XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.

 “Sólo el samaritano volvió para darle gracias”.

Autor: Padre Pedro Crespo 

 

La primera lectura y el evangelio de este domingo, XXVIII del tiempo ordinario, coinciden en presentar la curación de la lepra de Naamán (en la primera lectura) y diez leprosos (en el evangelio); además resaltan el protagonismo del enfermo extranjero: Naamán, el sirio, y el leproso samaritano, que se volvió a darle las gracias a Jesús. 

Tanto los enfermos de lepra como los extranjeros eran marginados en tiempos de Jesús. ¿Por qué?. Los enfermos de lepra estaban marginados por dos razones:  

-          Nunca se ha dado un trato de privilegio a los enfermos. Pero menos aún si se sospechaba que podían contagiar a los sanos, como era el caso de los leprosos, obligados a vivir en el campo, sin entrar en la población; o se les tenía por impuros y relacionados con los malos espíritus. 

-          Pero, además, por incluirlos entre los pecadores; creían muchas veces que las enfermedades las mandaba Dios como un castigo por los pecados cometidos. 

No sólo eran leprosos sino que eran extranjeros. La ley prohibía tratar con ellos. No se podía entrar en sus casas, porque contaminaban, ni se les dejaba entrar en el hogar de un israelita. También están marginados los samaritanos. Era una raza mestiza, con mezcla de sangre judía y pagana. Además se habían apartado de la ortodoxia de Jerusalén, edificando su propio templo en la montaña de Garizín. Entre ellos y los judíos puros había fuertes tensiones y enemistades. Ni siquiera se podían pedir un vaso de agua. El peor insulto era llamar a uno “samaritano”. 

El mensaje de las lecturas de este domingo es tremendamente claro: Jesús está con los marginados de su tiempo, no con los que se creen los elegidos de Dios. 

Quedan, igualmente aclarados, dos temas importantes en la religiosidad judía y cristiana:  

1º- Dios no castiga con las enfermedades. Las enfermedades son degeneraciones de la naturaleza de la que estamos hechos, pero nunca un castigo de Dios porque uno haya pecado. Fijaos que es importante porque en la devoción popular hay muchísimos comportamientos que se deben a esta mentalidad: ¿Qué habré hecho yo para merecer esto?, se preguntan ante cualquier accidente o enfermedad en un hijo o en uno mismo. Y hay que hacer alguna penitencia o promesa para alejar el posible “maleficio” o condena divina. Dios no castiga a nadie y menos con enfermedades. 

2º- Dios da su salvación para todo el mundo, incluidos los extranjeros. En la religión católica no hay nacionalismos que valgan. El pueblo judío era muy nacionalista, el pueblo elegido por Dios, los únicos que se iban a salvar. Un nacionalismo donde se identifican el poder civil y religioso, en donde por ser judío ya estás salvado. Una mentalidad parecida al nacionalcatolicismo, en la que es lo mismo ser de España que ser católico.  

Perdonar la comparación: (Una mentalidad parecida a la canción “De Daimiel, somos de Daimiel, Virgen de las Cruces dilo tú también”. No es lo mismo ser de Daimiel, que ser devoto de la Virgen de las Cruces).  

Que el Señor nos ayude a estar de parte de los marginados, que nos ayude a no marginar a nadie, que nos acerque a los que padecen cualquier enfermedad y que nos descubra que ser católico es ser universal, abierto a todos, aunque no sean de nuestra tierra.