XVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
San
Mateo 13, 44-52: “Dame un corazón sabio”

Autor: Padre Pedro Crespo  

 

 

Continuamos en este domingo XVII del tiempo ordinario con las parábolas sobre el Reino de los cielos. Es que el tema del Reino no es otro tema más en el mensaje de Jesús: misericordia, amor a los enemigos, perdón (que son temas trascendentales), sino que es un tema central, como el eje en un vehículo, como la columna vertebral en el ser humano. Un tema sin el que las demás ideas se quedarían deshilachadas. El Reino es una mundo mejor que tenemos que construir y que llegará a su plenitud en el cielo.

 

Hemos visto que ante la construcción del Reino se pueden tener distintos tipos de respuesta, según la adhesión al mismo (los distintos tipos de tierra); también recordábamos que el Reino crece conjuntamente con otros males (la cizaña), pero Dios es paciente a la hora de realizar este discernimiento. En este domingo las parábolas del tesoro y la de la perla nos vienen a recordar que el Reino tiene que ser LA prioridad de nuestra vida.

 

Cada una de las personas tenemos una jerarquía de valores, un orden en el que hemos puesto en primer lugar aquello que consideramos más importante para nuestra felicidad: la salud, el dinero, el amor... Las encuestas dicen que hay un alto porcentaje de personas que piensan que algo fundamental para la felicidad es la familia. Pues hoy se nos recuerda que para un cristiano lo primordial tiene que ser la construcción del Reino de Dios. ¿Es Dios y su Reino un valor importante para nosotros?

 

“Buscad el Reino de Dios y su justicia y lo demás se os dará por añadidura” nos recuerda una expresión del propio Jesús para indicar esta prioridad:

 

q  Si recorremos despacio alguno de los evangelios (por ejemplo el de Mateo que estamos siguiendo en este ciclo A) descubriremos pronto como para Jesucristo el Reino es algo básico en su mensaje.

 

q  Si repasamos la primera lectura veremos que Salomón, es este sentido, antes que otras cosas, lo que pidió a Dios es un corazón dócil (sabio) para gobernar a su pueblo. ‘Corazón’ en la Biblia no designa al órgano que bombea la sangre o al centro de los sentimientos, sino que se refiere a la totalidad de la persona.  Por otro lado la sabiduría se relaciona con la docilidad y, digo yo, docilidad a la voluntad de Dios. Dice el salmo de este domingo: “Cuanto amo tu voluntad, Señor... tu Palabra más que oro y plata”. Dios le concedió esa sabiduría, pero al final de su vida Salomón puso como algo prioritario el amor a las mujeres extranjeras, se casó con ellas y adoptó su religión, cambió su jerarquía de valores y fue infiel a Yavé. Esto nos muestra como los valores que adoptamos las personas se pueden cambiar para bien o para mal.

 

q  Si miramos despacio nuestra vida, probablemente podremos comprobar como a lo largo de la misma hemos ido teniendo unos valores prioritarios, el cambio de orden de los mismos nos tendría que indicar que estamos en búsqueda... porque el Reino se quiere abrir paso en nuestro corazón como algo que puede ser fuente de verdadera felicidad. La prioridad de los valores suele depender de las circunstancias que vivimos, pero en la sucesión de las mismas se apuntan deseos más altos.

 

¿Qué otras prioridades tenemos las personas en la vida? La primera lectura nos indicaba en boca de Dios como respuesta a la petición de sabiduría para gobernar a su pueblo: “como no has elegido vida larga, riquezas o la vida de tus enemigos...” Son tres prioridades que podemos tener las personas.

 

q  Cuando una persona experimenta la muerte como una vivencia cercana por los años o por la muerte de un familiar y vive así la fugacidad del tiempo y el dolor de la enfermedad, puede desear como lo primero una vida larga. Acercarse a la muerte con enfermedad o sin ella con plena lucidez y aceptarlo y tener como primero el valor del Reino es una verdadera gracia de Dios. Estas circunstancias nos tendrían que hacer ver que la voluntad de Dios es mejor que la nuestra. La felicidad no puede depender de una vida larga, sino de una vida con sentido y el sentido de la vida tiene que ver con Dios y su Reino.

 

q  Cuando una persona vive la pobreza material como una limitación real de posibilidades de sobre-vivencia con cierta dignidad personal por falta de vivienda, trabajo... puede desear como lo primero riquezas. Vivir en medio de carencias materiales y aceptarlo y tener como primero el valor del Reino es una verdadera gracia de Dios. La felicidad de la vida no puede depender de las riquezas acumuladas, es un falso sueño, sino del compromiso por un mundo más justo (también en sentido distributivo) en el que todos puedan beneficiarse de los bienes materiales.

 

q  Cuando una persona vive el mal real que le hacen los demás en la convivencia (todos tenemos experiencias más o menos significativas en este sentido)... puede pensar que lo primero es quitarse a esos “enemigos” de encima. Vivir entre esos males y tener como primero no la venganza sino el reino es una verdadera gracia de Dios. La felicidad no viene de la venganza, sino del perdón.

 

q  ... Y así podríamos seguir con más valores (o anti-valores) que nos hacen no tener como prioritario el Reino. En todos esos “tanteos” que hacemos en la vida se nos invita a ir descubriendo que la verdadera perla, el verdadero tesoro del que depende nuestra felicidad y realización personal es el Reino de Dios.

 

Las circunstancias sociales y personales nos hacen priorizar ciertos valores, por eso nos viene muy bien la idea de la segunda lectura: “A los que aman a Dios, todo les sirve para el bien”. A los que aman a Dios, me hace pensar hoy a mí, todo les acerca al Reino.