“Gracia, Amor, Comunión: Así es Dios”.

Solemnidad de la Santísima Trinidad, Ciclo C

Autor: Padre Pedro Crespo    

 

 

Celebramos en este domingo la fiesta de la Santísima Trinidad, fiesta en la que contemplamos el misterio de Dios, en el que creemos, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y una sola naturaleza divina. Nuestro Dios es relación de amor. También podríamos decir, por lo mismo, que celebramos el misterio del ser humano, hecho a imagen y semejanza de Dios. 

En este día es costumbre recordar a l@s religios@s de vida contemplativa. Ellos, que oran por nosotros durante todo el año, tienen esta jornada para que nosotros nos acordemos de rezar por ellos. Ellos, que han dejado todo por la intimidad con Dios, nos recuerdan que, también nosotros, hemos de construir nuestra vida sobre Dios. 

Hay un saludo, que hacemos los sacerdotes al comenzar la Eucaristía, que se lee en la segunda lectura de este día, en el ciclo A, que dice: ”La Gracia de nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo estén siempre con vosotros” (2 Cor 13, 13). Expresa muy bien el ser de Dios, la Roca sobre la que hemos de construir nuestra vida, las notas sobre las que hemos de fundamentarnos.

     

      LA GRACIA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO: 

      Dice la segunda lectura de este domingo: “Por él -Jesucristo- hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: La Salvación”. Es la referencia a la gracia. La Gracia es todo lo que Dios nos da para fomentar nuestra relación con él, con los demás, con el mundo...: la vida, la filiación, el perdón, la vida de su Hijo... Estas gracias nos las da Dios a través de los sacramentos, que instituyó Cristo y que es quien los realiza a través de los sacerdotes. Por eso decimos “La Gracia de Nuestro Señor Jesucristo”. En la vida del cristiano, todo es regalo de Dios, todo es gracia; pero todo es gracia recibida, asimilada, respondida... Sin la naturaleza humana que recibe esa gracia, que la vive y que responde a ella, la gracia quedaría sin tierra en la que germinar. Es necesario, por tanto, junto con la gracia, la libertad que la acoge y el esfuerzo personal que la hace fructificar. Desde aquí podemos entender el sentido de la frase de la segunda lectura: “Por Jesucristo hemos obtenido...” (Es él el autor y el medio), “... con la fe...” (Es el ser humano el que la recibe), “... el acceso a esta gracia en que estamos: La Salvación” (La Salvación es una obra realizada por Cristo, en la que ya estamos, aunque no gocemos todavía plenamente de ella). Así la gracia forma en nosotros como una “segunda naturaleza”, una nueva vida, la vida divina; “roca” en la que una persona puede fundamentar su vida. 

      EL AMOR DEL PADRE: 

      Dice la segunda lectura: “El amor ha sido derramado en nuestros corazones”. El Amor en sentido cristiano no es sólo ni principalmente un sentimiento, el que tengo hacia la persona amada. Este sentimiento cambia, incluso desaparece. El amor es el bien hecho a la persona amada: compasión, misericordia... Dios Padre es Misericordia (Lc 15, Parábola del Hijo Pródigo); ésta es casi la definición de Dios. El Padre nos manifiesta su amor a través de su Hijo y de su entrega en la cruz: “Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo...” También manifiesta su amor a través del Espíritu Santo: “El amor ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”, así nos llegan los frutos del Espíritu, que son frutos de quien vive en el amor: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad... El Amor tiene tal envergadura para la realización personal que es una buena “roca” para fundamentar la vida. 

   

      Y LA COMUNIÓN DEL ESPÍRITU SANTO: 

      Dice la segunda lectura: “El Amor ha sido derramado ...con el Espíritu Santo que se nos ha dado”. Y el Evangelio: “El Espíritu de la Verdad plena, os comunicará lo que está por venir, lo recibirá de Cristo lo que comunique”. El Espíritu tiene que ver con el Amor y con la Verdad, valores muy importantes, que deben ir unidos; pero este saludo, que estoy comentado, de San Pablo, le atribuye al Espíritu Santo la Comunión. El Espíritu comunica la comunión que vive en su ser Dios y tiene como fin hacernos partícipes de esa comunión: la fraternidad perfecta y la unión con Dios. Así la Gracia, el Amor, la Verdad... contribuyen a la Comunión. Otra manera de definir la misión del Espíritu es decir que tiene la tarea de santificar el mundo; es lo mismo: que todo y todos entren en la dinámica  de comunión de las relaciones divinas, con un previo discernimiento de lo que posibilita o dificulta esta comunión. La Comunión o el Bien Común tiene también envergadura para ser “roca” sobre la que fundamentar la vida. 

      Edifica tu vida sobre la Roca que es Dios, no sobre arena; es decir, edifica tu vida sobre valores sólidos y no sobre valores light. Valores que expresan el ser de Dios son: la Comunión, el Amor, la Gracia; así es Dios y así puedes ser tú.