II Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
“Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

Autor: Padre Pedro Crespo  

 

 

             Comenzamos el tiempo ordinario. En este tiempo vamos a hacer un recorrido por la vida pública de Jesús, por sus hechos más significativos que nos narran los evangelistas. Iniciamos este tiempo con el texto del evangelio de Juan que hemos escuchado, que es como la continuación del evangelio del bautismo de Jesús, que veíamos el domingo anterior.

 

¿Quién es Jesús para ti? Intenta responder personalmente, sin una respuesta aprendida en el catecismo: ¿qué significado tiene Jesús para tu vida?, ¿es para ti Jesús el salvador, el que quita el pecado, el que libera de las esclavitudes?.

 

Juan el Bautista presenta a Jesús como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Una frase conocida para nosotros, pues lo solemos repetir tres veces antes de la comunión en cada eucaristía; pero ¿qué significa?.

 

Cordero de Dios:

 

En la Biblia la palabra “cordero” aparece muchas veces; normalmente podemos poner en su lugar la persona de Jesucristo.

 

Por ejemplo, en el libro del éxodo aparece el cordero de la pascua judía. Como sabéis los judíos celebran su pascua recordando la liberación de la esclavitud de los egipcios, y lo hacen comiéndose un cordero.

 

También aparece el cordero en el cántico del siervo de Yavé, en el profeta Isaías, donde es presentado como el cordero inocente que carga con nuestras culpas: “humillado y maltratado, como cordero llevado al matadero, no habría la boca... y son nuestras dolencias las que él llevaba”. Texto que nos recuerda la celebración litúrgica del Viernes Santo, donde recordamos que Jesús murió en la cruz para redimir al mundo del pecado.

 

El cordero es el animal de los sacrificios expiatorios. El pueblo israelita ofrece corderos sacrificados a Dios para obtener el perdón de los pecados.

 

Pues bien, ahora el cordero de Dios es Jesús. Es el cordero de la Nueva Pascua, es el cordero sacrificado en la cruz para la salvación del mundo, el cordero que nos consigue el perdón de los pecados. Ya no se comerá más el cordero, sino el cuerpo de Cristo; ya no se celebrará la liberación de la esclavitud de Egipto, sino la liberación de la esclavitud del pecado.

 

Cordero de Dios que quita el pecado del mundo:

 

Cristo es el salvador anunciado en la primera lectura: “Te hago luz de las naciones para que la salvación alcance hasta el confín de la tierra”. Cristo va a realizar la salvación quitando el pecado del mundo. Va a derrotar al Diablo con la entrega de su vida en la cruz. No viene a quitar los pecados, sino el pecado, la causa del mal en el mundo: Satanás, que en la renovación de las promesas bautismales es traducido del siguiente modo:

 

“¿Renuncias a Satanás, esto es:

 

-          Al pecado como negación de Dios;

-          Al mal como signo del pecado en el mundo;

-          Al error como ofuscación de la verdad;

-          A la violencia como contraria a la caridad;

-          Al egoísmo como falta de testimonio de amor?.

 

¿Renuncias a sus obras, que son:

 

-          vuestras envidias y odios;

-          vuestras perezas e indiferencias;

-          vuestras cobardías y complejos;

-          vuestras tristezas y desconfianzas;

-          vuestros materialismos y sensualidades;

-          vuestras injusticias y favoritismos;

-          vuestras faltas de fe, esperanza y caridad?.

 

¿Renuncias a todas sus seducciones, como pueden ser:

 

-          el creeros los mejores;

-          el veros superiores;

-          el estar muy seguros de vosotros mismos;

-          el creer que ya estáis convertidos del todo;

-          el quedaros en las cosas, medios, instituciones, métodos, reglamentos y no ir a Dios?”.

 

Este es el pecado que viene a quitar Cristo.

 

Los sacrificios de la Antigua Alianza no servían para perdonar los pecados porque eran sacrificios externos a la persona, de animales, pero en los que no había una transformación interior de la persona. El sacrificio de Jesucristo, entregando su vida en la cruz, si es agradable a Dios y nos obtiene el perdón de nuestras culpas.

 

Termina el texto del evangelio cuando dice Juan: “Yo lo he visto y he dado testimonio”. ¿Tenemos experiencia personal de que Cristo nos libera del pecado y nos salva?. De esto es de lo que tenemos que dar testimonio. También estamos llamados a dar testimonio personal de quién es Jesucristo para nosotros. También nosotros estamos llamados  a ayudarle a quitar el pecado del mundo.

 

Que experimentemos en nuestra propia vida como Cristo nos cura y nos salva para que podamos transmitirlo a los demás.