XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
San
Mateo 16:13-20: “Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.

Autor: Padre Pedro Crespo  

 

 

El texto del Evangelio de este domingo XXI del tiempo ordinario es una invitación a reconocer la figura del Papa, sucesor de San Pedro; también es una invitación a confesar nuestra fe en Jesucristo, el Hijo de Dios. Repasemos detenidamente este texto tan interesante del Evangelio.

 

Comienza Jesucristo haciendo una pregunta a los discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?”. Es curioso, como si a Jesús le importara lo que pensaban de él los demás.

 

-          Unos dicen que Juan el Bautista, el profeta que anunciaba la llegada del Mesías, la conversión, que fue decapitado por Herodes. Otros dicen que Elías - lo recordábamos hace un par de domingos -, el profeta que descubrió a Dios en un susurro y así aprendió la misericordia de Dios, después de ser un profeta que denunciaba las incoherencias del pueblo de Israel. Otros que Jeremías, el profeta dolido de la suerte de su pueblo que se iba a dividir y que fue perseguido por anunciar esa división.

 

-          Y hoy, ¿quién dice la gente que es Jesús? Hay un grupo, el más reducido, que dice que es la razón de su vida; otros dice que es un personaje importante; hay otros que pasan totalmente de él, pues no creen en Dios.

 

-          En esta pregunta Jesucristo se llama así mismo el “Hijo del Hombre”, título que se aplica así mismo muchas veces, cogido del libro de Daniel y que quiere expresar que es “hombre”, pero también implica este título que es juez y salvador.

 

Continúa Jesucristo preguntando: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?”. Lo importante y lo decisivo no es lo que dice la gente, sino lo que piensan cada uno de los apóstoles, lo que creemos cada uno de nosotros. ¿Quién es, de verdad, para ti Jesucristo? Sin dar una respuesta aprendida de catecismo. ¿Es para ti alguien significativo en tu vida? ¿Hasta qué punto es significativo?.

 

Y San Pedro da una respuesta perfecta, que ha sido revelada por Dios Padre: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesucristo es el Mesías; es decir, el Salvador esperado por el pueblo de Israel, del que hablaban todas las profecías. Jesucristo es el Hijo de Dios vivo; es decir, no es sólo el Hijo del hombre, sino que también es el Hijo de Dios, tiene un origen divino. Esta es la confesión de Pedro, una confesión de la divinidad de Jesucristo, de su mesianismo.

 

A esta confesión de fe de Pedro le corresponde una declaración sobre su persona de Jesucristo: “Tú eres Pedro; sobre esta piedra edificaré mi Iglesia... te daré las llaves del reino de los cielos”.

“Tú eres Pedro”. Jesucristo cambia el nombre del apóstol: de Simón a Pedro (Céfas, piedra). El cambio de nombre indica también una misión, el ser “piedra”: punto de referencia, base de unión; misión dada a Pedro y a sus sucesores, los papas. Dios es la Roca. Jesucristo es la piedra que desecharon los arquitectos y que ahora se ha convertido en la piedra angular. También este título lo aplica Jesús a Pedro.

 

“Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Sobre ese fundamento edificará “su” Iglesia. Hay quienes piensan que Jesucristo no quiso fundar ninguna Iglesia, que fue idea de los apóstoles, sobre todo de San Pablo. Pues aquí tenemos una referencia clara de Jesucristo, que quiere fundar su Iglesia para continuar con su misión.

 

“Te daré la llave del reino de los cielos...”. El poder de las llaves, al que hace referencia la primera lectura que se lee en este domingo: se destituye al mayordomo corrupto (Sobna) por Eliacín, al que el Señor colgará sobre su hombro la llave del palacio de David. Este poder, que es conferido a Pedro, es el poder de atar y desatar, el poder de prohibir y permitir, el poder de condenar y perdonar. Poder que regula la entrada al Reino de los cielos.

 

La Iglesia y el Reino de Dios no es lo mismo. A la Iglesia se pertenece por el sacramento del Bautismo, que nadie “controla”; la Iglesia tiene la misión de construir el Reino de Dios. El Reino de Dios es un mundo mejor que tenemos que construir los cristianos aquí en la tierra y que llegará a su plenitud en el cielo. Se pertenece al Reino de Dios por la vivencia de los valores del Evangelio, de las bienaventuranzas.

 

Que el Señor nos haga venerar la figura del Papa como fundamento de la Iglesia, como criterio de unidad; y que aumente nuestra fe en la persona de su Hijo Jesucristo.