“Dios es compasivo y misericordioso”.

VII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.

Autor: Padre Pedro Crespo    

 

 

        Repetimos en el salmo: El Señor es compasivo y misericordioso. Es una descripción de Dios. Dios padece con nosotros, comparte nuestra vida; pero además es misericordioso [es el amor en cuanto se compadece eficazmente de las necesidades y las dolencias ajenas], que además de la compasión incluye  el perdón y el amor a los enemigos.

 

Se nos invita a ser compasivos y misericordiosos, como lo es Dios.

 

En la primera lectura escuchamos como David perdona la vida a su  enemigo Saúl. En el texto del Evangelio se nos dice como tenemos que ser compasivos como lo es Dios; lo que incluye amar al enemigo, no juzgar, no condenar, perdonar. 

Dios es MISERICORDIOSO, pone su corazón en nuestras miserias para sanarlas, porque nos quiere, porque apuesta por nosotros más que nosotros mismos. Su misericordia es una invitación a ser “padres” misericordiosos con los demás, a sanar sus miserias, a perdonar de corazón, a querer a los que no nos quieren. 

La misericordia es poner el corazón en la miseria del hermano. Sólo se puede ser misericordioso cuando uno vive tranquilamente su propia miseria y allí se siente acompañado, querido, abrazado, perdonado, sanado, por Dios.  

            La misericordia se concibe ante todo como compasión del corazón. La misericordia, aunque haya de apoyarse generalmente en la humildad de la propia miseria, es formalmente caridad”. (López Melús, citado por José Luis Martín Descalzo en “Vida y Misterio de Jesús de Nazaret”).

 

Para Jesús es el centro de la virtud: 

- Primacía de la misericordia frente a los holocaustos y sacrificios: Mt 9, 13; 12, 7.

- En nombre de esa virtud se hacen las más duras críticas: Mt 23, 23: “ Ay de vosotros ... por cumplir la ley y os olvidáis de la misericordia y la justicia”.

 

Es un consejo de Jesús en el Evangelio de hoy: “Sed misericordiosos (o “compasivos”, depende de las traducciones) como vuestro Padre es misericordioso”; es el ideal, lo que debe ser el comportamiento del hombre:

La obligación de perdonar es tan esencial como la necesidad de ser perdonados.

V. 27-35: poner la otra mejilla... bendecir y amar a los enemigos.

V. 37-38: no juzgar... 

En definitiva: sed misericordiosos, aquí está el resumen de la nueva doctrina: amar a los enemigos.

 

¡Qué difícil!

 

Recordad la frase del padrenuestro: “perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

 

¿Qué hacer?:

1.  . Prescindir de toda venganza personal.  

2.  . En vez de apelar a la justicia de Dios, debo apelar a su misericordia. (La justicia de Dios es misericordia). Dichosos quienes invocan la misericordia de Dios para sus enemigos, porque alcanzarán misericordia para sí mismos.

 

OTRAS CONSIDERACIONES INTERESANTES: 

·      Quien piensa mal (ya está juzgando), aunque consiga que nadie lo engañe, es ya víctima de su propio engaño; mientras que quien ama sabe que de nadie puede recibir verdadero daño sino de sí mismo.

·      Quien ama sólo a sí mismo se juzga con dureza. Sabe que puede amar más. Es la misma mecánica que conduce a la humildad de los santos y a la modestia de los grandes sabios. (Exigente con uno mismo, comprensivo con los demás).

·      Sólo quien experimenta la necesidad de ser perdonado podrá perdonar como Dios manda.

·      La misericordia necesita ser humilde para ser verdadera misericordia, ¿cómo podría ser misericordia aquella que se ejerce desde una conciencia de superioridad? ó como decía Goethe: “la más alta venganza consiste en no tomar venganza”, justo lo contrario del perdón cristiano.

·      El perdón absoluto está en el olvido: “No lleva cuentas del mal” (1 Cor 13, 5).

·      ¿Quiénes son los enemigos? Normalmente aquellos a quienes nosotros atribuimos nuestros sentimientos de enemistad. Somos nosotros sus enemigos y no al revés.

·      PERDONAR PARA QUE DIOS TE PERDONE:                                                       

- Sant 2, 13: “Un juicio sin misericordia para quien no sea misericordioso”

- Mt 6, 14-15: “Si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará; sino perdonáis, tampoco vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros”.

·      La misericordia no se contenta con cumplir sus deberes, renuncia a sus derechos:

- la caridad “no busca lo que es suyo” (1 Cor 13, 5).

- “Es ya un fallo el que haya pleitos entre vosotros, ¿por qué no preferís sufrir la injusticia?, ¿por qué no preferís ser despojados?” (1 Cor 6, 7). 

Nota: Estos “apuntes” están sacados de “Las formas de la felicidad son ocho” de José María Cabodevilla; Ed: BAC.