“El Espíritu Santo crea comunión de fe y amor”.

VI Domingo de Pascua, Ciclo C.

Autor: Padre Pedro Crespo   

 

 

            Un tema importante en las lecturas de este domingo es el Espíritu Santo. El Espíritu es la persona de la Santísima Trinidad que está presente en el tiempo de la Iglesia. Tiene la misión principal de contribuir a la comunión de los hombres. El Espíritu crea comunión de fe y amor.   

 

Un tema importante en las lecturas de este domingo es el Espíritu Santo. El Espíritu es la persona de la Santísima Trinidad que está presente en el tiempo de la Iglesia. Tiene la misión principal de contribuir a la comunión de los hombres. El Espíritu crea comunión de fe y amor.  

En la primera lectura podemos ver: “Hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas de las indispensables”.  

Es que en la primera Iglesia se planteó un conflicto que provocó el Concilio de Jerusalén. El conflicto se podría expresar del siguiente modo: entre los primeros cristianos había algunos que procedían del judaísmo y otros que procedían de la gentilidad. Los judíos querían seguir manteniendo el cumplimiento de la ley de Moisés, querían conservar la circuncisión como señal de pertenencia al pueblo de Dios, cosa que no acababan de aceptar los que provenían del ambiente gentil.  

El primer concilio decidió que no era necesario estar circuncidado para pertenecer al Nuevo Pueblo de Dios. Este “conflicto” es expresión de una comunidad plural, en donde no hay una uniformidad total en sus miembros, si no que hay diferentes puntos de vista; pero en la que hay comunión. Antes que las propias convicciones o la ley antigua, triunfa el Espíritu.  

Mención aparte habría que hacer para lo que sí consideraron una carga imprescindible de soportar, que fue lo siguiente: no a la idolatría, no a la fornicación y no a comer carne ofrecida a otros dioses, por respeto ante quien se pudiera escandalizar. 

Otra mención decisiva para al Iglesia, que estaba en el trasfondo de ese conflicto, es que los apóstoles vieron claramente que el Evangelio estaba destinado a todos, no solo al pueblo judío. Quizá este era el tema clave y no los otros, más anecdóticos. 

En el texto del evangelio se dice: “El que me ama guardará mi palabra. El Espíritu Santo os lo irá recordando todo”. 

El amor cumple la ley. “Quien me ama, guardará mis mandamientos”, dice Jesús en otro momento de este discurso de despedida, que relata Juan. Pero resulta que quien ama no sólo cumple los mandamientos, sino que su amor le lleva mucho mas largo, “ama y haz lo que quieras” - decía San Agustín -. El amor cumple la ley entera, guarda la palabra de Jesús. Y para guardar todo lo que Jesucristo ha dicho, tenemos al Espíritu Santo que nos lo irá recordando todo.  

El Espíritu Santo crea comunión porque hace posible una auténtica fe en diversidad de opiniones y porque hace posible el amor, recordándonos todo lo que Jesucristo dijo. 

3º Celebramos hoy la Pascua del enfermo. Se nos invita a pedir por ellos y a saber acompañarlos en sus necesidades.  

Quizá podamos ver la enfermedad como una limitación o una fuente de sufrimientos, a veces innecesarios. Desde la perspectiva de las lecturas de hoy podíamos decir de la enfermedad lo mismo que decimos del Espíritu. Los enfermos crean comunión entre las personas cercanas, ayudan a unirse en torno a ellos, a quienes nos situamos ante la vida con distintas ideas políticas o religiosas. Quizá es una de las lecciones que podemos aprender de los enfermos, además de la debilidad de la vida, la necesidad de la mutua dependencia, la importancia de la salud, la necesidad de comprensión... Los enfermos nos ayudan a hacer concreto nuestro amor ante sus necesidades. 

Os pongo una oración del Secretariado Diocesano de Ciudad Real de la Pastoral de la Salud:

 

JESÚS ES LA SALUD

 

Señor, Tú eres la Salud.

Tú viniste para darnos Vida,

para ofrecernos nuevas posibilidades

y abrirnos a nuevos horizontes.

 

Señor, Tú ensanchas nuestro corazón

y das alas a nuestra libertad.

Tú curas nuestras heridas internas

y nos invitas a ser

dueños de nosotros mismos

y servidores de los demás.

Tú nos ayudas a vivir sanamente

las experiencias dolorosas de la vida

y a crecer desde la pequeñez.

 

Gracias, Señor,

porque has compartido nuestra vida,

y, amándonos hasta el final,

nos has revelado

que solo el amor sana y salva. AMÉN.