XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.

 “Auméntanos la fe”.

Autor: Padre Pedro Crespo 

 

Creo que las lecturas de este domingo XXVII del tiempo ordinario nos hablan del tema de la fe, pues dicen: 

-          En la primera lectura: “El justo vivirá por su fe”.

-          En la segunda lectura: “Toma parte en los duros trabajos del evangelio según las fuerzas que Dios te dé... y vive con fe y amor cristiano”.

-          En el evangelio: Los discípulos le dicen a Jesús:  “Auméntanos la fe”. 

¿Qué es la fe, qué quiere decirse cuando uno dice que tiene fe?. Pues podríamos decir que la fe es una actitud de respuesta a Dios que le reconoce como el valor central de su vida y se pone en sus manos. Es una actitud de respuesta porque la fe tiene una estructura de diálogo: Dios te pregunta si quieres seguirle y tú respondes reconociéndole como lo más importante de tu vida. Esta respuesta a Dios no se hace con palabras, sino que es una actitud que se expresa en tres dimensiones fundamentales: La vivencia personal, las celebraciones de los sacramentos y el compromiso. 

La vivencia personal se refiere a lo que uno vive y cree interiormente; esa vivencia interior se expresa en las celebraciones de los sacramentos, principalmente en la eucaristía y la penitencia; y se expresa también en el compromiso personal por cambiar este mundo desde los criterios del evangelio.  

Cuando decimos auméntanos la fe, según lo explicado, le estamos diciendo al Señor: auméntanos la vivencia personal, auméntanos la expresión de la fe en los sacramentos, auméntanos el compromiso. Cada uno según su situación personal necesitará crecer en la fe en una dimensión determinada. 

No sé si va a ser un poco lioso, pero os voy a decir a continuación unas reducciones de la fe y, por tanto, los aspectos en los que debe ir creciendo esa persona (todos necesitamos crecer en alguna de estas direcciones): 

Hay personas que entienden la fe como algo interior, privado e íntimo; potencian mucho la dimensión de la vivencia personal, porque piensan que la fe no debe salir de ahí. Estas personas tienen que desprivatizar su fe y expresarla en las celebraciones y en el compromiso de la vida. 

Hay otras personas que por el contrario olvidan esta dimensión de la vivencia personal de la fe y hacen ritos religiosos porque es una costumbre social: se casan, bautizan, hacen la comunión y entierran a sus familiares por que es así como se acostumbran a hacer las cosas. Estas personas tendrían que caer en la cuenta de que la fe es una opción personal por seguir a Jesús por encima de las costumbres o tradiciones. 

Hay personas que viven su fe potenciando principalmente la celebración de la fe de un modo beato, olvidando que deben potenciar también en su vida de fe la vivencia personal y el compromiso. Normalmente las personas a las que denominamos peyorativamente “beatos”, suelen ser personas de gran fe. 

Hay otras personas que olvidan celebrar su fe y dicen que tienen más fe que nadie, pero no van a la Iglesia. Estas personas terminan instrumentalizando su fe y poniéndola al servicio de lo que ellos quieren. Tendrían que celebrar su fe para descubrir que la fe no es cosa sólo suya, sino que es cosa de dos, que Dios debe poner su iniciativa y su gracia. 

Hay personas que piensan que creer es comprometerse y viven una fe volcada principalmente al servicio al hermano. Estas personas deberían descubrir que la fe es una relación personal con Dios, que se vive interiormente y se expresa en los sacramentos que son encuentros reales con Dios; de esa relación personal es de donde sale el compromiso por servir a los más necesitados. 

Hay otras personas que olvidan el compromiso en su vida religiosa, viven y celebran su fe sobre todo para sentirse bien interiormente, pero no acaban de plasmar esa fe en la vida diaria de cada día, en sus actitudes, en sus opciones, en sus pensamientos. Estas personas tendrían que descubrir la coherencia entre lo que se vive interiormente y se celebra con la vida de cada día. 

En cualquier situación que nos encontremos, hoy le pedimos al Señor que nos aumente la fe, que nuestra respuesta a su invitación a seguirle sea una respuesta generosa; y que al final digamos, como en el evangelio, “hemos hecho lo que teníamos que hacer”. 

Nota: La lógica de este discurso es la siguiente (por si vale): Le pongo a la fe tres dimensiones, sacadas de la descripción que hacen los Hechos de los Apóstoles de las primeras comunidades:

1ª.- “Vivencia Personal”: Credo, Evangelización, Enseñar...

2ª.- “Celebraciones”: Culto (sacramentos), Liturgia, Santificar...

3ª.- Compromiso: Moral, Cáritas, Regir... 

Y luego voy viendo modos insuficientes de entender la fe, en este orden: cuando uno toma sólo una dimensión y cuando uno olvida esa dimensión; recorro las tres dimensiones 

Y así me sale un análisis personal, que creo que tiene una buena correspondencia con la realidad.