pedro Crespo    

 

 

Las lecturas de este domingo XIV del tiempo ordinario se inscriben en el contexto del seguimiento a Jesús que venimos comentando en estos domingos anteriores; añaden la idea de la misión. Jesucristo envía de dos en dos (para que sea creíble su anuncio) y a setenta y dos (a todas las gentes). El mensaje es el Reino: “Está cerca el Reino de Dios”; es decir, el mundo mejor que es posible gracias a Cristo, a sus criterios, y a la asimilación y vivencia de los cristianos. Fijaos en el tono de la primera lectura: “Gozad..., festejad..., alegraos..., os consolaré..., vuestros huesos florecerán como un prado”. ¿Quién no se apunta a esto?. ¿Anunciamos así desde nuestro testimonio, desde nuestras celebraciones...?             

Hay muchas maneras de concretar el crecimiento de ese Reino entre nosotros. Una idea, que aparece reflejada en las lecturas de este domingo, es la PAZ. Dice la primera lectura: “Haré derivar hacia ella, como un río, la paz”. Jerusalén continuamente asediada por la guerra, se verá inundada de paz. Dice la segunda lectura: “La paz y la misericordia sobre los que son criatura nueva”. La paz viene del nuevo ser recibido en el bautismo y no del cumplimiento de la ley judía. Dice el Evangelio: [Cuando vayáis a anunciar el Evangelio y entréis en una casa, decid]: “Paz a esta casa”. 

La paz no es, principalmente, ausencia de guerra o tranquilidad de carácter, sino que es algo positivo: reconciliación entre todos y de todos con Dios. Para colaborar en la construcción del Reino, dejando florecer la paz, Adolfo Chércoles pone tres condiciones y tres medios, en una reflexión sobre las bienaventuranzas; condiciones y medios que comento yo.

 

Condiciones: (Condición es, según el diccionario, una circunstancia indispensable para la existencia de otra, en este caso, la paz). 

1ª.- La Paz no la construimos las personas, es una dato previo: Dios es nuestro Padre y nosotros somos hermanos. (Otro dato previo, para comprender la idea, es la vida, que es un don de Dios). Esta es la realidad que, previamente, tenemos que aceptar: una dimensión religiosa, en relación con Dios, y una dimensión fraternal, en relación con el prójimo. Todo “conflicto”, bélico o no, esconde la paz; estamos llamados a desvelar la paz, deshilando todo paño que la oculta. 

2ª.- Respetar profundamente al prójimo. El otro (sea quien sea, haga lo que haga, piense lo que piense, sea de la religión, cultura o sexo que sea...), es sujeto de derechos y deberes, igual que yo; es persona e imagen de Dios, igual que yo; es mi hermano. El respeto consiste en el reconocimiento de lo que es, que a veces se empaña, por la obcecación de la intolerancia; el respeto consiste en la transigencia de lo que hace y dice conforme a los derechos de los demás. 

3ª.- No entrar en la dinámica de la violencia. Cuando uno sufre la violencia de los demás (daño sobre la persona y sus derechos, de una forma agresiva) es fácil querer responder de la misma manera; entonces se entra en la dinámica de la violencia, con la que sólo se consigue engendrar violencia. Es difícil esta condición para la paz, pues se nos pide que sepamos diluir el conflicto para no multiplicarlo. Sólo el amor puede superar la violencia; amar mansamente es doblemente difícil. 

Si se dan estas condiciones, es posible ir descubriendo la paz y podemos pasar a los medios para que florezca la misma en la humanidad. Si no se dan esas condiciones, debemos incidir, sobre todo, en ellas.

 

Medios: (Es un instrumento que se utiliza para un fin; el fin es la paz, la reconciliación).

 

1º.- El perdón. La paz crece a la par de otros muchos valores: la justicia, la verdad...; pero ninguno tan imprescindible como el perdón. En la definición de paz que he tomado, digo que es reconciliación, que significa hacer las paces, perdonarse. El primero que nos perdona a cada uno de nosotros es Dios; ese perdón hemos de llevarlo a los demás. Mirad cualquier conflicto entre pueblos, familias y personas... si no media el perdón (además de otras cosas), la paz es inimaginable. No hay mejor capacitación para conceder el perdón que ser perdonado en los propios errores. 

2º.- Corrección fraterna. Algo que es muy difícil de hacer y de aceptar. Se basa sobre todo, como el perdón, en el amor. Cuando tu quieres a una persona, si ves que se equivoca, la corriges porque la quieres; si no la quieres, te da igual. Cuando alguien te corrige, tú lo aceptas si sabes que lo hace por que te quiere. La corrección fraterna, además de ir unida con el amor, va de la mano de la humildad, para hacerla y para recibirla. ¿Quién ama tanto que corrija?. ¡Dios!. Mirad en el Antiguo Testamento como manda profetas para corregir a su pueblo y ¡cómo salen parados los profetas!.

Este medio para la paz quiere expresar que la reconciliación no se puede sustentar en la mentira y el mal, sino en la verdad y el bien.

3º.- La sospecha sobre uno mismo. Este medio parece un poco más confuso. Quiere decir que en vez de pensar primero en lo que deben hacer los demás, pienses primero en lo que debes hacer tú para llegar a la reconciliación. “Si cuando vas a llevar tu ofrenda al altar, sabes que tu hermano tiene quejas contra ti...” ... en vez de esperar a que venga a dártelas, “vete a reconciliarte con tu hermano”. El mejor medio para la paz eres tú; pues dos no riñen si uno (tú) no quiere. 

Dios te envía a anunciar su reino. ¡Qué su paz reine en tu corazón! Así el mensaje será más creíble.