IX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
S
an Mateo 7. 21-27: “Lleva a la práctica lo que crees”.

Autor: Padre Pedro Crespo   

 

 

Las lecturas de la celebración de este domingo IX del Tiempo Ordinario son una invitación a construir la vida sobre Dios, que es la Roca de nuestro refugio; a tener una relación personal con él tan íntima que se traduzca en nuestra vida en obras y en testimonio.

 

La vida personal: las relaciones que tenemos con los demás, la pertenencia a asociaciones, la relación con Dios… se pueden entender básicamente de dos formas diversas: desde lo exterior o desde el interior.

 

Se puede entender la religión desde lo externo: las filacterias con la Ley del Señor en las muñecas y en la frente, como hace aún hoy los judíos más ortodoxos; acumulando cumplimiento de las leyes (legalismo); diciendo: “Señor, Señor”; sin escuchar de corazón su Palabra y apartándose del camino; es decir, vivir una relación aparente, pero en la que no nos dejamos modelar por Dios mismo. Puede parecer mal al explicarlo así, pero es una buena forma de buscar seguridad personal en la vida: ¿qué es lo que hay que hacer? Uno cumple y ya está.

 

El peligro de esta relación con Dios es la hipocresía y la falsedad, que tanto denunció Jesús de los fariseos, que se expresa en una relación con Dios (culto) externa y ritualista. De ellos decía Jesús: “No hacen lo que dicen”.

 

Es un peligro, hoy en día, para todos los que estamos en la Iglesia desde siempre: quedarnos en lo exterior y no dejar que Dios modele nuestro interior. Un peligro para los que detentan la bandera de las tradiciones que se han hecho así de siempre y reducen el fenómeno religioso a determinados sentimientos y a formas folclóricas de manifestarse, vaciando esos ritos de contenido religioso, de relación personal con Dios. Se está en todo lo que hay que hacer para cumplir bien con lo prescrito, pero la vida personal se queda al margen; Dios no nos cambia nada.

 

Esta forma de vivir la religión es la que denunció Jesús, ya que era inválida para establecer una relación personal con Dios y para conseguir una transformación del corazón humano. No es una realidad exclusiva de la época de Jesús. ¡Cuántas veces nos quedamos en lo exterior, en la solemnidad, en el rito… y nos olvidamos que todo eso hay que llevarlo a la práctica! Como una casa que se cimienta sobre arena.

 

La otra forma de entender la religión, en principio mucho más correcta, es desde lo interior: poner la Palabra de Dios en el corazón; buscar la justificación y el perdón de Dios no por las obras sino por la fe; cumplir la voluntad de Dios y llevar a la práctica lo que Dios dice. Si escuchamos y llevamos a la práctica la Palabra de Dios, tenemos su bendición y construimos sobre roca.

 

Digo que esta forma es, en principio, más correcta, porque hoy en día el planteamiento de muchos buenos cristianos es éste, pero sin dejar que esa relación con Dios les complique la vida en la esfera pública de su fe. El peligro es tener una piedad privada por la presión social en contra de la Iglesia y de lo religioso ó por cualquier razón de comodidad.

 

Igual que Nicodemo, que era fariseo, de los del grupo de vivir la religión de una forma externa, se sentía atraído por la personalidad de Jesucristo, pero iba a verlo de noche, evitando que le identificaran con él, podemos decir que es significativo el grupo de cristianos que podemos identificar con el grupo de Nicodemo: los católicos que, por diversas razones, no se implican con su Iglesia.

 

Con lo cual podemos decir que lo exterior no nos vale si está vacío y lo interior tampoco si no tiene una adecuada expresión. O dicho en positivo, que siempre es más clarificador: para que nuestra vivencia de la religión sea lo más adecuada posible a su ser, se debe sustentar en una relación personal con Dios, en un encuentro con él, que se hace desde la oración, la celebración de los sacramentos, el respeto por su presencia en el prójimo…, relación que debe transformar nuestra vida hasta el punto de que, casi inevitablemente, nuestra obras, palabras, opciones, compromisos…, testimonien qué y quién es la Roca de nuestra vida, lo que le da sentido y consistencia, que nos hace mantenernos en pie en medio de las tormentas y dificultades.

 

En los lugares de tradición católica es corriente quedarse en lo externo de la fe, sin descubrir la opción personal que hay que hacer por Dios; esa opción sólo se puede hacer desde una vivencia profunda de relación con Dios. ¡Qué no nos quedemos en lo exterior! ¡Qué sepamos testimoniar nuestra fe!