Viernes Santo:
“Spe salvi facti sumus”

Autor: Padre Pedro Crespo  

 

 

En el contexto de la celebración litúrgica de hoy: la muerte de Cristo y la adoración de la Cruz, os voy a presentar la II parte de «’lugares’ de aprendizaje y ejercicio de la esperanza»: “El actuar y el sufrir como lugares de aprendizaje de la esperanza” de la encíclica “Spe Salvi” de Benedicto XVI (nº 35-40).

 

Al “actuar” le dedica un número, de los seis que tiene este bloque. «Toda actuación seria y recta del hombre es esperanza en acto (es un concepto filosófico: ‘esperanza actual’). Lo es ante todo en el sentido de que así tratamos de llevar adelante nuestras esperanzas.» (SS, nº 35) Resalta así mismo temas conocidos, como «no podemos “merecer” el cielo con nuestras obras… pero nuestro obrar no es indiferente ante Dios y, por tanto, tampoco es indiferente para el desarrollo de la historia.» (SS, nº 35) El actuar tiene que ver con la esperanza: El Amor custodia mi vida, a pesar de todas las frustraciones… eso da ánimo para actuar y continuar. Este punto es una llamada a la responsabilidad a la hora de vivir nuestra vida cristiana.

 

Es más propio del día de hoy lo que viene a continuación sobre el “sufrimiento”. «El sufrimiento deriva, por una parte, de nuestra finitud y, por otra, de la gran cantidad de culpas acumuladas.» (SS, nº 36) Hay que hacer todo lo posible por disminuir el sufrimiento, sobre todo de los inocentes, pero «extirparlo del mundo por completo no está en nuestras manos, porque no podemos desprendernos de nuestra limitación, y porque ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, de la culpa, que es una fuente de continuo sufrimiento. Esto sólo podría hacerlo Dios: y sólo un Dios que, haciéndose hombre, entrase personalmente en la historia y sufriese en ella… Nosotros sabemos que ese Dios existe… Con la fe en la existencia de este poder ha surgido en la historia la esperanza de la salvación del mundo. Pero se trata precisamente de esperanza y no aún de cumplimiento.» (SS, nº 36) Sólo Dios puede librarnos del mal, de la muerte, del pecado… pero eso no quiere decir que no pongamos todo de nuestra parte para disminuir el sufrimiento de los demás.

 

Como no podemos suprimir el sufrimiento, el Papa hace una llamada para saber vivirlo cristianamente «Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella sentido mediante la unión con Cristo.» (SS, nº 37). Por eso llega a decir «La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad.» (SS, nº 38) Sobre la sociedad dice: «Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana.» (SS, 38).  Sobre el individuo dice: «El individuo no puede aceptar el sufrimiento del otro si no logra encontrar personalmente en el sufrimiento un sentido, un camino de purificación y maduración, un camino de esperanza.» (SS, nº 38)

 

Y, a continuación, viene un mensaje muy interesante, sobre la capacidad de sufrir por amor. Recordamos estas palabras, cuando tenemos de fondo, hoy, la entrega de Cristo en la Cruz por la salvación del mundo, por amor. «La capacidad de aceptar el sufrimiento por amor del bien, de la verdad y de la justicia, es constitutiva de la grandeza de la humanidad… También el “sí” al amor es fuente de sufrimiento, porque el amor exige siempre nuevas renuncias de mi yo, en las cuales me dejo modelar y herir.» (SS, nº 38) Y aún hay más «Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor a la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo… ¿somos capaces de ello?... la fe cristiana tiene precisamente el mérito de haber suscitado en el hombre la capacidad de estos modos de sufrir que son decisivos para la humanidad… La fe nos ha enseñado que Dios ha querido sufrir por nosotros y con nosotros.» (SS, nº 39)

 

Continúa diciendo: «Dios no puede padecer, pero puede compadecer. El hombre tiene un valor tan grande para Dios que se hizo hombre para poder com-padecer Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre, como nos manifiesta el relato de la Pasión de Jesús –que acabamos de escuchar–. Por eso en cada persona ha entrado uno que comparte el sufrir y el padecer; de ahí se difunde en cada sufrimiento la con-solatio, el consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza.» (SS, nº 39) Y termina este párrafo: «La capacidad por sufrir por amor de la verdad es un criterio de humanidad. No obstante, esta capacidad de sufrir depende del tipo y de la grandeza de la esperanza que llevamos dentro y sobre la que nos basamos.» (SS, nº 39).

 

Concluye el Papa esta parte haciendo una consideración sobre la posibilidad de “ofrecer” nuestros sufrimientos por alguna causa, práctica aún habitual. Después de constatar que, a veces, algunas prácticas eran exageradas y malsanas, nos pregunta si no podemos incluir nuestros sufrimientos en la gran Com-Pasión de Cristo y así aumentar el tesoro de compasión que necesita el género humano. (SS, nº 40). La oración colecta de la Eucaristía del 15 de septiembre, día de la Virgen de los Dolores, hace incluso referencia a “completar en nosotros, en favor de la Iglesia, lo que falta a la Pasión de Jesucristo”.

 

Recordamos hoy que Cristo nos amo “hasta el extremo” de dar la vida por nuestra salvación. Podemos vivir ese amor y esa salvación en nuestra vida personal procurando encontrarnos con Dios en las circunstancias y acontecimientos de nuestra vida, de un modo singular en el sufrimiento que conlleva vivir. Que el triunfo de Cristo sobre la muerte anime nuestro caminar.