XXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

“En tus asuntos procede con humildad”.

Autor: Padre Pedro Crespo 

 

 

Las lecturas de este domingo XXII del tiempo ordinario son una invitación a vivir desde la humildad: 

-          En la primera lectura oímos: “Hijo mío, en tus asuntos, procede con humildad”.

-          En el evangelio: “El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido”. 

Según el diccionario de la Real Academia Española la humildad es “la virtud que consiste en el conocimiento de nuestras limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con ese conocimiento”. Conocer las propias limitaciones y, con lo que soy, ponerme al servicio de los demás. 

He aquí unas citas que coinciden con este aspecto de identificar la humildad con el propio conocimiento: 

-          “La humildad procede del conocimiento que el alma tiene de sí misma” (Sta. Catalina de Siena).

-          “La humildad es la virtud que regula la tendencia del hombre a exaltarse por encima de su propia realidad. Consiste ante todo en reconocer a Dios como Dios y Señor; y al hombre como criatura y siervo”(Santo Tomás de Aquino).

-          La humildad es la virtud mediante la cual el hombre se desprecia a causa del claro conocimiento que tiene de sí mismo” (San Bernardo).

-          La humildad es hija de la verdad; para ser humilde hay que conocer perfectamente a Dios y al hombre” (San Luis María Grignion). 

Es decir que la humildad tiene que ver mucho con la verdad de lo que uno es: una criatura de Dios, dependiente de él. 

Lo contrario es la soberbia y el orgullo, que es falta de conocimiento de las limitaciones y, por consiguiente, se da el engreimiento, queremos destacar, tener los primeros puestos y vivir en la mentira sobre uno mismo: creerse autosuficiente, sin necesidad de Dios y de los demás. 

La humildad es el reconocimiento de la propia pobreza: “Dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Con espíritu de riqueza, de buscar el tener, el poder, el gozar, no se entra en el Reino de Dios. “Es imposible poseer el Reino de Dios a menos que grabéis en vuestro corazón, espíritu, alma y cuerpo, una profunda humildad” (San Antonio Abad).

 

“Como el Señor mencionaba muchas veces la humildad sin explicar en qué consistía, le interpelaron así sus amigos:

- Señor, dinos qué es la humildad, enséñanos a conseguirla.

El Señor sonrió como siempre que debía hablar de algo que le gustaba y les dijo:

- ¿Qué es la humildad? ¿A qué podré compararla? Es semejante a una gotita de mercurio que salió de un termómetro roto. Quiso alguien cogerla para poseerla y se le escapó de las manos; quiso verla bien y encendió una linterna, pero sólo vio la luz que en ella se reflejaba. A pesar de no poderla atrapar, la gotita estaba con toda seguridad, pues se notaba su peso, con certeza estaba en algún pliegue del papel arrugado, pero nadie pudo aprisionarla.

Así el hombre humilde parece pasar desapercibido, pero deja una estela de Dios. Parece que por su fragilidad será esclavizado, pero nadie llega a dominarlo. Y pasa al revés, posee una libertad interior como nadie la tiene. Parece que no vale nada, pero su ausencia se hace notar. Nadie pretende solicitar de él una entrevista, pero deja una huella después de su paso que todos notan. Y cuando les deja, todos hablan de él.

¿Para qué hablar más de la humildad si nadie puede poseerla del todo y cualquiera puede vivir humildemente y con ello gozarla?.

Nadie añadió nada, pero a pesar de ello no se sentían cohibidos y constataron lo que pasa con el humilde, que todos se sienten bien a su lado” (Nuevas parábolas, pág. 23. Ed. : Sígueme. P-J Ynayara Díaz). 

Que el Señor nos ayude a conocernos interiormente, para que podamos proceder en nuestra vida con una verdadera humildad. 

Excursus: LA HUMILDE SUMISIÓN (Libro II, Capítulo 2. “Imitación de Cristo”. Tomás H. De Kempis): 

1. No debe importarte demasiado el saber quién está a favor tuyo o contra ti. Preocúpate más bien y haz por manera de que Dios esté contigo en todo lo que haces. 

2. Guarda una conciencia buena, y Dios será tu apoyo y tu defensa. Porque aquel a quien Dios quiere ayudar ningún mal podrá causarle la perversidad de los hombres. 

3. Si sabes callar y padecer, no dudes que verás de un modo tangible el favor del Señor. 

4. Él conoce perfectamente el modo oportuno y cómo ha de librarte; así que debes abandonarte en sus manos. A Dios corresponde ayudarnos y librarnos de toda confusión. 

5. Muchas veces nos es de gran provecho que otros sepan y censuren nuestros defectos, porque así nos mantenemos en una posición de mayor humildad. 

Ventajas del humilde 

6. Cuando el hombre se humilla por sus deficiencias calma fácilmente a los demás, y eso satisface por sí solo a los que estaba airados contra él. 

7. Dios protege al humilde y lo salva, lo ama y lo consuela; se inclina, por decirlo así, ante el hombre humilde, le prodiga abundantes gracias y, una vez se ha humillado, lo levanta a la gloria. 

8. Al humilde le hace confidente de sus secretos, y lo atrae dulcemente a sí y le invita a ir a Él. El humilde, cuando ha recibido una afrenta, sigue imperturbable en la paz, porque descansa en Dios y no en el mundo. 

9. No pienses haber adelantado un paso, mientras no te sientas inferior a los demás. (Entiéndase..., digo yo).