Sagrada Familia, Ciclo A

“Nuestra ciudadanía está en el cielo”

Autor: Padre Pedro Crespo  

 

En la fiesta de la Sagrada Familia se pone a la familia de Nazaret: José, María y Jesús, como modelo de la familia y como modelo de la Iglesia. 

El lema de la Jornada de este año de la Familia y la Vida dice “Sin embargo nuestra ciudadanía está en el cielo”; es decir, pone de manifiesto que la familia, como la vida, es un camino para llegar al cielo, nuestro hogar definitivo. Un motivo importante de reflexión, la familia no es un fin en si misma, es un medio para encontrarse con Dios. No es hacerla de menos; Cristo es el Mediador. 

La primera lectura nos habla de los deberes de los hijos para con los padres (respetarlos y honrarlos); no escuchábamos los derechos; vivimos en una sociedad que habla mucho de “derechos de...”, pero en la familia, por amor, “se renuncia a los que es suyo”, se renuncia a los derechos. Otro tema muy interesante: la familia es una escuela donde aprendemos a vivir el amor, que puede suponer poner al otro y sus necesidades como alguien más importante que yo. 

El Evangelio de este ciclo A nos narra las ‘peripecias’ de José y María  para sacar adelante a Jesús, evitando los peligros. Destaca la preocupación de los padres y la mano de Dios, que les va guiando. Este tema también tiene mucho que comentar: hoy los padres deben ser unos expertos en humanidad y tener buena “imaginación en la caridad” (expresión que me gusta emplear) para educar a sus hijos como cristianos en la libertad y responsabilidad.

Buenos temas para la familia: ciudadanos del cielo, renuncia a derechos por amor; preocupación por los hijos; ayuda de Dios... Pero, además, no quiero dejar pasar la segunda lectura de hoy. 

Las notas o características de San Pablo en la segunda lectura, constituyen un panorama descriptivo de lo que está llamado a ser la familia y la Iglesia, con la gracia de Dios y el esfuerzo de sus miembros. Tenemos de telón de fondo, de marco de estos consejos esas realidades apuntadas anteriormente: estamos de paso hacia el cielo, priorizamos los derechos del otro, educamos... la familia es la mejor escuela. 

Misericordia entrañable, poner el corazón en la miseria de los demás y por eso ayudar al otro; virtud que inclina a compadecerse, a padecer con el otro su dolor e intentar remediarlo. La misericordia es ayuda en la necesidad que se padece y es también perdón por las ofensas recibidas. 

Bondad, inclinación natural a hacer el bien al otro y, por supuesto, a no hacerle mal. Es algo tan sencillo como ser bueno. 

Humildad, clara conciencia de lo que uno es, sin sobrevalorarse ni despreciarse, lo que te lleva a ponerte al servicio de los demás. La humildad es sencillez en la forma de vivir. 

Dulzura, de carácter afable, bondadoso y dócil; es decir, sin tener manifestaciones fuera de tono, agrias, sino tener un comportamiento amable. ¡Cuántas salidas de tono hay normalmente en la convivencia! 

Comprensión es ponerse en el lugar del otro; “calzar durante un mes su calzado”, como dice un proverbio árabe, para poder entenderle. 

Perdón, porque Dios os ha perdonado, que es disculpar al otro sus ofensas, olvidar el daño recibido. Como Dios nos perdona a nosotros así perdonamos nosotros a los demás. 

Sed agradecidos, considerad al otro como necesitado de tu cariño; enseñaos mutuamente, estad en disposición de aprender del otro; rezad, considerad necesaria la ayuda de Dios.  

Todas estas notas no nacen sólo como fruto del esfuerzo, sino como don de Dios. 

Por encima de todo el amor y la paz, que es reconciliación, para fomentar la unidad en la familia y en la Iglesia. 

Podemos resumir: La familia no es un fin es sí misma, es una camino para el cielo. Los padres tienen la grave tarea de educar a los hijos en valores cristianos: la misericordia, las paz... la entrega de sí mismos. Podemos decir lo mismo de la Iglesia: una comunidad que no tiene el fin en sí misma, sino que es un camino para la otra vida; que tiene el deber sagrado de educar a los cristianos en el camino de la realización personal: la entrega generosa de sí mismos. Jesús, María y José, la Sagrada Familia son nuestro modelo de referencia