“El Señor te prefiere a ti”

II Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.

Autor: Padre Pedro Crespo    

 

 

         Comenzamos el tiempo ordinario, con el segundo domingo del tiempo ordinario. El domingo anterior, del bautismo del Señor hace de transición entre Navidad y este tiempo. Comenzamos así a recorrer la Vida Pública de Jesús, sus obras y sus dichos, y lo hacemos con uno de sus primeros signos: el milagro de las bodas de Caná, en el que transforma el agua en vino a petición de la Virgen María. Los milagros son signos, expresión de otra realidad, de la realidad misericordiosa de Dios.

 

Para entender mejor ese milagro y no reducirlo sólo a una solución puntual de un problema: la falta de vino, es preciso situarlo en el contexto de la primera lectura. 

La fe en la Biblia se entiende como una relación personal con Dios, una relación de confianza, e incluso como una relación matrimonial.  

El pueblo de Israel vuelve del destierro de Babilonia y se encuentra Jerusalén desolada, destruida; se sienten abandonados por Dios, en una situación lamentable de desesperanza. En esa situación el profeta les dice esta profecía en clave de relación esponsalicia con Dios: “Te pondrán un nombre nuevo... Serás corona en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios. Ya no te llamarán “abandonada”, ni a tu tierra “devastada”; a ti te llamarán “mi Favorita” y a tu tierra “Desposada”; porque el Señor te prefiere a ti... así te desposa el que te construyó... .” ¡Qué aliento para un momento de desesperanza!. Así es nuestra relación de fe con Dios: el Señor nos prefiere a nosotros. 

Esta promesa esponsalicia la expresa así el profeta Oseas (Os 2, 16... 22): “La llevaré al desierto y le hablaré al corazón... y ella me responderá ahí como en los días de su juventud... Te desposaré conmigo para siempre, te desposaré en justicia y en derecho, en amor y en ternura; te desposaré en fidelidad y tú conocerás al Señor”. 

En el texto del Evangelio escuchamos como Jesús y María acuden a una boda en Caná de Galilea. Su presencia bendice todas las bodas y fiestas de amor.  

María está pendiente de las necesidades y le dice a Jesús: “No tienen vino”.  

Jesús, en su vida pública mantiene alejada a su Madre: “Todavía no ha llegado mi hora”; “mujer ¿qué tenemos que ver tu y yo?.  

Como intercesora se retira de la escena diciéndole a los mayordomos: “Haced lo que él os diga”.  

Las tinajas de agua de las purificaciones de los judíos son llenadas de agua, que es transformada en vino, mejor que el anterior. Este signo tiene una relectura: se pasa de los antiguos ritos: las purificaciones de los judíos, al vino - quizá de la Nueva Alianza -. “El agua en vino transformada, o la insipidez en gracia, la debilidad en fortaleza, la tristeza en gozo, las lágrimas en júbilo, la frialdad en fuego. El agua es como la letra humana, el vino es la música divina. El agua es el esfuerzo humano, el vino es el poder de Dios. El agua es la ley del temor - “tinajas de piedra para las purificaciones de los judíos” -, el vino es la ley del amor”. 

Esta relectura nos permite ver otro plano de interpretación en el contexto de boda de Dios con su pueblo de la primera lectura: en nuestra relación personal con Dios debemos dejar las purificaciones externas, los ritos inútiles, las devociones individualistas... para pasar a la relación del vino de la Nueva Alianza, que es la relación de la entrega generosa de la propia vida como signo de nuestra relación cultual con Dios; pasar del esfuerzo a la gracia, del temor al amor, del culto a la vida, de la esclavitud de las normas a la libertad del Espíritu. 

Dios te prefiere a ti no sólo como individuo, sino como persona integrada en un pueblo: el Pueblo de Dios. Un Pueblo: el cristiano, un Dios. Comenzamos  hoy el octavario por la unidad de los cristianos, con el lema: “Mi paz os doy”. Escuchamos en la segunda lectura que hay diversidad de dones, de servicios, de funciones, pero que todos sirven para el bien común. El Espíritu se manifiesta en todos para el bien común. La paz que nos da Cristo, la paz que es Cristo, es RECONCILIACIÓN de todos con Dios y entre todos nosotros